La fecundidad para Cristina y su esposo comenzó al descubrir que eran infértiles
Cristina López del Burgo, pamplonesa de 47 años, es médico y profesora de Sexualidad en la Universidad de Navarra. Tanto ella como su marido anhelaban formar una familia numerosa, pero los hijos nunca llegaron. ¿Se puede ser fecundo siendo infértil? "¡Claro que se puede!", afirma a Revista Misión y añade: "el amor siempre da fruto, aunque no podamos tocarlo con las manos".
Se casaron hace 21 años y al principio no entendían por qué Dios no les concedía aquello que tanto deseaban. No fue fácil para este matrimonio aceptar su situación y así lo explicaba hace algún tiempo Cristina en una entrevista con el Diario de Navarra: "La gente nos preguntaba: '¿Para cuándo el niño?' '¿No os animáis?' Si haces esas preguntas, tienes que estar preparado para que te contesten mal porque igual esa pareja está en un tratamiento de fertilidad o en pleno duelo. A mi marido le daba más apuro, pero yo enseguida preferí aclarar abiertamente que no podíamos. Nosotros somos creyentes y pensamos: «Si es lo que Dios quiere para nosotros, adelante». Los hombres y las mujeres que no pueden tenerlos sufren mucho y tienen un gran sentimiento de culpa. Hay que conversar mucho para que la pareja no se rompa. Muchos hombres sufren porque aún se identifica masculinidad con fertilidad. No nos olvidemos de ellos".
Durante un tiempo -cuenta Cristina al Diario de Navarra- estuvieron discerniendo, si la adopción podía ser su camino... "A mí casi me costó más aceptar que no íbamos a adoptar que el hecho de no haber podido tener hijos biológicos. Nos tenemos el uno al otro y ¡no nos íbamos a quedar en casa llorando! Además, en su día contamos con la ayuda de varias personas que nos arroparon".
El proceso ha sido arduo, pero al compartir su dolor con personas adecuadas recibieron una respuesta que les dio mucha paz: "La fecundidad matrimonial no se limita a tener hijos biológicos", señala a Misión.
Así, paso a paso descubrieron que estaban llamados a vivir en plenitud y en este punto la fe fue una ayuda fundamental. Cristina reconoce a Misión que "confiar en alguien que te quiere más que nadie en el mundo no te ahorra el sufrimiento, pero te da una paz interior que nadie te puede quitar". Ahora tienen la experiencia de que la felicidad "no radica en conseguir todo lo que se desea", sino que está en "reconocer y disfrutar de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor".
Dada su formación y su propia experiencia, Cristina tenía claro que debía ayudar a matrimonios con infertilidad. Lo hace a través de su cuenta de Instagram @clopezdelburgo y también a través de un programa de acompañamiento. "Esta es mi manera de dar fruto. Si hubiese tenido hijos, mi vida habría ido por otro camino y habría dado otros frutos", concluye.
Fertilidad y fecundidad
Un error habitual es confundir fecundidad con fertilidad. Según explica a Misión el padre Juan de Dios Larrú, D.C.J.M., catedrático de Moral Fundamental, "la fecundidad es mucho más grande que la fertilidad", aunque un matrimonio sea infértil nunca podrá “renunciar a ser fecundo, al igual que no puede renunciar a ser feliz”. Y cuando llegan los hijos, el matrimonio está llamado a ser fecundo mucho más allá. La clave está en que cuando los esposos se entregan en totalidad, sin guardarse nada para sí mismos, su amor "siempre está generando algo nuevo", advierte el catedrático.
Por tanto, el padre Larrú considera que esto se explica de manera sencilla: "El amor está en la fuente de la fecundidad y el amor verdadero siempre es fecundo". Este religioso de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María incide en que, si los esposos se entregan así, sin reserva ni medida, con el tiempo irán reconociendo cuál es la fecundidad de su vida y en qué se traduce. Porque los frutos, según explica, no siempre son visibles. No es algo inmediato, por ello es fundamental la paciencia. Un árbol da fruto a su tiempo, pero ya desde mucho antes se prepara para ello.