Seamos como José que "confía en Dios, que acepta el sueño de Dios sobre su vida", alienta el Papa Francisco
La enseñanza sobre San José que ha comunicado Papa Francisco durante la Audiencia General, se desarrolla en la estela del ciclo jubilar dedicado a «Jesús, nuestra esperanza», teniendo por hilo conductor el Evangelio de Mateo. El texto toma partido por José, "el hombre que asume la paternidad legal de Jesús, injertándolo en el tronco de Jesé y vinculándolo a la promesa hecha a David", explicó el Vicario de Cristo.
José - advierte el santo Padre- pertenece "a la estirpe de los que, según el apóstol Santiago, «ponen en práctica la Palabra» (cf. Stg 1,22), traduciéndola en hechos, en carne, en vida. José confía en Dios y obedece". También nosotros -concluye- "pidamos al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento de nuestro bautismo, vive y crece en nuestras vidas".
PAPA FRANCESCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 29 de enero de 2025
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[El siguiente texto también incorpora partes no leídas que se consideran pronunciadas]
Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. I. La infancia de Jesús. 3. «Le pondrás por nombre Jesús» (Mt 1,21). El anuncio a José
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy seguiremos contemplando a Jesús en el misterio de sus orígenes, narrado por los Evangelios de la infancia.
Mientras que Lucas nos lo muestra desde la perspectiva de la madre, la Virgen María, Mateo, en cambio, se sitúa en la perspectiva de José, el hombre que asume la paternidad legal de Jesús, injertándolo en el tronco de Jesé y vinculándolo a la promesa hecha a David.
Jesús, en efecto, es la esperanza de Israel que se cumple: es el descendiente prometido a David (cf.2 Sam 7,12; 1Cr 17,11), que hace que su casa sea «bendita para siempre» (2 Sam 7,29); es el brote que nace del tronco de Jesé (cf. Is 11,1), el «vástago legítimo» destinado a reinar como verdadero rey, que sabe ejercer el derecho y la justicia (cf. Jr 23,5; 33,15).
José entra en escena en el Evangelio de Mateo como novio de María. Para los judíos, el compromiso era un verdadero vínculo jurídico, que preparaba para lo que sucedería un año más tarde, es decir, la celebración del matrimonio. Era entonces cuando la mujer pasaba de la custodia de su padre a la de su esposo, mudándose a su casa y haciéndose disponible para el don de la maternidad.
Fue precisamente durante este tiempo cuando José descubrió el embarazo de María, y su amor se vio sometido a una dura prueba. Ante tal situación, que habría llevado a la ruptura del compromiso, la Ley sugería dos posibles soluciones: o bien un acto jurídico público, como citar a la mujer ante el tribunal, o bien una acción privada, como entregar a la mujer una carta de repudio.
Mateo define a José como un hombre «justo» (zaddiq), un hombre que vive según la Ley del Señor, que se inspira en ella en todas las ocasiones de su vida. Por tanto, siguiendo la Palabra de Dios, José actúa ponderadamente: no se deja vencer por sentimientos instintivos ni teme llevarse a María con él, sino que prefiere dejarse guiar por la sabiduría divina. Opta por separarse de María sin clamores, es decir, en privado (cf. Mt 1,19). Y esta sabiduría de José le permite no equivocarse y hacerse abierto y dócil a la voz del Señor.
De este modo, José de Nazaret nos recuerda a otro José, hijo de Jacob, apodado «señor de los sueños» (cf. Gn 37,19), tan amado por su padre y tan odiado por sus hermanos, a quien Dios elevó sentándolo en la corte del faraón.
Ahora bien, ¿qué sueña José de Nazaret? Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con el milagro que realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de custodiar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual. El vientre de su esposa está grávido de la promesa de Dios, una promesa que lleva un nombre con el que se da a todos la certeza de la salvación (cf. Hch 4,12).
Durante su sueño, José oye estas palabras: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Ante esta revelación, José no pide más pruebas, se fía. José confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor.
José, en todo esto, no profiere palabra alguna, sino que cree, espera y ama. No habla con «palabras al viento», sino con hechos concretos. Él pertenece a la estirpe de los que, según el apóstol Santiago, «ponen en práctica la Palabra» (cf. Stg 1,22), traduciéndola en hechos, en carne, en vida. José confía en Dios y obedece: «Su vigilancia interior por Dios... se convierte espontáneamente en obediencia» (Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Milán-Ciudad del Vaticano 2012, 57).
Hermanas, hermanos, pidamos también al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento de nuestro bautismo, vive y crece en nuestras vidas. ¡Gracias!
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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, que son muchos hoy. Pidamos al Señor, por intercesión de san José, que nos ayude a ser valientes y creativos para irradiar al Cristo que, desde nuestro bautismo, vive y crece en nosotros. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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Resumen leído en español por el Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
En esta catequesis seguimos reflexionando sobre los orígenes de Jesús. En los evangelios que hablan de su infancia, vemos que san Lucas lo hace desde la perspectiva de María y Mateo desde la óptica de san José. El "sí" de José al asumir la paternidad legal de Jesús, haciéndolo parte de la descendencia davídica, lleva a cumplimiento las promesas y la esperanza de Israel sobre la llegada del Mesías.
José era un hombre justo, obedecía la Ley del Señor. Sin embargo, su aceptación de la voluntad de Dios pasó por un momento de dura prueba, al saber que María, su prometida, estaba embarazada. A pesar de todo, su amor y su docilidad a la voz del Señor, que se le reveló en sueños, le permitió llevar adelante una paternidad fecunda, capaz de proteger a su familia y de transmitirle una herencia material y espiritual. De ese modo, José supo poner en práctica la Palabra de Dios durante toda su vida, expresándola en actos de fe, esperanza y caridad.
Fuente: Vatican.va