Talitha Kum, la Red Internacional de la Vida Consagrada Contra la Trata de Personas, presente en 89 países de los cinco continentes, ha logrado liberar a más de 17.000 personas en todo el mundo.
 
Solo el año 2018 se identificaron y denunciaron aproximadamente 50.000 víctimas de la trata de personas procedentes de 148 países. Sin embargo, el número real de víctimas de la trata es mucho mayor: se estima que millones de personas son explotadas por redes criminales internacionales bien organizadas. Los más vulnerables, como los migrantes y los desempleados, son los grupos más atacados. Según la ONUDD, "la recesión económica causada por el COVID-19 hará que haya más personas en riesgo de ser víctimas de la trata".
 
Este 30 de julio, Día Mundial Contra la Trata, la Red Talitha Kum alza la voz en favor de los millones de víctimas: “Hoy hacemos un llamamiento para que todas las personas de buena voluntad se unan para abordar las causas sistémicas de la trata de personas. Pedimos a los gobiernos que se comprometan a apoyar a largo plazo a los supervivientes, garantizando una educación de calidad, permisos de trabajo, acceso a la justicia y reparaciones, y atención médica y psicosocial”.
 
Lo siguientes testimonios aproximan el horror que padecen millones en el mundo, pero también la bondad -movida por el amor de Dios- como camino que libera y sana a muchos.
 
El testimonio de Carmen


 
“Nací en una familia mexicana muy pobre. Quería trabajar para ayudar a mis padres. Por eso, aunque todavía era una niña, acepté con gusto la propuesta de mi cuñada de cuidar a los hijos de un conocido en otra ciudad. Sin embargo, cuando llegué, me obligaron a prostituirme y me amenazaron con que, si me negaba, harían daño a mi familia. No estaba sola, había otra chica, también menor de edad. Nos golpearon y violaron. A mis padres les dijeron que estaba muerta”.
 
La historia de Carmen es similar a la de muchas otras víctimas de la trata con fines de explotación sexual y laboral. Carmen tuvo la suerte de escapar y conocer a las monjas de la red internacional contra la trata, Talitha Kum, en su país: "Ahora estoy en un lugar seguro, estoy en contacto permanente con mi familia y retomé mis estudios, terminando la secundaria con honores. Tengo diecisiete años y no es fácil para mí. Estoy agradecida por la nueva oportunidad que me han ofrecido".
 
Hermana Ilse Villamar, testigo y puente del amor de Dios en Colombia


 
“Soy Ilse Villamar Cedeño, ecuatoriana, religiosa de la Congregación Hermanas de la Divina Voluntad. En la actualidad vivo en Bogotá y coordino la Red Tamar de la Conferencia de Religiosos de Colombia, red enfocada en enfrentar la trata de seres humanos. Trabajar contra de la trata de personas es escuchar y dar respuesta al gemido de dolor de Dios ante el clamor de su pueblo (Ex- 3:7-15), ante las nuevas esclavitudes que afectan a niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres.

La experiencia más dolorosa que he vivido fue al participar en un evento de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Una de las sobrevivientes, acompañada por red Tamar, narró con detalle ante el auditorio que fue víctima de esclavitud sexual, de violaciones masivas y sobreviviente de un empalamiento, martirio que vivió por 12 años definiéndose como: “soy una mujer muerta en vida”. Todo lo vivió en silencio y nunca denunció por miedo ya que vivía en territorio de paramilitares. Recuerdo que al terminar el evento, me disponía para abandonar el lugar, cuando la mujer que acompañaba desde red Tamar, escapó ante todo el cordón de seguridad que tenía por ser testigo protegido y llamaba gritando mi nombre, corrí hacia ella pensando que le sucedía algo malo, le pregunté qué pasaba y respondió: «Hna. Ilse, solo deme un abrazo». 

No tuve tiempo de reaccionar, ella me abrazó, su cuerpo temblaba, y repetía: «abráceme hermana, abráceme hermana», mientras lloraba. No sé cuantos minutos duró el abrazo, pero para mí fue eterno; me aferraba tanto que me impedía respirar y sentía su corazón latir acelerado confirmando toda la angustia y el dolor de lo que había contado minutos antes. 

El dolor que viven las víctimas de la trata de personas pocas veces se grita con la voz, hay que saberlo escuchar en el silencio y algunas veces, gritar por ellas”.
 
Somchai, esclavo en Tailandia, liberado


 
“Me llamo Somchai y tengo 40 años, muchos de los cuales viví junto con mi familia, en una chabola en Tailandia. Mi vida no ha sido fácil. No pude estudiar porque mis padres eran pobres, no tenía documentación y estaba -y todavía estoy- afectado por la esquizofrenia. Con la venta de basura ganaba para vivir.

Cuando se me presentó la oportunidad de embarcar en un bote de pesca, acepté la propuesta, estaba cansado de tanta pobreza. Soñaba recorrer el mundo. Lamentablemente, me encontré en una situación peor incluso que la anterior: comía poco y no descansaba nunca. Además el dinero prometido nunca llegó. Tras unos meses, me abandonaron en una isla de Indonesia. No entendía la lengua, sufrí mucho. Quise huir; gracias a la ayuda de Caritas, primero, y de Talitha Kum, después, pude reconquistar la libertad y volver a Tailandia.

Las religiosas me ayudaron a obtener los documentos que nunca había tenido; ellas han seguido de cerca mi situación y han hecho posible que obtuviera una indemnización de los daños sufridos y pudiera construir una casa nueva, donde vivo con mis padres. He vuelto a mi antiguo trabajo y las hermanas de Talitha Kum continúan ayudándome para vivir con dignidad a pesar de mi enfermedad”.
 
Otras cifras que reporta Naciones Unidas


 


Fuentes: Talitha Kum, SIR, ONU

 
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