Acedia, es "la perdición eterna" alerta padre Horacio Bojorge
Cuando Papa Francisco hizo pública su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, puso de manifiesto ya en el primer párrafo de ella, que solo quien se “encuentra” con Jesús y “se deja salvar por Él” es “liberado del pecado, de la tristeza, del vacío interior...”, pudiendo así testimoniar que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera...”.
En la vereda opuesta -explica el Papa (nrs. 81, 82 y 83 de la exhortación)- se encuentran quienes, paralizados por el egoísmo, terminan atrapados en un pecado que el Catecismo de la Iglesia Católica califica en su nr. 1866 como capital: la acedia.
Poco se habla de este extendido mal que Papa Francisco denuncia en la referida exhortación como “el más preciado de los elixires del demonio”. Esto, porque en esencia refiere al estado espiritual del hombre que da la espalda a Dios, “debido a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón” (CIC 2733). Con este pecado el alma es contaminada -alerta el Papa Francisco- por “una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera del corazón”.
Para profundizar sobre esta realidad de ruptura con Dios, Portaluz presenta su entrevista al sacerdote jesuita, uruguayo, Horacio Bojorge. Valorado predicador, exégeta, conferencista y escritor, que suele referirse a esta realidad de mal citada por el Papa en Evangelii Gaudium.
Es el no saber celebrar los bienes divinos (...) no tener amor por Dios, es una falta de la piedad (...) la tristeza o incapacidad de alegrarse con Dios (...) Es lo que pasa también en la cultura actual; el hombre de occidente ha perdido la capacidad de ser agradecido y de saberse recibido, como un ser que se recibe de sus padres, que se recibe de la patria, que se recibe de Dios; es un hombre impío (...) Es una actitud demoníaca que se comparte con el Demonio. Satanás es el acedioso por excelencia, es el demonio que dice, el ángel que dice: no serviré a Dios, no me someto a Dios, no lo serviré. Así que no reconoce su dependencia divina; por tanto, se enfurece y ve a Dios como un enemigo de su capricho o de su voluntad. Se empieza a ver a Dios como un rival, como un enemigo.
¿Por qué empezó a estudiar usted esta realidad del mal?
San Ignacio dice que es muy bueno estudiar los pecados capitales para conocerlos, examinarse a sí mismo, y buscar las virtudes opuestas. Según Orígenes el mayor de todos los pecados es la soberbia, pero según San Ireneo es la acedia, la rebelión contra Dios (...) ve a Dios como malo. 'No lo serviré, quiero ser libre de la voluntad divina'; como si la voluntad divina fuera un yugo.
¿Cómo puede una persona identificar que podría estar cayendo en la acedia?
Cuáles son los síntomas... y bueno, la tibieza. La gente no se da cuenta que tiene acedia porque como es una epidemia social y cultural. La gente está inmersa en esa cultura que le dice cuáles son las pautas normales y él vive culturalmente correcto.
¿Cuáles son las consecuencias de la acedia?
Es la perdición eterna. La acedia puede estar uno en ella por error e ignorancia. El que acepta voluntariamente pasa de la acedia al odio a Dios. Es la gente que vive, digamos, la hipocresía también; que vive fingiendo una apariencia católica y una apariencia de honestidad sacerdotal cuando se lleva una vida doble, hipócrita, porque se está viviendo de cara a los hombres y no de cara al Padre. Mateo 6,1 dice no hagáis vuestra justicia filial de cara a los hombres sino de cara al Padre. Los hipócritas viven de cara a los hombres. El sacerdote que está amancebado vive de cara a que el obispo no se entere o si se entera que se lo tolere porque no tiene a otro a quien poner, y que los fieles no se enteren. También el esposo adúltero o la esposa adúltera, vive de cara a que el otro no se entere, pero no le importa que el Padre no quiere eso, y todavía quiere demostrar comulgando que ella está okey. Eso es hipocresía, es hipocresía y a Dios no se lo engaña.
¿Cuáles son las armas para combatir la acedia?
Lo dicen ya los Padres del desierto: insistir en el amor a Dios, hacer actos de amor a Dios, porque el amor a Dios es la caridad. Es una virtud teologal que se nos da en el bautismo, si la ejercitamos se fortalece, como las piernas se fortalecen caminando. Hay que hacer actos de fe, de amor y de esperanza, darle un tiempo de oración al día, leer las Sagradas Escrituras, rezar el Rosario, en fin.
¿Qué papel juega el diablo en el pecado de la acedia?
Bueno, es el inspirador, es el maestro, el instigador (...) te convence que Dios es malo que te está matando. El alma en acedia está muerta. El que voluntariamente ha entregado su alma a la acedia, el que no está luchando contra ella está muerto. Si (el alma) no está muerta, está dormida, de tal manera que hay que despertarla porque tiene que levantarse a comer, si sigue durmiendo se va a morir de hambre dormido.
El consumismo, el hedonismo, el materialismo entre otros ¿son indicios de la acedia en la sociedad contemporánea?
Claro porque si no hay alegría en los bienes eternos. ¿Qué dice Gálatas capítulo 5?, ¿Cuáles son los frutos de la carne? Porque consumismo, hedonismo y materialismo todavía no dicen la verdad del cortejo de ismos que vienen. En Gálatas 5 dice que de ahí vienen los adulterios, las fornicaciones, las iras, los engaños, las mentiras; y todo el cortejo de la mafia que vive de la corrupción social de la cual son indicios el divorcio, la infidelidad en el amor, la incapacidad de amar.
Entonces, claro que son indicios del triunfo del Demonio, del Príncipe de este Mundo en la sociedad contemporánea. Pero él no ha tenido la victoria sobre mí, ni sobre ti, ni sobre todos los que estamos fuera.
¿Qué aconseja para permanecer fieles en la Iglesia, libres de acedia?
No sé si poder dar consejos (...) Celebremos lo que está haciendo el Señor con nosotros. Dejemos el complejo de que somos minoría, dejemos el complejo de que el mundo es más poderoso que Dios en nosotros, dejemos el complejo de que la gente no nos recibe porque nuestra luz es mala, que nuestra luz les molesta a los que quieren dormir en el pecado y en la lejanía. Alegrémonos con Jesús gozoso que se regocija porque le agradece al Padre. Padre te alabo porque has ocultado estas cosas a los indignos. Alegrémonos sin complejo y celebremos que nosotros no vamos con el rebaño que camina hacia la muerte, porque el Señor es nuestro Pastor y porque nos tiene atados a Él, unidos a Él.