Destacado sacerdote mexicano alerta: “el satanista se siente amo, pero es un esclavo del demonio”
El mexicano Rogelio Alcántara, ordenado sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México el año 1986, es autor del libro ¿De qué diablos estamos hablando? Principios de demonología y exorcismo, que constituye un sólido manual para conocer la enseñanza católica sobre estos temas complejos y muy desconocidos, tanto para el gran público como para los propios creyentes. En su obra -ya citada en Portaluz- analiza lúcidamente el fenómeno del satanismo contemporáneo.
El padre Alcántara es doctor en Teología y en Humanidades por la Universidad Gregoriana, entre otras titulaciones académicas superiores. Además de sus cargos pastorales parroquiales y diocesanos, fue director de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de México, es consultor de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), profesor y conferenciante en diversos organismos y países.
Según define este teólogo mexicano en el referido libro, el culto satánico "consiste en la adoración, veneración o evocación del demonio realizada con plena conciencia de dirigirse a él; en otras palabras, este culto es el conjunto de rituales para relacionarse con Satanás". Con ello se refiere al satanismo explícito, en sentido estricto. Porque también existe un satanismo en sentido amplio -complementa- que "puede realizarse creyendo, por ignorancia, que se le rinde culto a ídolos, a la muerte o a fuerzas desconocidas". Al respecto, en el último capítulo del libro incluye fenómenos como el neopaganismo y la brujería, cuyas prácticas pueden llegar a ser "sumamente crueles".
¿Cuál es la finalidad del culto satánico?
La pretensión de los satanistas es la de "manejar las leyes de la naturaleza, conocer cosas ocultas, alcanzar 'favores' por la acción extraordinaria del demonio, etcétera". Y lo hacen "a través de ritos", que van "desde el ofrecimiento de velas de colores hasta el sacrilegio de la sagrada Eucaristía, la profanación de cadáveres, el abuso a menores y mujeres vírgenes o incluso homicidios", afirma padre Rogelio en su obra.
Entre las acciones más destacadas se encontraría la llamada "misa negra", que el padre Alcántara define como "una imitación burlona de la misa católica", y en la que -destaca- "usan como altar a una mujer desnuda, invocan a diversos demonios y llaman a Satanás con el 'Padre nuestro que estás en el infierno...', se dicen blasfemias contra Jesucristo, se profanan con odio objetos sagrados y muy particularmente las hostias consagradas que roban de las iglesias".
La pluralidad del satanismo
En su manual, Rogelio Alcántara explica que, sin embargo, la realidad del satanismo no se limita a esos rituales que cita, ya que hay una gran pluralidad de corrientes y grupos, cuyas creencias varían "desde los que consideran al demonio como un símbolo o una fuerza, hasta los que lo consideran como un ser real con el que pueden tener una relación 'comercial'". Por eso, "algunos de los ritos de estos grupos satánicos tienen como finalidad 'liberar' al hombre de los condicionamientos religiosos, morales o culturales", explica.
Entre los movimientos satánicos destacan, por un lado, los luciferinos, quienes "afirman que Dios tuvo dos hijos gemelos: Jesús -el menor-, que le robó el lugar con engaños a Lucifer -el mayor-. Lucifer quería iluminar a los hombres, pero éstos se dejaron engañar por Jesús". Desarrollando esta convicción, sus seguidores aseguran "que la luz de Cristo es mala porque trae sufrimiento, en cambio la luz de Lucifer libera, por eso atacan a Cristo y a su Iglesia", informa en su obra padre Alcántara.
Por otro lado -prosigue el autor- están los satanistas, quienes sostienen que "hay dos dioses con igual poder: Jesús, el dios malo, y Satanás, el dios bueno porque libera y da felicidad al hombre", algo que intentó en el paraíso. En esta línea, "sus rituales sumamente violentos buscan recuperar el poder que Cristo le ha quitado a Satanás", y éste supuestamente los liberaría, haciéndolos autónomos.
También existe lo que el teólogo mexicano denomina "satanismo racional", una postura que "afirma que Satán es el adversario de Dios, pero sin ser un ángel sino una actitud personal contra Dios". Desde el punto de vista cristiano, unos y otros tipos de satanismo coinciden en su carácter de idolatría, "porque atribuyen a Satanás, que es una simple creatura, poderes y características que sólo son de Dios", advierte Alcántara.
¿Es una religión?
El P. Rogelio Alcántara (en imagen anterior sosteniendo el libro al que refiere esta crónica) se pregunta, además, si los cultos satánicos pueden considerarse una religión, desde el prisma católico. Su respuesta es tajante: "No. El satanismo no es una religión". Y lo explica diciendo que "la religión es el conjunto de doctrinas que se han de creer y normas que se han de vivir para relacionarse de forma favorable con Dios".
En cambio, "el satanismo no quiere relacionarse favorablemente con Dios, sino rebelarse contra Él. Su elemento central es una inversión de los valores humanos y religiosos, lo que objetivamente es equivocado, malo y moralmente desordenado". No sólo eso: "el satanismo es una burlona imitación de la religión", ya que "toma todos sus elementos, ofrendándolos al demonio".
De forma que se puede decir que "la fe del satanista no es sobrenatural, sino meramente humana", y la persona que se mueve espiritualmente en este ámbito "la ejercita irracionalmente a través de ritos, supuestas 'plegarias' y 'liturgias', etcétera". Por otra parte, "tiene una fuerte carga emocional", ya que "todos sus ritos, símbolos, prácticas y creencias manifiestan la negación de la recta razón". Como ejemplos, el sacerdote pone la sed de poder, la búsqueda desmedida de dinero o de éxito, las aberraciones sexuales y el narcisismo exasperado.
Su dimensión moral... y hasta delictiva
En su estudio, el padre Alcántara también abunda en las implicaciones morales del culto satánico. Y lo hace citando directamente a Aleister Crowley (1875-1947), una de las principales figuras del ocultismo contemporáneo, que en su Libro de la Ley afirma: "No existe ninguna ley excepto 'haz lo que quieras'. ¡Sé fuerte, hombre! Desea y goza todo lo de los sentidos y del éxtasis: no temas que algún Dios te castigue por ello".
Poniendo en el centro de todo la propia voluntad individual, Crowley llama a que cada ser humano sea "una estrella por sí mismo", y hace la siguiente exhortación brutal a sus lectores: "Excluye la misericordia: ¡condenados aquellos que tienen compasión! ¡Mata y tortura: no perdones a nadie!"
El sacerdote y teólogo mexicano también denuncia la inmoralidad de algunas afirmaciones del célebre satanista Anton S. LaVey (1930-1997), fundador de la Iglesia de Satán y representante del "satanismo racional", quien aseguraba en su Biblia Satánica que "el satanista cree en la completa gratificación de su ego, vive la vida como una fiesta, sin renunciar a ninguna satisfacción y sin cultivar ese inútil amor por cada hombre que es imposible y absurdo".
Según Rogelio Alcántara, "el satanista se siente amo, pero es un esclavo del demonio". Y aclara que "muchos terminan sacrificados o son inducidos al suicidio con la 'promesa' de que tendrán un gran puesto en el reino del infierno. Como consecuencia de la participación en ritos satánicos, el hombre queda indefenso y extremadamente vulnerable a la acción extraordinaria del Maligno".
Esto tiene consecuencias mucho más allá de lo personal, afectando negativamente a la sociedad. Por ello, "las autoridades civiles han de estar muy atentas a las sectas satánicas", observa el sacerdote. "Porque suelen cometer innumerables delitos, a veces de naturaleza patrimonial, otras de naturaleza sexual. No es extraño que cometan homicidios rituales especialmente con niños y jóvenes, y delitos contra el respeto a los difuntos".
¿Es peligroso participar en un culto satánico?
El P. Rogelio Alcántara también aborda en su libro lo que puede suponer "participar en un culto satánico o asistir a él como espectador", y responde sin dudarlo que se trata de algo "muy grave". La razón principal es que "todo culto satánico, sea de los satánicos propiamente hablando, sea de los grupos idolátricos, implica un rechazo del único y verdadero Dios". Algo sobre lo que han advertido la Sagrada Escritura, los Padres de la Iglesia y el Magisterio.
Por eso, para un católico la cuestión está clara: pertenecer a un grupo satánico o acudir a alguna de sus actividades "es un pecado gravísimo contra el primer mandamiento", entra en la categoría de pecado mortal. Dar culto a Satanás -no importa la forma que se emplee ni las circunstancias- "no es cualquier cosa. No se trata de simple debilidad humana, se trata de una opción libre y radical contra Dios y, por tanto, objetivamente es un gravísimo pecado mortal".
Esto tiene otras consecuencias cuando hay "ritos sacrílegos" que implican la profanación del sacramento de la Eucaristía, ya que esto supone a quien participa en los actos satánicos la excomunión latae sententiae (es decir, ipso facto, sin necesidad de declararse), y además "se trata de un pecado que no puede perdonar cualquier sacerdote u obispo, sino únicamente la Santa Sede".
Por último, el padre Alcántara recuerda que "quienes participan en estos grupos quedan a merced del demonio y de su acción extraordinaria". Algo a tener en cuenta en el mundo actual, ya que "el hombre que va dejando de creer en Dios, es muy fácil que se postre ante cualquier ídolo atrás del cual estará el demonio ávido de hacerlo su presa".