Un padre acusa que su hija murió tras ingerir píldoras abortivas
Un padre de Papúa Nueva Guinea ha pedido a las autoridades sanitarias que investiguen la venta de medicamentos abortivos después de que su hija de 16 años muriera tras ingerir el medicamento abortivo Misoprostol.
Los hechos han sido informados por el Papua New Guinea Post-Courier, citando al padre de esta joven residente en Port Moresby. La adolescente acudió a su progenitor pidiéndole 500 kunas para comprar libros de texto, material de papelería, una nueva mochila y zapatos. “Siguió pidiéndolo durante algunos días y parecía triste, así que le di el dinero para comprar las cosas que había pedido, sin darme cuenta de que le di el dinero para comprar Misoprostol, que finalmente la mató", declaró el angustiado padre al Post-Courier.
“Después de haber perdido a mi hija, no quiero que otras familias pierdan también a sus hijas por culpa del aborto. Pido a las autoridades y al Departamento de Salud que, por favor, investiguen esto y averigüen cómo se está vendiendo Misoprostol en las calles, a plena luz del día”, añadió.
Por su parte, el médico jefe de urgencias del Hospital General de Port Moresby, el doctor Sam Yockopua, declaró al Post-Courier que el aborto inducido era un grave problema, pues muchas mujeres y niñas llegan al hospital con complicaciones como resultado de medicamentos como el Misoprostol.
“El aborto es ilegal en Papúa Nueva Guinea, como todos sabemos, y sin embargo hay gente que lo sigue practicando”, dijo el dr. Yockopua (en imagen arriba). “En el servicio de urgencias hemos visto a muchas pacientes que se presentan con hemorragias graves e infecciones desagradables. Recuerdo algunas mujeres jóvenes que finalmente sucumbieron a la muerte después de haber abortado en secreto y haberlo ocultado. La mejor manera de prevenir todo esto es realmente evitar el embarazo en primer lugar. Muy sencillo”, destacó el profesional.
Investigadores vs presidente Joe Biden
El Misoprostol es un fármaco inductor del parto que se utiliza en muchos abortos. En Estados Unidos, los centros de aborto administran a las mujeres misoprostol en combinación con otro fármaco abortivo, la mifepristona, que bloquea la hormona progesterona y básicamente mata de hambre al feto antes de expulsarlo del útero.
Un estudio de 2009 -"Immediate Complications After Medical Compared With Surgical Termination of Pregnancy" (Complicaciones inmediatas tras la interrupción médica del embarazo en comparación con la quirúrgica)-, publicado en Obstetrics and Gynecology, descubrió una tasa de complicaciones de aproximadamente el 20 por ciento para los fármacos abortivos. Las hemorragias y los abortos incompletos fueron algunas de las complicaciones más comunes.
A pesar de los riesgos -según denuncia el portal Life News- “la administración del presidente Joe Biden dejó recientemente de aplicar las normas de seguridad a los fármacos abortivos y comenzó a permitir que los centros de aborto los vendan por correo sin que la mujer tenga que ver a un médico en persona”.