El hermoso libro de Jorge Guillén «Lenguaje y poesía» (Alianza, 1983), que me ha recomendado mi querido amigo Rafael Tomás Caldera, es un tesoro de reflexión acerca del lenguaje. En la página 114 me he encontrado una cita del poeta Novalis (1772-1801) en la que afirma que «estamos más estrechamente ligados a lo invisible que a lo visible».

 

Me ha encantado. En estos días estoy impartiendo un curso de verano sobre «Filosofía del lenguaje» y les hablaba a mis alumnos de ese elemento irreductible del lenguaje humano que es su espiritualidad, su inmaterialidad, su creatividad o como queramos llamarlo: su sentido y su significatividad.

 

En nuestro mundo se exhibe tanto lo material, lo físico, que casi siempre se ahoga lo espiritual. Son tantas las cosas atractivas que llenan nuestros ojos y nos deslumbran, que muchas veces no somos capaces de descubrir lo espiritual que es lo único que puede verdaderamente llenar al espíritu humano.

 

La vida del espíritu: esto es lo que nuestro mundo consumista realmente necesita. «Vivimos ahora en un mundo que parece casi diseñado para erradicar la vida interior», escribía el poeta norteamericano Chris Wiman. Por eso la misión de artistas, poetas, profesores, escritores, cineastas y demás creativos es la de ayudar a abrir nuestra cultura al mundo del espíritu con su trabajo y su imaginación y así intentar curarle de esta ceguera espiritual.

 

 

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