El recurso a magos, brujas, hechiceros y otros gurúes no merma a lo largo de los siglos y culturas. Confiados en obtener información sobre algo que les inquieta, conocer de eventos futuros, lograr algún beneficio o ejercer daños a terceros, personas de diversos perfiles sociales se aferran al ocultismo.
 
En el mejor de los casos suelen malgastar su dinero o reforzar frustraciones. Pero entrar en conciliábulos con el demonio, siempre pone en riesgo la salud del cuerpo y del alma. Es la enseñanza que han transmitido en Portaluz testigos ya liberados de la posesión demoníaca, diversos exorcistas y también el Papa emérito Benedicto XV, quien en una entrevista sobre este tema advertía:  “La trampa se tiende con promesas, a través de una experiencia de poder, de alegrías, de satisfacción. Pero después el hombre va entregándose a una red demoníaca que poco a poco le somete, llega a ser más fuerte que él. El hombre deja de ser el dueño de casa”.

Ese proceso descrito por el Santo Padre Benedicto XVI, lo vivió el administrador de empresas Santiago Bedoya Echeverri, hoy de 43 años.
 
Aunque la fe no era una realidad ajena en su historia de vida, al ver tambalearse sus seguridades -debido a una ruptura amorosa y la pérdida simultánea de trabajo-, se dejó seducir. “Uno siempre comienza por cosas como lectura del tarot y luego, llenándose de más curiosidad, alejándose del Señor, le das más poder a esas creencias y vas a que te hagan una carta astral, luego donde la brujita de los paños, el agua bendita de 7 iglesias distintas y otras semejantes”.
 
Dando permiso al demonio
 
Cual adicto, atrapado en “una revoltura” de diversas prácticas ocultistas, Santiago llegó incluso a pedir ayuda a santeros que fumaban tabaco para sus prácticas adivinatorias y a vivir inmerso en el sincretismo. “Para poner un ejemplo -señala a Portaluz-, recuerdo estar sentado en un balcón delante de la imagen de Cristo crucificado, pero debajo del Cristo tener la santa muerte”. 
 
Fueron cuatro años en los cuales se fue alejando de Dios pues permitió al “maligno” -sincera Santiago- “tomar” su “alma”. Como consecuencia la salud mental de este hombre empeoró hasta generar un cuadro depresivo con ideación suicida. Pero no atentó contra su vida, señala, solo “gracias a los rosarios que rezaba mi madre”.
 
Como si no tuviese ya bastantes realidades que sanar, este profesional colombiano comenzó a consumir pornografía: “Desboqué todo ese vacío sentimental y afectivo en la pornografía. Llegué a coleccionar 7.000 imágenes de mujeres, obsesivamente organizadas… y más de 2.500 videos, todo en un disco duro de memoria externa sólo para eso” recuerda aún con pesar. 
 
La “hora de Dios”
 
Hastiado de la vida que llevaba y en un acto de cordura espiritual, Santiago decidió ir a confesarse de su vínculo con la pornografía. Tras recibir la absolución y al regresar a su casa, lo primero que hizo fue conectar el disco duro a la computadora y, “rezando el Magnificat”, -confidencia- marcó la carpeta que contenía todos los archivos pornográficos y la eliminó.
 
Días después, a sugerencia de su hermana, visionó los videos donde la conocida modelo Amada Rosa Pérez narraba su conversión. Fue la estocada final para abrirse a un proceso de liberar y sanar su alma.
 
En sus recuerdos de infancia estaba fija la imagen bondadosa de una religiosa que lo había catequizado y la buscó. Aunque ella estaba destinada en Perú, a través del correo electrónico le abrió su corazón… “Ella empezó a ser de guía espiritual y el primer correo que me respondió decía: «Santiago, llegó la hora de Dios»”.
 
De rodillas ante el Santísimo
 
En 2012 tras un cuidado examen de conciencia acudió a un sacerdote y confesó los pecados de toda su vida. Sabiendo que se dejó atrapar por el demonio hasta enfermar, agradece a Dios no haber acabado poseso.
 
Firme en la fe, aferrado a la vida sacramental y de oración, Santiago se tornó devoto de la Virgen de Guadalupe. A ella y al Santísimo Sacramento agradece el haber conocido a Marcela, quien es hoy su esposa. “Si nosotros supiéramos los frutos de estar ante el Santísimo Sacramento; cuánto Él actúa ahí en silencio; si supiéramos lo que sucede ahí y lo que sucede en nosotros tan solo con ir a visitarlo… estaríamos de rodillas constantemente delante del Sagrario” testimonia.
 
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