Opinión

Dios nos ofrece la herramienta del Amor

por Néstor Mora Núñez 26-08-2025

El amor no puede estar ocioso. ¿Qué es lo que le impulsa a cualquiera a obrar incluso el mal, sino el amor? (CS 31,II,5) San Agustín, Comentarios al Salmo 31,II,5N.M.N.

 

Cuidado, San Agustín no está justificando el mal, sino que está profundizando en sus raíces. Argumenta que incluso los actos más perversos están motivados por una forma distorsionada o mal dirigida de amor. El ladrón ama lo que roba, el envidioso ama su propia superioridad (aunque sea ilusoria), el vengativo ama la satisfacción de la venganza. No es el amor-caridad que Dios nos señala como ideal, sino un amor-ansia egoísta. Un ansia que nos destroza.

En cualquier caso, tenemos una reflexión provocadora y profunda sobre la naturaleza del amor y su omnipresencia, incluso en actos que consideramos moralmente rechazables. San Agustín nos invita a considerar que el amor es una fuerza motriz fundamental del comportamiento humano, tanto para el bien como para el mal. El foco de nuestro amor puede estar equivocado y llevarnos a actuar mal. Por ejemplo, amar la fama y ver en la fama un falso beneficio para nosotros.

El amor es una fuerza dinámica y activa. No es una emoción pasiva o un sentimiento estático, como postula el romanticismo-emocionalismo actual. Siempre está en movimiento, buscando un objeto al cual dirigirse y manifestarse. El amor, por su propia naturaleza, busca expresarse y concretarse en acciones. La indiferencia y la pasividad, serían contrarias a la esencia misma del amor.

San Agustín, en otras obras, habla de la necesidad de un "orden del amor" ("ordo amoris"). Esto significa que debemos jerarquizar nuestros afectos y dirigir nuestro amor primero a Dios, luego a nosotros mismos (de manera sana y santa) y luego reflejarlo en el prójimo. Cuando este orden se altera, el amor se vuelve peligroso o porque puede ser fuente de sufrimiento y de mal.

Aunque el amor sea una fuerza poderosa, los seres humanos tenemos libre albedrío y la capacidad de elegir cómo dirigir nuestro amor. Somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones, incluso si están motivadas por una forma distorsionada de amor.

En el contexto de la evangelización digital, esta frase nos invita a reflexionar y preguntarnos:

¿Qué nos motiva a publicar, comentar, compartir en las redes sociales? ¿Es el amor-caridad enfocado a la Verdad, el deseo de conectar con los demás, o la búsqueda de validación, brillo personal, la necesidad de atención, la propagación de odio o desinformación? Debemos discernir qué tipo de amor está detrás de los contenidos que consumimos y compartimos. ¿Fomentan el bien común, la Unidad, Bondad, Verdad y Belleza, o alimentan el egoísmo, la división y la falsedad?

La evangelización digital puede ser una oportunidad para transformar el amor distorsionado en amor-caridad verdadero. debemos usar las plataformas en línea para promover la caridad, unidad, compasión, justicia y reconciliación. El foco comunicativo siempre debe ser Cristo, que es Camino, Verdad y Vida. Si nosotros nos convertimos en el foco comunicativo, tarde o temprano descarrilaremos. Es imprescindible orar al Señor para que Su Gracia nos guíe a comunicar la Buena Noticia.