"En el gesto de la unción con el crisma se simboliza la comunicación del Espíritu Santo a quien lo recibe. Cristo es el ungido del Padre, y los cristianos somos ungidos a imitación suya. Cristo es la cabeza, el Espíritu Santo es el óleo perfumado y la Iglesia es el cuerpo de Cristo donde esa fragancia se difunde", enseña el Pontífice.
El Vicario de Cristo admite que las críticas, aunque a veces difíciles, son esenciales para el crecimiento personal y para la Iglesia en general. Incluso cuando enfrenta oposición directa, el Papa insiste en la importancia de la paciencia y la reflexión, recordando que algunas resistencias pueden contener críticas constructivas que benefician a la Iglesia.