
por Equipo Portaluz
14 Noviembre de 2013Claudia Koll recita con devoción el “Padre Nuestro” arrodillada en un banco de una capilla en Italia. Esta oración predilecta de Jesús, es hoy su ancla y referente. ¡No es menor si consideramos que verbalizarla le salvó, según testimonia, de la muerte!
Nacida en Roma el 17 de mayo de 1965 a muy temprana edad, fue confiada al cuidado de su abuelita, quien, aunque padecía ceguera, se encargó de su educación. “Con ella -relata- veía con los ojos de la fe. Era muy devota de la Virgen de Pompeya y del Sagrado Corazón de Jesús”.
La telaraña del poseer y el placer
Mujer de pasiones se entregó en cuerpo y alma a ello... la actuación y los espejismos del mundo -éxito y dinero fácil- que pronto la encadenaron. Obtuvo su primer papel protagónico en 1992 en un filme erótico de Tinto Brass, llamado Cosí fan Tutte All lady do it. La fama fue inmediata, posicionándola como un ícono sexy. “Me fui de casa, porque mis padres no querían que fuera actriz. Viví de una manera bastante lujuriosa y traté de darle a mi carrera un fin transgresivo. Me convertí en una persona muy conocida en Italia, empecé a trabajar en televisión y en teatro. No quería tener familia... sólo me importaba la ganancia personal”.
Pronto su independencia generaría un desconcierto en su carrera, pero algo ocurrió -explica de forma muy reflexiva- durante la grabación de una película. “Estaba en una escena donde contestaba al teléfono y me decían que el hombre que amaba estaba en coma. Debía, en primer plano, expresar sufrimiento; pero mi corazón no respondía a lo que yo le mandaba. No sentí nada. Al rato, mi instructora de actuación se me acerca y me dice: «Claudia si no hay verdad en tu vida ¿Cómo puede haberla en tu trabajo?»”. La frase fue demoledora.
Una dura lucha, donde la fe es protagonista
Dios, como una suave brisa, comenzaba a proponer su guión a la vida de Claudia. “El Señor poco a poco comenzó a despertar mi conciencia. Una tarde regresé al hotel donde me hospedaba y reflexioné sobre cómo vivía, si era feliz, si era justo que traicionara mis principios y qué cosa era esta libertad que había buscado siempre. Por eso me había ido de casa y había hecho lo que quería ¿Por qué ahora no era libre de probar una emoción auténtica?”.
No obstante, episodios que se escapaban de toda lógica humana comenzaron a ocurrir. Su bajo estado de ánimo y el afán de encontrar respuestas a sus dudas coincidieron por desgracia, con duros ataques que provenían desde un siniestro lugar. “Fui atacada por las fuerzas del mal. Comencé a percibir una voz que se manifestó al inicio diciéndome que era una actriz famosa difunta”. (...) “Uno de esos días discutí con mi agente cinematográfica, en quien confiaba y quería mucho. No quedamos bien. Luego de regreso a mi habitación, oí a esta voz recriminándome por no haberle dicho que la odiaba. En ese momento le respondí: «Fui hecha para amar». Es ahí cuando la entidad se enojó manifestándose en su horroroso esplendor. Sentí que era la muerte, que había venido para matarme y entonces me atacó físicamente. Noté que una extraña fuerza me agarró las piernas y comenzó a aplastarme. Recuerdo que me asusté mucho, pues entendí que no era una ficción”.
El estremecedor retorno
Ya Benedicto XVI lo decía... «La razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será humana». De la misma manera viéndose expuesta a un algo que, amenazante, la superaba, en segundos el alma de Claudia activó el recuerdo y las certezas de fe que había dejado adormecidas por años... “Me volví a Dios como lo hacía mi abuela. Caminaba en la habitación, buscando detener esta fuerza que me arrastraba y me hacía muy mal. ¡Grité mi Padre Nuestro al Señor para ser liberada, y de repente esta fuerza desapareció!”.
Temblando, reconociendo su re-encuentro con la identidad de hija de Dios, recuerda que estrechó luego en sus manos un crucifijo. “Sentí así una gran paz que me envolvía, en esta paz descansé, advertí su presencia y sentí su abrazo espiritual”.
La búsqueda de la Verdad
Claudia narra que luego de esta experiencia liberadora supo que debía trabajar en sus fragilidades. Pero las tentaciones de no ser perdonada la aguijoneaban y pensaba que “viviría por siempre en pecado mortal”. Sin embargo la misericordia de Dios triunfante le salvó de naufragar en este mar de incertidumbres. “Me había acostumbrado a recibir sólo si daba. Entonces le dije a Dios «¿por qué lo has hecho?, ¡te quiero conocer!». Y así inicié un camino de búsqueda, en el que retorné a la Iglesia y a los sacramentos. Empecé a concurrir a la parroquia de Santa Anastasia y asistía a misa siempre”.
Tras su larga odisea, recibió con afecto el abrazo del padre, por medio de la confesión. “Sentí que mi corazón se abría y se llenaba de Jesús. Las rodillas se me doblaron, me tuve que sentar y empecé a llorar”.
La ficción versus el Evangelio
Desde aquel momento Claudia optó por no desnudarse en el cine. Quería escoger nuevos personajes y le fueron ofrecidos. “En ese período me llegó por ejemplo, el Cantar de los Cantares. Para interpretarlo era necesario estudiar, profundizar, porque cada palabra es densa, estaba llena de significado. Descubrí que también era necesario rezar. Esta armonía de estudio y oración me puso en contacto con la profundidad del Espíritu Santo".
Como fruto de su transformación, creó su propia academia de talentos llamada Star Rose Academy, y durante este 2013 ha recorrido las salas de teatro italianas presentando un musical que resalta la figura de San Maximiliano Kolbe. Además, animada por el Espíritu Santo, fue voluntaria en unas brigadas de ayuda salesianas que misionan en África, a favor de los enfermos de SIDA y de los niños abandonados a quienes apadrina. “Por sed de amor me vi envuelta en historias equivocadas. Quería probar emociones fuertes pero nadie me había enseñado a vivir. Lo más extraordinario para mí ha sido descubrir que el Señor venía en mi ayuda, a pesar de mi condición de gran pecadora”.
Fuente: Programa La Svolta, Canal italiano TV 2000.
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