Relato del joven absuelto y sanado por San Antonio tras automutilarse el pie con que agredió a su madre
La Basílica de Padua (Italia) dedicada a San Antonio contiene una joya del arte renacentista, donde destacan nueve altorrelieves en mármol que para los siglos conservan vívidos testimonios de la vida y milagros del Santo ... nacido en 1195 en Lisboa, Portugal, que se llamaba Fernando de Bulloes y quien a los 25 años adoptaría el nombre de Antonio, cuando se hizo franciscano.
El séptimo de esos altorrelieves esculpido por Tullio Lombardo en 1525 -según relata en Revista El Pan de los Pobres el franciscano conventual, fray Julio V.M. García-, representa uno de los milagros más populares del Santo, o posiblemente el más presente para sus devotos: San Antonio -como puede verse en la imagen central de este artículo-, vuelve a unir el pie a un joven que se lo había cortado, imponiéndose esta automutilación como castigo por haber pateado a su madre.
El hecho lo recoge también fray Juan Pecham en su biografía del Santo conocida como La Benignitas (c. 1280) y así lo relata:
“La noticia de una expiación tan exagerada se extendió de inmediato por la ciudad y llegó a oídos del siervo de Dios. Inmediatamente fue a buscarlo y, después de haber pronunciado una oración angustiada y devota, unió el muñón del pie a la pierna, haciendo a la vez la señal de la cruz...”
“¡Oh, maravilla! Tan pronto como el Santo puso el pie en contacto con la espinilla e hizo la señal del crucifijo y le frotó con sus sagradas manos por un tiempo, inmediatamente el pie del hombre quedó consolidado e insertado en la pierna, a tal punto que inmediatamente el hombre se puso de pie alegremente e ileso, caminand o y brincando, alabando y magnificando a Dios (Hechos 3, 8); y manifestando su inmenso agradecimiento al bendito padre Antonio, que tan milagrosamente lo había sanado”.