Centro Madre Antonia, al encuentro de mujeres sometidas en la prostitución
Con la esperanza de que mujeres sometidas en la prostitución conozcan a Dios, se liberen, sabiéndose dignas de su amor y alcancen una vida buena y digna, el Centro Madre Antonia -ubicado en Margil, núm. 15-A, col. Centro en Ciudad de México- trabaja desde hace más de cinco lustros yendo a su encuentro para llevarles palabras de aliento y ofrecerles los servicios de ayuda con los que cuentan. Sobre esta labor contra la trata, fundamentada en la fe y el amor, conversó la hermana Aurea Rentón, una de las religiosas que encabezan el servicio.
Agrega que si bien el trabajo del Centro es arduo y complicado, en él se encuentran grandes satisfacciones, como el hecho de lograr que mujeres que no cuentan con documentos de identificación los obtengan. “Hay varias sin acta de nacimiento, lo cual es muy preocupante, porque eso significa que están condenadas a la clandestinidad; de manera que cuando los consiguen se les abren las puertas a la educación, empleo, a servicios de salud”. “Otra cosa alentadora -continúa narrando la hermana- es ver que se brindan apoyo entre ellas, como lo hicieron hace algún tiempo, cuando una falleció; se juntó entonces un grupo para hacerse cargo de lo necesario y contactar a alguien de su familia; aquí se le veló y se rezaron los rosarios”.
Entre las cosas que desmoralizan -puntualiza-, está el hecho de ver que son objeto de mucha violencia, sobre todo en la zona de La Merced, donde son maltratadas por sus padrotes (proxenetas, esclavistas), por efectivos de la Policía y por los propios clientes. A veces también entre ellas mismas se maltratan; esto es triste y luchamos porque no ocurra.
Comenta que una de las complicaciones sucede porque algunas son desconfiadas y se cierran. “Ocurre cuando se sienten vigiladas por sus proxenetas, conocidos comúnmente como 'padrotes', pues tienen miedo de que las vayan a reprender. Particularmente nosotros, como centro, no hemos tenido problemas con ellos, pues lo que hacemos básicamente es brindar ayuda y acompañamiento a las mujeres. A veces se nos acercan algunos hombres disimuladamente para escuchar lo que les decimos, y entonces a ellos también les damos información sobre la labor del centro, a fin de que sepan que nuestro único interés es brindar ayuda a estas mujeres.
“Desde luego -explica la religiosa-, el objetivo final es que ellas algún día abandonen todo ese sub-mundo, pero esto requiere todo un proceso, pues la problemática de la mayoría es muy compleja, toda vez que son el sustento de su familia. Aquí les brindamos las herramientas para que, si es su decisión, puedan hacerlo, como ya lo han hecho varias”.