Leo en el último número de Claves de razón práctica (nº 275, marzo/abril 2021) una selección de textos fragmentarios sobre ética de Demócrito de Abdera (c.460-370 a. C.), que ha traducido el conocido helenista Carlos García Gual. Me llaman la atención, en particular, dos breves pasajes sobre la amistad que invitan a pensar, una vez más, sobre este tema tan central en nuestra vida y al que pocas veces prestamos la atención que merece.
Dice el primero de los textos: «De vivir no es digno quien no tiene ningún amigo de verdad», y añade el segundo: «Por nadie es amado quien no ama a nadie». Me parece que ambos textos, escritos hace dos mil cuatrocientos años, podrían haber sido escritos hoy con igual rotundidad. Voy a intentar destilar algo de lo que esas sabias palabras me sugieren.
Respecto del primero «De vivir no es digno quien no tiene ningún amigo de verdad», me gustaría recordar que lo que realmente más nos importa a todos y a cada uno, hoy y ahora, es querer y sentirnos queridos, comprendidos y acompañados emocionalmente en el fondo de nuestra alma: esto es precisamente lo que a los seres humanos nos proporciona una relación de amistad cuando se cultiva de verdad, cuando se le dedica atención, tiempo y cariño. En cambio, la amistad muere cuando no se la mantiene, cuando no se la cuida.
Leía hace unos días en The Guardian (21 febrero 2021) la reseña que ha hecho Rachel Cooke del nuevo libro de Robin Dunbar, profesor emérito de psicología evolutiva en Oxford, Friends: Understanding the Power of Our Most Important Relationships [“Amigos: Comprender el poder de nuestras relaciones más importantes”]. Dunbar, en sus investigaciones en los noventa del siglo pasado, sostuvo que los seres humanos tenemos típicamente unos 150 amigos en general —incluida la gente que nos conoce de vista o con la que se ha tenido alguna relación— de los que solo unos cinco serían descritos normalmente como amigos íntimos. En su nuevo libro mantiene esos números y desarrolla un interesante análisis sobre diversos aspectos como, por ejemplo, las diferencias genéricas de la amistad entre hombres y entre mujeres. «Su mensaje central —escribe Cooke— puede ser resumido en una frase. En esencia, el número y calidad de nuestras amistades puede tener una mayor influencia que cualquier otra cosa en nuestra felicidad, en nuestra salud y en el riesgo de muerte, a excepción del dejar de fumar». Por supuesto, Demócrito no fumaba y ya sabía lo mismo: «De vivir no es digno quien no tiene ningún amigo de verdad», o dicho positivamente «Para vivir dignamente necesitamos tener amigos de verdad».
Respecto del segundo «Por nadie es amado quien no ama a nadie», lo que me viene a la cabeza es que habría que ponerlo como lema que apareciera en los móviles de los jóvenes de hoy cada vez que lo enciendan en busca de nuevos «likes» como sucedáneos del amor y la amistad. Acabo de leer un artículo en The New York Times (17 de enero 2021) en el que Adam Mosseri, que dirige Instagram, cuenta cómo están estudiando la posibilidad de eliminar los «likes» para evitar los daños que causan a tanta gente joven. Lo llaman Project Daisy [Proyecto Margarita: me quiere / no me quiere].
No hay sustitutos para el amor de amistad: ni el sexo, ni las drogas, ni la comida, ni los juegos, ni el trabajo, ni por supuesto los «likes». Todos esos recursos que los seres humanos han desarrollado compulsivamente en estas últimas décadas para combatir la soledad, no sirven: son solo una anestesia momentánea. El único camino para ser amado es amar. Ese es todo el misterio de ser humano.