En 2024 se celebra el VIII centenario de la impresión de los estigmas en el cuerpo de san Francisco de Asís, ocurrido dos años antes de su muerte. La Iglesia universal se une a la gran familia franciscana, integrada por varias órdenes religiosas y otros institutos de vida consagrada y laical, para recordar que en 1224 el célebre fraile italiano recibió los estigmas –es decir, una réplica de las llagas de Jesús crucificado en las manos, los pies y el costado– en una experiencia mística que tuvo lugar en el monte Alverna (en la provincia de Arezzo).

 

Sin embargo, san Francisco de Asís está siendo noticia en estos días debido a un texto que se le atribuye. ¿De qué se trata? De una supuesta profecía que habría pronunciado antes de morir, referente al final de los tiempos. Texto que -para darle credibilidad- utiliza el lenguaje que es habitual en revelaciones privadas y otros anuncios proféticos realizados por santos a lo largo de la historia, a veces fruto de visiones u otras experiencias sobrenaturales.

 

¿Un papa que es un exterminador?

 

 

Entre las líneas que se atribuyen a san Francisco podemos leer que "el poder de los demonios será liberado más de lo usual y la pureza inmaculada de nuestra religión y de las otras será deformada de tal manera que poquísimos cristianos con corazón sincero y caridad perfecta obedecerán al verdadero Sumo Pontífice de la Iglesia Romana". No sólo eso: "alguien elegido no canónicamente, en los momentos de aquella tribulación, con la astucia de su error tramará dar la muerte a muchos". Y, para terminar este denso guiso de afirmaciones, se dice que "el Señor Jesucristo les mandará a un digno, no un pastor, sino un exterminador".

 

Unas palabras lo suficientemente amplias y ambiguas que se han aplicado, mirando hacia atrás, al Cisma de Occidente –en los momentos en que llegó a haber dos y hasta tres personas que reclamaban el papado simultáneamente–, y que ya en el siglo XX algunos tradicionalistas vieron cumplidas en la figura del papa Juan XXIII, a quien no perdonan haber convocado el Concilio Vaticano II. Ahora es el turno de aplicárselas al Santo Padre Francisco, que sería un antipapa y usurpador, según algunos azuzadores de mentalidad fanática y cismática.

 

Es el caso, por ejemplo, de un tal Rafael González, que se presenta como doctor y que ha publicado un libro en 2015 titulado Destructor. La profecía de San Francisco de Asís sobre un falso papa. El título alude a esa expresión ya citada de "exterminador" o "destructor" que enviaría Cristo a su Iglesia en los últimos tiempos, en lugar de un pastor. Y, según el autor, la supuesta profecía del santo italiano "se está dando en la persona del 'Papa' Francisco".

 

El recurso a las fuentes históricas

 

 

Para contrastar estas informaciones, relativas a un momento del que nos separan casi 800 años, no basta con una búsqueda en Google u otros recursos tecnológicos, ni podemos acudir a la Inteligencia Artificial. Hay que acudir a las fuentes históricas para descubrir si hay rastros de esta supuesta profecía de san Francisco de Asís.

 

Y el primer documento importante que debemos revisar es la llamada "carta encíclica" de fray Elías de Cortona, fechada en octubre de 1226, en la que el entonces vicario general comunicaba a los ministros territoriales de la Orden de Hermanos Menores el fallecimiento de su fundador. La única referencia a lo que sucedió en su lecho de muerte es la siguiente: "antes de separarse de nosotros, como otro Jacob, ha bendecido a todos sus hijos y ha perdonado todas las culpas que cualquiera de nosotros hubiese cometido o pensado contra él".

 

Ni una palabra sobre una profecía. ¿El argumento del silencio es suficiente?, podemos cuestionar. ¿No sería posible una omisión por la brevedad y carácter ocasional y hasta la prisa del documento? La respuesta a esta objeción es sencilla: a pesar de las circunstancias del escrito, fray Elías sí se detuvo a explicar el don de los estigmas en el cuerpo de san Francisco. Fue la primera vez que se contó, presentándolo como "un gran gozo y un nuevo milagro". Si hubiera habido cualquier otro hecho de carácter sobrenatural, lo más lógico sería contarlo.

 

Sus últimas palabras reales

 

 

Si acudimos a la biografía más "oficial" sobre el santo fraile italiano, la Legenda Maior, escrita en 1263 por san Buenaventura por encargo de la Orden, tampoco encontramos nada sobre profecías. Este célebre teólogo franciscano recogió con todo detalle la vida y la enseñanza de san Francisco con el propósito de zanjar las diferentes visiones sobre su figura que había entre los frailes. Al hablar de sus últimos días, ofrece gran cantidad de información: los dolores que sufrió, las palabras que dijo… incluso cuenta que "el santo tuvo con mucha antelación conocimiento de la hora de su muerte y, estando cercano el día de su tránsito, comunicó a sus hermanos que muy pronto iba a abandonar la tienda de su cuerpo, según se lo había revelado el mismo Cristo".

 

Después de haber relatado esto, y tras informar sobre las llagas de la Pasión de Cristo que llevaba ya durante dos años en su cuerpo, sería una ocasión propicia para que san Buenaventura transcribiera la profecía, en el caso de que fuera cierta. Más aún si seguimos leyendo la cantidad de milagros que, según el biógrafo, sucedieron a la muerte del fundador. Con el ánimo que tenía de consignar todo lo extraordinario, nada hay sobre una profecía. Sólo nos cuenta que, poco antes de expirar, san Francisco se volvió a sus compañeros para decirles: "Por mi parte, he cumplido lo que me incumbía; que Cristo os enseñe a vosotros lo que debéis hacer".

 

Y, poco después, puso los brazos en cruz para bendecir a los frailes que lo acompañaban, y se despidió con este testamento espiritual: "Estad firmes, hijos todos, en el temor de Dios y permaneced siempre en él. Y como ha de sobrevenir la prueba y se acerca ya la tribulación, felices aquellos que perseveraren en la obra comenzada. En cuanto a mí, yo me voy a mi Dios, a cuya gracia os dejo encomendados a todos". Éstas fueron sus últimas palabras. Sí, una referencia a la prueba y la tribulación, pero ningún detalle apocalíptico más. Todo lo que exceda esto, será apócrifo.

 

¿Alguna otra posibilidad?

 

 

Es fácil que este relato "canónico" tampoco sea satisfactorio para quienes tienen una visión de la realidad que parte de la sospecha hacia todo discurso oficial, ya que cuando alguien se mantiene en una permanente teoría de la conspiración se buscan las fuentes más alternativas y marginales de información. Obviamente, esto puede ayudarnos en nuestro propósito del rastreo de fuentes históricas sobre san Francisco de Asís, por si su profecía final hubiera quedado relegada a otros escritos que fueron pasados por alto, consciente o inconscientemente, por los franciscanos de las primeras generaciones.

 

Así, debemos acudir a la llamada Vida primera de San Francisco, escrita por Tomás de Celano. Publicada en 1228, sólo dos años después de la muerte del santo, es, como su propio título indica, el primer libro biográfico de san Francisco. Curiosamente, cuenta otras profecías pronunciadas por él, como cuando le predijo al cardenal Hugolino que llegaría a ser papa. Y cuenta con más extensión el anuncio de las pruebas en su lecho de muerte, con estas palabras: "vendrá sobre vosotros una terrible tentación y la tribulación está cerca. Dichosos los que perseveren en las obras que comenzaron; mas algunos las abandonarán por los escándalos que van a suceder". Y las bendiciones y perdones correspondientes. Nada más.

 

Otra fuente histórica importante es el llamado Anónimo de Perusa, cuya versión escrita más antigua que ha quedado es del siglo XV, pero cuya composición los estudiosos la datan en el siglo XIII, en la época de las primeras biografías. Tampoco hay rastro de la profecía, que sería muy interesante para quien lo escribió, ya que se preocupa por dejar constancia de que "después de su muerte aparecieron en el pueblo muchas señales y milagros", y de que el papa lo "veneró como santo después de muerto". Unas palabras proféticas habrían sido un argumento más para mostrar la santidad del fundador franciscano.

 

Por último, consultemos otro texto de importancia histórica: la Leyenda de los tres compañeros. Escrita en el siglo XIII, relata diversos anuncios proféticos efectuados por san Francisco a lo largo de su vida, e incluso cuenta cómo, al morir, "uno de sus discípulos, célebre por su santidad, vio el alma del santo que, como si fuera una estrella del tamaño de la luna, resplandeciente con claridades de sol y sostenida por una nubecita blanca entre aguas inmensas, ascendía derecha al cielo". Y tampoco encontramos aquí referencia alguna a una profecía en el lecho de muerte.

 

Un invento medieval difundido en el siglo XIX

 

 

Algunos historiadores y estudiosos de la Orden de Hermanos Menores se han encargado en los últimos años de explicar el origen de esta supuesta profecía de su fundador. La referencia sería más reciente es la Medii Aevi Bibliotheca Patristica, una colección publicada en París en 1880, y que recoge a su vez un escrito del siglo XIV, en el que un fraile reunió dichos atribuidos a san Francisco que, a su vez, se hacen remitir al hermano León, uno de los compañeros del santo de Asís. Ésta es la genealogía del texto.

 

En definitiva, se trata de una de las varias profecías que se atribuyen a san Francisco de Asís… pero que éste nunca pronunció. Como tantas otras cosas inventadas que –normalmente con la mejor intención– se "incorporan" a las hagiografías, pero que no se corresponden con la realidad.

 

Así, Fray Pietro Messa, director de la Escuela Superior de Estudios Medievales y Franciscanos (de la Universidad Pontificia Antonianum, en Roma), aclaró en 2017 al portal Aleteia que, con posterioridad a la muerte de san Francisco, "no faltaron quienes lo presentaron como un profeta en el sentido de predecir acontecimientos futuros… ¡pero cuando se pusieron en la boca del santo, o ya habían sucedido o estaban a la vista de todos!" Unas palabras que "tenían el propósito de infundir esperanza, es decir, que ese momento de tribulación no sería para siempre, sino que tendría un final".

 

Según este sacerdote franciscano e historiador, estas profecías apócrifas "se difundieron mientras se consideró necesario, para después caer en el olvido, y ser retomadas en períodos históricos posteriores en los que podían tener nuevos significados". Por eso, frente al sensacionalismo y a una propagación irracional que busca el escándalo y la división en la Iglesia, llama a que "evitando la pereza mental y con honradez intelectual, cada texto sea contextualizado y leído íntegramente, sin extrapolaciones".

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