Un hombre de origen protestante y una joven católica, unidos por la Santísima Virgen María
Ella fue criada en el catolicismo y en la devoción a las novenas. Él tenía en su origen haber sido un protestante no practicante. Lo que sigue es el relato que han ofrecido al portal de la Arquidiócesis de Indianápolis describiendo cómo fue que sus vidas se cruzaron, manteniéndose unidos desde hace 30 años, y todo -afirman- gracias a la Virgen María. Es la historia de los Whitaker, Lisa y Craigh, un matrimonio que participa activamente en la evangelización desde la Parroquia Holy Family en New Albany (USA).
Lisa nació en una familia que por generaciones ha sido devota de rezar novenas en la actual Basílica St. Anne-de-Beaupre, cerca de Québec (Canadá). Recuerda que estando en séptimo grado participó con su madre de un encuentro semanal de Adoración eucarística en el que invocaban el auxilio de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Fue entonces que nació, dice, su “amor por Nuestra Señora y una profunda y permanente devoción a todo lo mariano. En estas experiencias fui instruida en lo que significa tener una fe real, verdadera y viva que incluye confiar en la intercesión de la Madre de Dios”.
Pero pasó poco más de una década y tras cometer algunas imprudencias Lisa quedó embarazada. Para el año 1989 era una joven madre soltera en apuros. Ante el Santísimo Sacramento rogó por ayuda y dice que, al salir de la capilla, vio un pequeño periódico con una hermosa foto de María en la portada. La publicación, producida por Peace Center Tours, trataba sobre las apariciones marianas que, según los informes, se producían desde 1981 en Medjugorje, una aldea de la ex Yugoslavia, hoy Bosnia Herzegovina. Lisa se lo llevó a casa, lo leyó y quedó fascinada. Y empezó a vivir la espiritualidad que alentaba aquél escrito .... “volviendo a Dios, confesándome y yendo a misa diariamente”, señala Lisa.
Dos semanas después, acompañada de su hermana, condujo durante una hora y media desde su casa en Georgetown, Kentucky, para escuchar al autor del folleto en Louisville.
A Jesús por María
Craig era un cristiano protestante no practicante cuyos padres se divorciaron cuando era joven. Vivía con su madre, quien le proporcionó “una figura maternal”, pero sin testimoniar o alentar en él un vínculo con Dios, una experiencia de fe. Esto se le hizo evidente cuando comenzó a frecuentar el hogar de su mejor amigo. “Practicaban fuertemente su fe católica”, recuerda. “Iba a su casa todos los días después del colegio. Se convirtieron en mi segunda familia”. Vínculo que se fortaleció cuando murió la madre de Craig y el adolescente de apenas 14 años tuvo que irse a vivir con sus abuelos. De una forma espontánea pasaba la mayor parte del tiempo con la familia de su amigo y empezó a ir a misa con ellos. “Finalmente, entré en la Iglesia en 1984”, recuerda Craig.
Un par de años después comenzó a trabajar en una empresa y su único objetivo era “trepar por la escalera del éxito”, reconoce. Trabajó en California y Chicago. Pero en 1987 renunció, consiguió un trabajo en Louisville y se trasladó a New Albany para cuidar de su abuelo.
Al año siguiente encontró por casualidad un pequeño periódico sobre Medjugorje. “El periódico me tocó de verdad. Yo era un católico practicante, pero no sabía mucho sobre María. Compartí el periódico con algunos amigos y pensábamos que podríamos ir a ese lugar. Luego vimos que había una peregrinación que partía en mayo y supe que debía ir”.
Parte de su apostolado era dar charlas testimoniales sobre Medjugorje y así fue como un día estaba en Louisville animando con otros una presentación, cuando una joven entre la multitud le preguntó sobre el mensaje de la Virgen para los jóvenes. La joven mujer, de 24 años por entonces, se llamaba Lisa.
María en el centro
Así recuerda ella aquel momento: “Me quedé un rato después para darle las gracias”. Y Craig, quien para entonces tenía 31 años, comenta: “Pensé que tenía 16 o 17 años”. Pero igual le pidió su dirección para enviarle luego información, le dijo; y al terminar ese breve diálogo metió su mano en el bolsillo y sacó una Medalla Milagrosa que le ofreció a Lisa. “La tenía en el bolsillo desde hacía dos años”, cuenta Craig. “Le dije: «Creo que María quiere que tengas esto»”.
Unas semanas más tarde, Lisa recibió por correo un paquete de Craig con una imagen de la Virgen María, un rosario e información sobre cómo rezarlo. Aunque rezaba novenas con su familia desde la más temprana infancia, “realmente no había rezado el rosario mientras crecía”, admite Lisa. Ahora, armada con la cadena de cuentas y las instrucciones, empezó a rezar el rosario. Le escribió a Craig para darle las gracias, y al paso de los días “derramé mi corazón hacia él”, confidencia.
Pronto Lisa le escribió agradeciendo los regalos, contándole su historia con la Virgen María, el vínculo espiritual que la unía a Medjugorje y expresando su alegría por haberlo conocido, le escribió también su número de teléfono.
La pareja comenzó a cartearse en junio de 1989. Lisa formó un grupo de oración en su parroquia e invitó a Craig a las sesiones semanales. En agosto, decidieron salir juntos. Su primera cita, sin embargo, no se produjo hasta después de comprometerse, admite Lisa. “Nuestra relación empezó primero a nivel espiritual, luego la amistad, y finalmente nos dimos cuenta de que había algo aquí”, comenta.
En el otoño de ese mismo año mientras participaban del picnic anual de su parroquia, Craig le pidió a Linda que lo acompañase a rezar con él en la capilla de adoración de su parroquia. “Rezamos, empezamos a hablar y él dijo: «Bueno, esto no es lo que había planeado». Entonces se arrodilló y me propuso matrimonio”, cuenta Lisa.
Para celebrar el vínculo Lisa, su hermana y Craig peregrinaron a Medjugorje. La pareja se casó el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de María, de 1990. “Ambos sabíamos cuando nos casamos y a lo largo de los años que nuestro matrimonio se basaba en nuestra fe y en el amor a Dios y a Jesús a través de María, y San José, ¡también está activo en nuestras vidas y en nuestro matrimonio!”, dice Lisa. Y Craig finaliza corroborando: “María, ha estado en el centro de nuestra relación, y lo sigue estando”.