Los Adventistas del Séptimo Día surgieron en el siglo XIX en los Estados Unidos, en un tiempo de "reavivamientos" espirituales -caldo de cultivo cristiano-, pero que trajo consigo también el nacimiento de sectas apartadas de los principios fundamentales del cristianismo. Como ejemplo paradigmático de esta distancia doctrinal y práctica, podemos citar a los mormones. O, como derivación del propio adventismo, a los testigos de Jehová.

 

Los tres movimientos son muy importantes numéricamente en el panorama religioso mundial. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) asegura contar con 17 millones de miembros. Los Adventistas del Séptimo Día proclaman ser 22 millones de adeptos. Por su parte, los testigos de Jehová afirman superar los 8,5 millones de "publicadores" (así llaman a sus miembros activos).

 

¿Una iglesia evangélica más?

 

 

Un análisis de las doctrinas y las prácticas de mormones y testigos de Jehová deja claro que ni uno ni otro grupo pueden ser considerados realmente cristianos, ya que se apartan de puntos esenciales de la fe. Los testigos de Jehová rechazan explícitamente tanto la creencia en la Santísima Trinidad como en la divinidad de Cristo. En cuanto a los mormones, hace falta profundizar algo mas en su enseñanza –aparentemente trinitaria– para encontrar su verdadera raíz: se trata de una secta politeísta, que cree en multitud de dioses. Por eso ni la Iglesia católica ni el resto de Iglesias y comunidades eclesiales consideran cristianos a ambos grupos.

 

Sin embargo, la idea general sobre los Adventistas del Séptimo Día es diferente. A primera vista, parece uno más de los grupos nacidos en el ámbito de la Reforma protestante. Aunque llaman la atención tanto su carácter milenarista y apocalíptico –no olvidemos que los testigos de Jehová son una derivación del adventismo– como su celebración del sábado y no del domingo –apartándose así del cristianismo por ese interés en aferrarse al mandato bíblico de guardar el séptimo día de la semana judía, el sábado–. También destacan por su labor de proselitismo.

 

A pesar de todo ello, muchos católicos y cristianos de otras confesiones ven con buenos ojos a los adventistas, ya que muchos de ellos se muestran abiertos y dialogantes, y parecen respetar a los que creen en Cristo. Pero hay que buscar referencias objetivas; y un punto muy importante a la hora de discernir todo lo relativo a la autodenominada Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día es analizar los escritos de su "profetisa", la estadounidense Ellen G. White (1827-1915). Sus libros, que siguen publicando y leyendo sus seguidores, son autoridad doctrinal indiscutible a la hora de interpretar la Biblia y aplicarla.

 

Un fuerte sentimiento anticatólico

 

 

Uno de los libros fundamentales de White es El conflicto de los siglos, cuya primera edición data de 1888. En él, la autora hace una lectura de la historia del cristianismo a través de la óptica adventista, para concluir básicamente que los únicos verdaderos creyentes son los miembros de la secta. Como subtítulo de la obra podemos leer: "Una explicación de las principales profecías que habrían de cumplirse desde el año 70 d.C. hasta el fin de la maldad y la Tierra Nueva". La perspectiva apocalíptica es innegable en todas sus páginas.

 

Podríamos optar por analizar multitud de elementos en este libro para hacernos una idea de lo que piensa el adventismo acerca de las confesiones cristianas más tradicionales. Veamos aquí, con algo de detalle, lo que se afirma de la Iglesia católica y, más específicamente, sobre el papado.

 

A la hora de exponer la Reforma que inició Lutero en el siglo XVI y que fue continuada por otras figuras en otros países, Ellen G. White insiste en mostrar a los reformadores como verdaderos héroes y portadores de la luz frente a una oscurantista Iglesia de Roma. Así, podemos leer cómo habla de "papistas" o de la "fe romanista", y su afirmación de que "los sacerdotes católicos incitaban a las multitudes ignorantes y supersticiosas".

 

Pero no sólo se trata de algo que dice mirando al pasado. Cuando se refiere a los católicos en su propio momento histórico, la líder adventista comienza diciendo que "hay verdaderos cristianos" dentro de la Iglesia, pero que "no pueden discernir la verdad", su culto es "una serie de meras formas y ceremonias", y son "almas educadas en una fe engañosa e insuficiente", rodeadas de "tinieblas". Afirmación que se extiende a las comunidades protestantes, que habrían sido influidas por el catolicismo y también "se hallan sumidas en grandes tinieblas". Toda desacreditación es válida para que la secta se presente como la única congregación cristiana verdadera.

 

El papado: la bestia del Apocalipsis

 

 

Cuando la "profetisa" adventista defiende la celebración del sábado en lugar del domingo, anuncia que en el futuro se impondrá este día por ley, y "entonces el que transgrediere el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roa, honrará con ello al papado por encima de Dios". Y añade: "rendirá homenaje a Roma y al poder que impone la institución establecida por Roma: adorará la bestia y su imagen". Entonces, las personas que se sometan a Roma "aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma, ‘la marca de la bestia’".

 

No se trata de un simple desprecio o insulto, por burdo que parezca a primera vista. Cuando White hace esta afirmación, está ubicando la Iglesia católica en su peculiar interpretación del libro bíblico del Apocalipsis, y está considerando que la "bestia parecida a un leopardo" que aparece en dicho escrito sagrado (Ap 13) representaría al pontificado, a la institución del primado petrino en la Iglesia de Cristo.

 

Las palabras de White son claras y reiterativas. "El papado es precisamente lo que la profecía declaró que sería: la apostasía de los postreros días… oculta el mismo veneno de la serpiente", leemos. Y por eso habla también de "1260 años de la opresión papal predicha en las profecías de Daniel y en el Apocalipsis". Porque "a medida que crecía su poder [el de la Iglesia católica], las tinieblas se hacías más densas. La fe pasó de Cristo, el verdadero fundamento, al papa de Roma". Toda una sarta de barbaridades que no tiene en cuenta lo que conocemos de la historia del cristianismo, tomando pie en hechos ciertos para darles una interpretación retorcida y hasta caricaturesca.

 

¿Siguen pensando lo mismo?

 

 

Todas estas afirmaciones fueron escritas por Ellen G. White hace más de un siglo, por lo que cabe darles a los Adventistas del Séptimo Día el beneficio de la duda, y preguntarse si siguen sosteniendo estas ideas –más propias de la controversia de sus inicios– o si, por el contrario, han cambiado de opinión con respecto a la Iglesia católica y al papado, situándose en una postura más abierta y ecuménica.

 

Y la realidad es la siguiente: más allá de la simpatía y buena fachada que puedan mostrar algunos responsables adventistas, la secta sigue mostrando una fuerte animadversión contra todo lo que suene a católico y, especialmente, contra la figura fundamental del obispo de Roma. Basta con leer sus publicaciones actuales para comprobar que tras sus críticas al papa Francisco no hay simplemente una antipatía personal al pontífice, sino un desprecio radical al ministerio que desempeña.

 

Cada vez que el papa Francisco ha hablado sobre el valor sagrado del domingo, los adventistas han recordado en su portal web que "hay muchas evidencias del texto y de la historia para identificar a la primera bestia de Apocalipsis 13 con el papado", e insisten en que en la actualidad "se mantiene vigente la posición de Elena G. de White con respecto al papado".

 

Cuando se refieren a él directamente, reconocen que "Francisco aparece extremadamente agradable", muy distinto a la imagen negativa tradicional entre los adventistas, lo que parece que "no encaja en la predicción profética" de la secta. Pero aclaran de inmediato que "cuando el argentino Jorge Mario Bergoglio, S.J., fue elegido como Papa, uno de sus primeros actos oficiales fue orar a María". Por lo que concluyen: "No, el Papa no ha sido convertido. Y todos los indicios señalan que la interpretación adventista de Apocalipsis 13 sigue siendo cierta".

 

Visto todo esto, ¿puede considerarse seriamente que los Adventistas del Séptimo Día son una confesión protestante más, y que a pesar de su arrebato anticatólico se puede hacer ecumenismo con ellos? No, claro que no. Para ellos, tanto los católicos como los evangélicos son enemigos de la Biblia y del mismo Dios. En su delirio mesiánico, se consideran los únicos cristianos válidos, y desde esta distorsión de la realidad ejercen la manipulación sobre sus adeptos. ¿Secta? Sí: secta cuando el movimiento nació en el siglo XIX, y secta hoy.

 

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