Los médiums y psíquicos existen, son siervos del demonio. Argumentos del exorcista Andrés López Ruiz
Sacerdote de la Sociedad de Vida Apostólica Cruzados de Cristo Rey, director en México de la Archicofradía de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, Andrés Esteban López Ruiz es también miembro de la Asociación Internacional de Exorcistas, en cuyo portal ha publicado un ensayo donde traza algunos argumentos respecto del vínculo con la acción del demonio que involucra a los médiums y psíquicos.
Por su interés reproducimos la publicación que en su original lleva por título...
"MÉDIUMS Y PSÍQUICOS Criterios específicos de discernimiento y acompañamiento para exorcistas"
Introducción
Este texto trata sobre el fenómeno comúnmente conocido como mediumnidad. No es una reflexión sobre su existencia en la historia de las culturas, ni sobre sus diferencias con los fenómenos místicos o carismáticos, como hizo el padre François-Marie Dermine en el volumen "Carismáticos, psíquicos y médiums: los límites de la mentalidad mágica" (2015).
No nos limitaremos a reflexionar sobre la identidad del sujeto sensible y sus diferencias con la identidad del sujeto carismático, como hizo el P. Matteo De Meo en julio de 2022 en un curso de formación para sacerdotes exorcistas celebrado en el Seminario Conciliar de México.
Más bien, pretendemos establecer una reflexión sistemática que nos permita comprender mejor el fenómeno en sus aspectos esenciales y dinámicos, proporcionando algunos criterios pastorales para el discernimiento y el acompañamiento por parte de los exorcistas.
Damos por sentada la distinción hecha por De Meo según la cual cuando nos referimos a lo psíquico y a lo carismático estamos tratando con un sujeto diferente y con una fenomenología diferente, pero sobre todo con una causa diferente, siendo el sujeto sensible movido por una causa preternatural y el sujeto carismático movido por una causa sobrenatural.
En lo que concierne a esta conferencia, pretendemos hablar fundamentalmente sólo del tema sensible y desde el punto de vista preternatural. También rechazamos, por principio, la opinión del P. Sante Babolin expresada en su libro "Exorcismo, Ministerio de la Consolación" según la cual la mediumnidad tiene una etiología natural atribuible a la facultad cognoscitiva, sin negar que ésta pueda ser una de las bases antropológicas en las que se basa.
El término Psíquico
En primer lugar, es necesario aclarar los términos y su alcance. El término "psíquico" se origina en la parapsicología y se utiliza para definir a una persona que tiene una presunta cualidad de percepción extrasensorial.
En este sentido, se vincula con la categoría de clarividencia, según la cual algunas personas tendrían una capacidad psíquica para obtener algún conocimiento oculto al resto de las personas y concerniente a diferentes realidades.
En otras palabras, según esta pseudociencia, lo psíquico es una persona que tiene la cualidad particular de percibir ciertos fenómenos de naturaleza predominantemente espiritual que otros no pueden percibir, así como poder acceder a un conocimiento sobre la realidad que está oculto para la mayoría de las personas.
Es bien sabido que, según la parapsicología, la etiología de este fenómeno se debe a una cierta cualidad psíquica que posee la personalidad del psíquico. Sería un presunto don psíquico (y por lo tanto natural).
Sin embargo, la consideración del fenómeno, una vez comprobada su existencia, desde un punto de vista antropológico, nos lleva fácilmente a concluir que esta potencialidad cognoscitiva, al no tener una causa natural, como pretende esta falsa ciencia, debe ser explicada según una causa preternatural (Directrices para el Ministerio del Exorcismo a la Luz del Ritual en Vigor, núms. 211-212) como ya hemos subrayado al inicio de esta intervención.
Por lo tanto, tenemos una primera consideración del término psíquico. Un psíquico es una persona que, por una causa demoníaca, posee una cualidad sobrenatural por medio de la cual puede obtener fácilmente el conocimiento de las cosas ocultas, así como las percepciones espirituales de diferentes realidades.
El término Medium
Consideremos, pues, otro término usado en el mundo del espiritismo, que es el término médium, del que se deriva el fenómeno de la mediumnidad. El médium, para el espiritismo, es una persona dotada de cierta facultad de ser sujeto pasivo de la acción de los espíritus, que pueden influir en él, moverlo, apoderarse de su cuerpo, alguna parte de él como la mano, o apoderarse de sus facultades psíquicas, especialmente las cognoscitivas, con el fin de comunicarse o realizar alguna operación a través de él.
El fenómeno de la mediumnidad, tal como lo hemos descrito, si se verifica como un hecho y no como el resultado de un fenómeno mórbido, se atribuye en la literatura espiritista a una cualidad antropológica inherente al sujeto, según sus propios principios, pero es evidente que también debe atribuirse a una causa preternatural.
Tenemos, por lo tanto, una segunda consideración sobre el término "medio". El médium es aquella persona que tiene una cualidad preternatural por la cual puede ser fácilmente movida, ya sea en las facultades inferiores de su alma, cognoscitivas y sensibles, o en su corporeidad por una causa preternatural que son los demonios.
Pues bien, con el término "mediumnidad" podemos indicar una cualidad estable inherente al sujeto, ya sea el sujeto descrito con el término "psíquico" o el descrito con el término "médium".
El término mediumnidad
Definimos la mediumnidad como una cualidad inherente a una persona para la cual esa persona es capaz de ser el sujeto pasivo de una determinada acción demoníaca. Con esta acción, el diablo manifiesta el conocimiento oculto a la persona y mueve sus facultades inferiores, tanto cognitivas como sensitivas, tanto para que el diablo pueda comunicarse con el médium como para que a través del médium el diablo pueda comunicarse con los demás. En algunos casos, el diablo también puede mover el cuerpo del médium para lograr ciertos objetivos. Esto no significa que la persona que tiene mediumnidad sea consciente de que la causa de los fenómenos que experimenta es demoníaca. De hecho, la mayoría de estas personas no lo saben. Sin embargo, la acción que tiene lugar en ella, si realmente se ejerce más allá de las posibilidades de la naturaleza humana, sólo puede ser de origen demoníaco.
Inadecuación de los términos médium, sensible y mediumnidad
Tomando estas definiciones como punto de partida, debemos enfatizar que los términos médium y psíquico no son términos adecuados para definir el fenómeno que estamos tratando, como tampoco lo son los términos mediumnidad. En primer lugar, porque son términos cuyo origen se encuentra precisamente en la parapsicología y el espiritismo. En segundo lugar, precisamente porque tienen estas raíces, su comprensión y significado están sujetos a una amplia evolución en el marco teórico de estas tradiciones, prestándose a numerosos malentendidos y confusiones.
Cuando usamos estos términos, ciertamente no estamos usando un lenguaje teológico preciso y claro, sino que estamos entrando en un campo semántico establecido por la pseudociencia y la superstición. Sin embargo, es un hecho que estos términos han adquirido tal relevancia en la cultura que es imposible ignorar su consideración.
El término Instrumentum
Sin embargo, me gustaría proponer una categoría que podríamos utilizar para referirnos al sujeto que sufre el fenómeno anterior con fines estrictamente teológicos y pastorales.
Así como hemos adoptado la categoría de "obreros ocultistas" con un preciso contenido semántico y teológico, me parece que con respecto al fenómeno de la mediumnidad podríamos usar el término "instrumentum" para indicar a la persona que posee y ejerce esta cualidad.
La palabra latina instrumentum contiene algunas de las notas esenciales que hemos destacado. El sufijo in indica el interior, la raíz del verbo struere significa juntar, y el sufijo mentum significa significar.
Así, un instrumentum es una persona o cosa que está intrínsecamente asociada a un fin extrínseco añadido por otro. Así, el instrumentum es aquel sujeto que, padeciendo de mediumnidad, es utilizado por la causa preternatural para sus propios fines. Definimos, pues, el instrumentum como aquella persona que habitualmente es sujeto pasivo de cierta acción demoníaca por la cual se le manifiesta el conocimiento oculto y es movida en sus facultades inferiores, tanto cognoscitivas como sensibles, así como en su corporalidad, para asociarse con fines preternaturales, por medio de diversos actos.
La cuestión del don
El instrumentum, a lo largo de su historia de vida, se da cuenta progresivamente de que tiene un potencial que la gente común no tiene. Por lo general, puede relatar una serie de experiencias involuntarias en las que se manifiesta esta condición y que pueden remontarse a su infancia.
Sin embargo, la fenomenología, aunque diferente, coincide con lo que podríamos identificar como el proceso evolutivo dinámico del instrumentum independientemente de la etapa de la vida en la que se desarrolle.
Don descubierto
En primer lugar, podemos observar que hay una etapa en la que la persona comienza a tener una conciencia muy vaga y confusa de tener un determinado don, asociado a experiencias concretas en las que este don se manifiesta. Esta sería la fase inicial de la mediumnidad, en la que el don oculto se realiza progresivamente en la conciencia del instrumentum.
Don aceptado
En segundo lugar, podemos observar que el instrumentum se vuelve cada vez más consciente de que posee un cierto don. Este proceso suele estar influenciado por el entorno social y familiar. Aquí se da un paso decisivo: la persona acepta tener un don particular. Este don puede manifestarse en él como una habilidad diferente, como veremos más adelante, pero que podemos ejemplificar de varias maneras:
El instrumentum descubre que puede conocer cosas ocultas sobre las personas que le rodean, que van más allá de una intuición.
El instrumento descubre que puede saber si un evento negativo está a punto de suceder.
El instrumentum descubre que puede realizar alguna acción o gesto mediante el cual aparentemente puede hacer el bien, como una posible curación, o hacer daño.
El instrumentum se da cuenta de que puede tener visiones o percepciones de asuntos espirituales, o de muertos, de espíritus, o de acontecimientos del pasado.
Esta etapa puede llamarse etapa de aceptación. El instrumentum acepta que tiene un don y normalmente da una primera interpretación del mismo de acuerdo con su propia cultura. Si la cultura es supersticiosa, ofrece una amplia gama de criterios interpretativos. Estas son algunas de las primeras interpretaciones que el instrumentum puede dar de su donación:
El instrumentum puede creer que la dádiva fue recibida por herencia; por lo tanto, si lo recibió de algún pariente o de alguna otra persona que lo eligió para dárselo.
El instrumentum puede creer que el don le es dado por Dios o que es una cualidad innata.
El instrumentum puede creer que el don le fue dado por un espíritu, un ángel, un santo o una persona fallecida.
El instrumentum en la fase inicial normalmente no es consciente de que tiene un "don" preternatural.
La aceptación de la condición de tener un don es promovida a veces por algún ocultista que descubre el instrumentum y se compromete a enseñarle algún arte esotérico para que pueda ejercitar el don.
En cualquier caso, con o sin la ayuda de un trabajador oculto, después de la fase de aceptación, pasamos a la fase del ejercicio del don. Entonces la persona no sólo acepta el hecho de que tiene una potencialidad por encima del orden natural, sino que la consiente voluntariamente y comienza a ejercerla.
Regalo ejercido
Después de la aceptación del don, comienza la fase decisiva del ejercicio del don, en la que la persona comienza a convertirse en un verdadero instrumentum. Con la aceptación y el ejercicio, se desencadena un cierto aprendizaje, que puede ser guiado directamente por el diablo o que puede orientar a la persona a frecuentar ciertos ambientes esotéricos, profundizar en el conocimiento esotérico, conocer a los llamados "maestros" para poder ejercer el don de una manera más completa.
Hemos oído hablar de casos en que los mismos demonios instruyen al instrumentum en diversas prácticas ocultas, incluso enseñándole a realizar encantamientos, curaciones aparentes u otras clases de maravillas. Pero también es común que el instrumentum se inicie en una tradición esotérica particular en esta etapa.
Hemos dicho que esta fase es la decisiva, por varias razones que ahora hay que explicitar. La primera es que el instrumentum no había accedido previamente a realizar actos en los que ejercer el don y, por lo tanto, moralmente no se había involucrado en actos supersticiosos y mágicos.
Sin embargo, una vez que acepta el don y comienza a ejercerlo, gradual y progresivamente se compromete más y más moralmente con las prácticas ocultas.
Estos actos implican una adhesión predominantemente voluntaria, directamente al don e indirectamente a quien lo da, es decir, al demonio, y esta adhesión se fortalece cada vez que ejerce el don, por lo que cuanto más frecuente e intensamente la persona ejerce la mediumnidad, más se construye una relación peculiar con el diablo que lo ha hecho su instrumentum.
Esta relación es compleja y, aunque su quid es la voluntad antes mencionada, incluye una adhesión gradual de las diversas facultades del alma a los fines que el demonio tiene para sí. Así, entre el instrumentum y el demonio se establece también una relación afectiva, cognoscitiva y, por supuesto, volitiva, que es dinámica, gradual y progresiva y que se convierte en la base de un grave estado de sometimiento demoníaco al que puede llegar el instrumentum y hacia el que el diablo quiere conducirlo.
Es importante decir que, en esta etapa del ejercicio del don, el instrumentum normalmente no es consciente del carácter preternatural del don recibido.
Por lo tanto, se puede hacer una observación para esta etapa: en la mayoría de los casos la adhesión moral es imperfecta debido a un defecto del conocimiento formal, es decir, debido a la ignorancia. Ello significaría, en estas circunstancias, que la imputabilidad sería imperfecta y, por tanto, las consecuencias de la responsabilidad seguirían siendo limitadas. Sin embargo, esto no exime de responsabilidad al instrumentum, porque objetivamente los actos por los que ejerce el don son supersticiosos y mágicos. Así, podríamos decir que en la fase inicial del ejercicio del don hay un plan demoníaco para subyugar el instrumentum y una serie de actos supersticiosos y mágicos mediante los cuales se hace un pacto implícito (Directrices, n. 93) con el demonio porque los medios utilizados son naturalmente desproporcionados con respecto al fin que se pretende alcanzar. La mayoría de las veces, en esta etapa, los actos supersticiosos promovidos por el diablo son el culto notorio del arte notorio y el culto a la curación (Directrices, nos. 122-125), ya que el diablo captura la curiosidad del instrumentum para empujarlo a tratar de adquirir ciencias y conocimientos ocultos Pero, sobre todo, utiliza el deseo natural del corazón humano de hacer el bien. Es significativo que un gran número de trabajadores ocultistas hayan comenzado a practicar actos mágicos por un deseo desinteresado de sanar a otros, de servir a la gente, de ayudarlos.
Si miramos el proceso evolutivo desde el punto de vista psicológico, moral y espiritual del ocultista, podemos ver que un gran número de ellos han padecido de mediumnidad desde los primeros años de su vida y luego entraron más tarde en el ejercicio de prácticas esotéricas con fines altruistas pensando en curar a las personas.
En esta etapa suelen aparecer algunos signos de acción extraordinaria del demonio, sobre todo de carácter vejatorio u obsesivo. También puede aparecer un estado de posesión o infestaciones de los lugares donde habita el instrumentum.
Una característica fundamental de la fase es que el instrumentum comienza a sufrir un deterioro psicofísico gradual, progresivo y naturalmente inexplicable. A menudo son precisamente estos acontecimientos de sufrimiento ocasional de acción extraordinaria del demonio los que alertan al instrumentum sobre el origen preternatural del don del que no era consciente hasta entonces.
El "señor manifiesto"
Al final de la fase de ejercicio del don, el instrumentum suele tener una experiencia en la que le queda claro que no es el dueño del don, sino que lo ha recibido de otro. Este otro puede manifestarse de diversas maneras, pero por lo general se manifiesta como un ser personal y espiritual, comunicándose, teniendo libertad para actuar y revelándose detrás del don.
En este acontecimiento, o en esta serie de acontecimientos, el instrumentum aprende que el don que creía tener es en realidad una acción realizada por el espíritu que lo guía, y entonces descubre claramente su condición, es decir, la de ser su instrumento.
Normalmente, el espíritu no revelará inmediatamente su naturaleza demoníaca, sino que tratará de ocultarla, pero continuará fortaleciendo la sumisión a través de la promoción de alianzas cada vez más explícitas, el otorgamiento de nuevos dones, la promoción de un cambio de mentalidad y la generación de una sensibilidad afín a sus intereses demoníacos.
El espíritu, en esta etapa, puede pretender ser un ángel o un santo o un difunto o un antepasado o un ser de luz o cualquier otra personalidad similar. Sin embargo, capta la voluntad del instrumentum a través de los dones ofrecidos e influye progresivamente en su mentalidad y afectos para hacerlo cada vez más oscuro, cada vez más demoníaco.
Si el diablo ha alcanzado una afinidad espiritual suficiente con el instrumentum, puede manifestar su verdadera identidad y proponer un pacto demoníaco explícito. A menudo, los demonios no llegan a esta revelación definitiva de su verdadera identidad, porque les basta con mantener a las personas atrapadas en la red de la magia y la superstición, y también porque a través del instrumentum pueden seguir dañando a otros.
Sin embargo, cuando lo logran y el instrumentum acepta libremente el pacto con ellos, entonces la sumisión se hace más completa y Satanás logra obtener uno de sus mayores tesoros, porque el instrumentum se convierte en un esclavo que lo adora y sirve a su reino, un trabajador demoníaco cada vez más obstinado y cada vez más convencido (Summa Theologica, 1° q. 64) en el que puede confiar incondicionalmente.
En esta etapa el instrumentum es movido por el demonio muy libremente y sin ninguna oposición, ya que en el instrumentum se produce una transformación moral y espiritual. Sucede que su asociación libre y decidida con la rebelión del diablo contra Dios y su reino inicia un estado de condenación, que se expresa precisamente en el dolor de la corrupción de las facultades superiores del alma a través del oscurecimiento del intelecto y el endurecimiento de la voluntad hasta tal punto que solo por un milagro excepcional de la gracia podría salvarse.
Para el diablo, estos esclavos están casi confirmados en desgracia, y la unión que se genera es tan fuerte y estrecha que, siendo verdaderamente transformadora, genera en el instrumentum una personalidad formalmente demoníaca y establece una nueva etapa de vida común entre el diablo y su instrumentum. Por extraño que parezca, se genera una configuración espiritual entre el diablo y su víctima que es primordialmente interna, pero que al final también se expresa en características externas.
Proceso de seducción
Estas observaciones que hemos hecho pueden ayudarnos a comprender el proceso de seducción diabólica que puede experimentar el operador oculto. Es un hecho que la experiencia de cada persona será diferente. No podemos pensar que todos los trabajadores ocultistas hayan seguido un proceso puntual como el mencionado anteriormente. De hecho, muchos de ellos nunca alcanzan la mediumnidad y ni siquiera reciben los dones del mal, a pesar de los pactos y artes esotéricas que practican. Sin embargo, creemos que el proceso descrito anteriormente presenta una generalidad congruente con las bases antropológicas del desarrollo moral de la persona y con la modalidad típica de la acción demoníaca.
En este sentido, hay que decir que el proceso es gradual y progresivo encaminado a obtener garantías cada vez más ciertas de la perdición de la víctima, así como a convertirla en su instrumento para dañar a otros y lograr la deseada sumisión con la que se jacta de reinar sobre ella. En este sentido, es necesario comprender todo el proceso de seducción en el contexto de una relacionalidad espiritual instrumental, moral y posesiva.
La mediumnidad es una forma de ejercer la acción extraordinaria del demonio
Después de haber hecho este camino descriptivo, podemos volver a nuestra definición. Por mediumnidad entendemos lo siguiente: una cualidad por la cual una persona es apta para ser el sujeto pasivo de cierta acción del demonio que le manifiesta conocimiento oculto y mueve sus facultades inferiores, tanto cognoscitivas como sensibles, para comunicarse con el sujeto pasivo, o con otros a través de él, y que también puede mover su cuerpo para lograr ciertos fines.
Sobre la base de esta definición y del proceso esbozado anteriormente, hay que decir en conclusión que la mediumnidad es, desde el punto de vista del instrumentum, una cualidad que surge de su relación con el demonio, pero, desde el punto de vista del diablo, es una forma de ejercer una acción extraordinaria de tipo obsesivo y posesivo que se realiza con poca o ninguna violencia. sino más bien de una manera seductora para esclavizar a la víctima y llevarla a la libre sumisión a través de regalos.
Entonces podemos volver al punto de partida. El término psíquico pone más énfasis en los aspectos cognitivos y emocionales del fenómeno obsesivo demoníaco, con la nota seductora (Directrices, n. 61-65), mientras que el término mediumnidad pone más énfasis en los aspectos propiamente posesivos con los que una persona puede ser movida o hecha hablar por el diablo (Directrices, n. 52).
Sin embargo, ambos aspectos se integran en el fenómeno de la mediumnidad junto con los aspectos curativos del médium curador, que lo inclinan al culto a la curación.
Dicho esto, podemos establecer una nueva relación. El instrumentum sería el sujeto que, aquejado de mediumnidad, comienza a ser utilizado por el demonio para llevarlo a la sujeción.
Cuando el instrumentum comienza a practicar actos mágicos y supersticiosos, entonces comienza su condición de operador oculto. En este sentido, no todos los obreros ocultistas son instrumentums, porque no todos tienen esta condición de mediumnidad, y no todos los instrumentums se convierten en verdaderos obreros ocultistas.
Por qué algunos reciben dones demoníacos y otros no, incluso dentro de aquellos que los adoran, sigue siendo un misterio. Sin embargo, es evidente que el obrero ocultista que posee la mediumnidad y por lo tanto es un verdadero instrumentum, que también ha establecido el verdadero temor, se convierte en un hijo amado de Satanás.
La mediumnidad en la comunidad cristiana
Es posible que el fenómeno de la mediumnidad se presente en algunos miembros de comunidades cristianas, así como en personas de vida consagrada o en los mismos ministros sagrados.
Estos, a menudo, sin saberlo, han servido a propósitos demoníacos dentro de las propias comunidades para distorsionar la fe de los fieles, corromper sus actos religiosos y degradarlos a prácticas supersticiosas, o generar división y cisma.
Los psíquicos no siempre provienen de entornos esotéricos. Pueden desarrollar su mediumnidad en un contexto que favorezca el culto a la curación en términos de prácticas supersticiosas, como ciertos grupos de oración, especialmente en el campo de la liberación y la curación, donde a veces se buscan y buscan dones de manera desordenada con un deseo de poder y protagonismo.
Esto puede suceder espontáneamente, es decir, el instrumentum entra en contacto con el ambiente eclesial sin haber ejercido previamente su mediumnidad en otros ámbitos, pero teniendo un cierto bagaje.
Pero también puede darse el caso de personas que han tenido mediumnidad y que, en una etapa anterior de sus vidas, practicaron el ocultismo y, posteriormente, sin una conversión real, transfirieron su experiencia esotérica a la esfera eclesiástica, conservando el presunto don de la mediumnidad que ahora se interpreta como carisma.
Hay varios ejemplos conocidos de eventos mediúmnicos, incluso en grupos en los que se rezaba el Rosario, en los que los participantes estaban realmente convencidos de que la Santísima Virgen o los Santos hablaban a través del médium, comunicando mensajes piadosos.
Sin embargo, detrás de estos eventos mediúmnicos, el instrumentum siempre tuvo un propósito demoníaco. A veces se trataba de inculcar el error en la fe, a veces de separar a la comunidad de sus pastores, a veces de generar una práctica confusa, extraña, nueva, supersticiosa o abiertamente espiritualista.
"Carismas" exorcistas
En este sentido, debe evitarse cualquier gesto, aprobación, promoción o ejercicio de los llamados "carismas" exorcistas. No nos estamos refiriendo aquí al fenómeno de las gracias "gratis datae", tal como han sido expuestas por los autores probados de la teología espiritual, sino a las nuevas opiniones expuestas en el exorcismo por algunos autores modernos que no tienen ninguna base teológica, sino que apelan solo a experiencias subjetivas.
Los llamados "carismas" exorcistas no tienen fundamento en la tradición de la Iglesia, ni en la teología ni en autores probados, sino sólo en una fenomenología fuertemente influenciada por el demonio e interpretada subjetivamente según los mismos criterios.
Por esta razón, la recta razón exige que sean considerados como una posible sugestión generada por la teatralidad demoníaca durante los exorcismos mismos, como un fenómeno mórbido, o como mediumnidad.
En el contexto de los supuestos carismas exorcistas, vale la pena detenerse en el fenómeno de la canalización, es decir, la canalización, que es un fenómeno típico de la mediumnidad. Es preocupante que, como categoría espiritista, haya llegado a tener un lugar en la práctica de algunos exorcistas católicos.
El canal es un cierto tipo de médium que afirma ser un médium físico para la manifestación de una realidad espiritual o para la liberación de una acción demoníaca.
Es un instrumento que expone la propia integridad psicofísica a ser influenciada por la realidad preternatural como presunto medio de discernimiento, revelación o liberación. La canalización es la acción mediante la cual se lleva a cabo esta mediación.
Prestando atención al fenómeno, podemos observar que el canal es una determinada persona que posee una cualidad intrínseca que la hace apta para ser sujeto pasivo de cierta acción demoníaca por la cual se manifiesta cierto conocimiento oculto, pudiendo su cuerpo ser movido o acosado e incluso hecho hablar con los mismos fines o con aparentes propósitos de mediación para la liberación de otros.
Es evidente, por tanto, que se satisfacen todos los elementos de la definición de mediumnidad que hemos indicado, además de que integra en sí misma los signos típicos de la posesión demoníaca.
Puede manifestarse en menor medida en forma de diversos síntomas como eructos, vómitos, diarrea, rugidos, aullidos, sonidos de animales, sensaciones en ciertas partes del cuerpo por medio de las cuales el canal se está convirtiendo aparentemente en un medio de comunicación de información valiosa para la liberación de otros o para efectuar la liberación misma.
Así, un canalizador puede sentir cierto dolor en una parte del cuerpo y creer que es un canal para develar una aflicción demoníaca sufrida en esa parte del cuerpo por alguien más presente, o puede comenzar a vomitar e interpretar que es un canal de liberación para los demás.
La ignorancia, la falta de discernimiento y una práctica imprudente de exorcismo que da excesivo y desordenado protagonismo a los demonios durante la celebración de exorcismos u oraciones de liberación ha llevado a algunos exorcistas a utilizar la práctica de la canalización en sus exorcismos, utilizando auxiliares mediúmnicos o incluso personas poseídas utilizadas explícitamente para este fin.
Aún más graves han sido los casos en que algunos exorcistas han inducido a otros a desear la mediumnidad con el pretexto del carisma exorcista, que conduce a posesiones reales. El problema puede llegar a ser tan grave que, en el pasado, sacerdotes, monjas, mujeres consagradas e incluso exorcistas con rasgos establecidos de sumisión al diablo han tenido que ser exorcizados debido a estos engaños.
Además, en algunos lugares, la práctica de la canalización se ha vuelto tan escandalosa que las celebraciones de exorcismos rituales o oraciones de liberación se han convertido en verdaderas sesiones de espiritismo en las que el médium, el poseído, o incluso varios poseídos al mismo tiempo, son utilizados como canales para que los demonios, los presuntos difuntos, Los ángeles, los santos, las almas errantes o las almas supuestamente condenadas pueden hablar.
Baste recordar lo que se afirma en el n. 14 del Rituale Romanum, que citaremos textualmente, pero además de esta norma explícita, es evidente que incluso externamente este tipo de sesiones no difiere en nada de las sesiones espiritistas y espiritistas, excepto por el hecho de que son presididas por sacerdotes católicos y se celebran en nuestros templos, con el agravante de ser un gran escándalo. "14. El exorcista no debe detenerse en discursos largos o ociosos ni en cuestiones curiosas, especialmente en asuntos futuros y ocultos que no conciernen a su oficio; pero manda al espíritu inmundo que guarde silencio y que responda solo a lo que se le pida; y no le creáis si el demonio se hace pasar por el alma de algún santo o difunto o de un ángel bueno" (RR, 14).
Frente a estas formas ilícitas de operar sobre las personas poseídas, debemos decir que la práctica de la canalización no solo es una ofensa a la virtud de la religión, sino también una grave falta de caridad, ya que implica una instrumentalización de la persona al violentar su dignidad. Además, siempre conlleva un deterioro psicofísico que puede ser irreversible y puede terminar con la muerte del médium.
Las personas que han sido canalizadas han sido utilizadas ilícitamente, a veces incluso dentro de la Iglesia Católica. La mayoría de las veces fue necesario exorcizarlos y acompañarlos adecuadamente para devolverles su integridad, su salud psicofísica, moral y espiritual, explicándoles las razones por las cuales la práctica de la canalización siempre ha sido ilegal y dañina.
Criterios específicos para el discernimiento y el acompañamiento
En conclusión, presentamos algunos criterios específicos para el discernimiento y el acompañamiento pastoral. Para discernir si una persona sufre de mediumnidad, es aconsejable considerar los siguientes elementos, además de los ya mencionados:
Desde un punto de vista fenomenológico, es útil señalar los tipos comunes de mediumnidad. Normalmente hay videntes, psíquicos, médiums auditivos, zahoríes, nigromantes, espiritistas, canalizadores, sanadores y liberadores.
El primer grupo incluye a aquellos que son movidos principalmente en sus sentidos internos y en su cognición sensible.
El segundo grupo incluye a aquellos que son movidos en sus cuerpos para que los demonios puedan expresarse.
El tercer grupo está formado por aquellos que tienen el supuesto don de alcanzar la curación.
Es necesario tener en cuenta el proceso evolutivo dinámico del don presunto, observando su manifestación al inicio y su desarrollo y ejercicio en el contexto de la historia de vida de la persona. En este sentido, es necesario considerar sobre todo los momentos en los que la persona toma conciencia de su don y comienza a ejercerlo, junto con las formas en que se ejerce, a menudo a través de prácticas extrañas y en todo caso ajenas a la fe católica.
En el caso de un bautizado, se debe tener en cuenta el proceso espiritual de la vida cristiana de la persona. El nivel de adhesión volitiva al don presunto debe considerarse relevante, recordando que el fenómeno de la mediumnidad, por las razones explicadas anteriormente, tiende a generar deseo y apego a los dones junto con una dependencia vital de los mismos que luego se convierte en una codependencia explícita de la causa preternatural demoníaca. Cabe señalar que para la eficacia del ejercicio del don, la vida moral y espiritual del instrumentum es irrelevante.
Hay que tener en cuenta el contexto familiar, ya que la experiencia demuestra que culturalmente la mediumnidad está enraizada en las tradiciones familiares.
Hay que considerar que el don presunto, en el caso de la verdadera mediumnidad, se ejerce como un cierto poder o potencia recibida de una fuerza oculta y que debe ser desarrollado. Para desarrollarse, por lo general es necesario aprender un cierto arte que a veces parece aprenderse de forma innata. Puede ejercerse de manera desinteresada o interesada, pero suele fijarse en el interés, principalmente económico o de otro tipo de beneficio.
Una vez comprobado que se trata de un fenómeno de mediumnidad, o si hay indicios suficientes para considerarlo probable, se puede hacer lo siguiente:
Se invite a los fieles a renunciar a los llamados dones y a asumir una vida conforme a la virtud de la religión. Es importante hacer entender al instrumentum que la pretensión de poseer poder espiritual es totalmente ajena al Evangelio y cercana al pensamiento de Satanás. La renuncia decidida y constante a los dones es decisiva, tanto para la conversión moral como para la superación de la acción extraordinaria del demonio, de la que probablemente sea víctima.
Después de haber hecho las renuncias antes mencionadas, se debe proceder al exorcismo diagnóstico sobre la base de los signos probables o, si se ha alcanzado la certeza moral, con los exorcismos hasta alcanzar los signos de la liberación.
A través de una catequesis adecuada, se debe realizar un cambio de mentalidad para abandonar el pensamiento mágico y comenzar a ser verdaderamente cristianos, invitando, si es posible, a la familia a este camino de cambio de mentalidad.
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APÉNDICE 1
LOS AUTÉNTICOS FENÓMENOS MÍSTICOS
Obviamente, todo lo que se ha dicho hasta ahora tan magistralmente por el padre Andrés Esteban difiere radicalmente de los fenómenos místicos de orden sobrenatural que algunos santos han experimentado durante su vida. Tales fenómenos no son el resultado de la voluntad humana, ni pueden ser inducidos por técnicas particulares. Además, su objeto es siempre de orden sobrenatural o íntimamente anexionado, y su origen, a diferencia de los fenómenos mediúmnicos, no es diabólico, sino divino.
Dios no usa los fenómenos mediúmnicos para revelar al hombre las realidades del orden sobrenatural. El objetivo de los fenómenos místicos sobrenaturales es alguna comunicación de Dios que sea útil para confirmar la fe cristiana o la santidad de vida de alguna persona. El autor de estos fenómenos no es el hombre ni el diablo, sino Dios.
En los fenómenos mediúmnicos el sujeto es activo, mientras que en los fenómenos auténticamente místicos el sujeto es predominantemente pasivo.
Estos fenómenos místicos de orden sobrenatural no son frecuentes porque normalmente no entran dentro de la naturaleza de la dimensión sobrenatural, constituida por la gracia santificante, el dinamismo de las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Esto significa que no son parte de la vida cristiana ordinaria.
Se trata de fenómenos bastante excepcionales, que también se denominan "gratiae gratis datae" (gracias dadas gratuitamente).
No son objeto de mérito. No importa cuánto los desee el hombre o se esfuerce por obtenerlos, no se le dan a menos que Dios se los conceda libremente.
No hay ninguna técnica que pueda permitirte tenerlos.
Se trata de visiones, locuciones, revelaciones u otros fenómenos místicos de orden corporal como estigmas, bilocación, éxtasis, osmogénesis (emanación de un dulce perfume de origen sobrenatural), escrutinio de corazones acompañado de conocimientos ciertos e infalibles, agilidad (capacidad de desplazarse de un lugar a otro en tiempos imposibles desde el punto de vista científico), curaciones extraordinarias de enfermos, etc. Suceden de repente y no puedes resistirte a ellos.
Si una persona trata de obtenerlos a través de sus propias industrias, inmediatamente tendremos una señal clara de que no son de Dios.
APÉNDICE 2 QUÉ ES LA CANALIZACIÓN
"La canalización" es una nueva forma de espiritismo difundida por el movimiento esotérico de la Nueva Era. Mientras que el espiritismo clásico significa ponerse en contacto con las almas de los muertos, "canalizar" significa poder entrar en contacto a voluntad no sólo con los difuntos (aquellos que, según el esoterismo, están esperando la reencarnación o aquellos que han salido del ciclo de la reencarnación), sino también con los espíritus de la naturaleza (gnomos, duendes, duendes, etc.), con extraterrestres, con ángeles, con Dios Padre, con Jesucristo, con el Espíritu Santo (obviamente no entendido como la Primera, Segunda y Tercera Personas de la Santísima Trinidad, sino entidades cósmicas), con Nuestra Señora o con los grandes Maestros superiores (reunidos en la Gran Fraternidad Blanca, o Logia Blanca universal) que guiarían a la humanidad hacia un destino mejor. Miras hacia el más allá como si pudieras sintonizar un canal de radio o televisión. La "canalización" es el proceso de recibir información de estas entidades que están en un nivel de realidad diferente al ordinario, físico, es decir, que están en otra dimensión. Los elementos que hacen posible la "canalización" serían: - un "canal" o "canalizador" (lo que en el espiritismo clásico se llama "médium"), capaz de sintonizarse en otra dimensión, es decir, en un nivel superior al mundo físico para recibir sus mensajes; - una entidad no física, una fuente de mensajes, situada en la otra dimensión; - un mensaje de la entidad al canalizador.
A primera vista parecería que no hay nada muy diferente del espiritualismo clásico, pero lo que es nuevo es que este tipo de espiritualismo se utiliza para interpretar todos los fenómenos de la historia de las religiones en los que una entidad superior -se llame o no Dios- habla con la voz de otra persona. Según esta teoría, Jesús es un canalizador enviado a la tierra para transmitir los mensajes de una entidad llamada "Dios Padre". Pentecostés sería un fenómeno de canalización colectiva. La Pitia de Delfos habría servido como un "canal" a la entidad Apolo. Profetas como Mahoma, místicos como San Juan de la Cruz, fundadores de nuevas religiones como José Smith, iniciador del mormonismo, también serían "canalizadores" o "canalizadores". Ahora, sin embargo, según el movimiento esotérico de la Nueva Era, ha comenzado una nueva era en la que nos daremos cuenta de que todos somos capaces de comunicarnos con los demás habitantes del Gran Todo Universal, tanto en el mundo visible como en el invisible, de ayer y de hoy, y esto se debe a que cada uno de nosotros es un "canal", una estación adecuada para recibir mensajes del Cristo. Desde ángeles, muertos, espíritus de la naturaleza, extraterrestres, etc. Todos los engaños a través de los cuales el que habla es siempre y solo Satanás disfrazado de Cristo, de ángel bueno, de alma de los muertos, de espíritus de la naturaleza, de extraterrestres.