Así recuerda Consuelo el instante en el cual supo que habían asesinado a su hijo: "Lo peor fue la forma, una masacre en la floresta. Me volví loca, nunca se me va a olvidar. Me arrodillé ante la Virgen de la Milagrosa y le pedí que le hubiera dado un minuto para arrepentirse porque aunque no sabemos lo que nuestros hijos hacen en la calle, a veces como madres nos damos cuenta de lo que hacen aunque no estén".

 

Luego, narra su primer cara a cara con el asesino: "Él era muy joven, tenía 29 años. A mi lado estaba la mamá y sus dos niños, uno de un año y otro de seis. Cuando dictaminaron sentencia, lo condenaron a 60 años. Fue horrible pensar que se iban a quedar toda la vida sin padre, me habría gustado que le rebajasen la mitad. Fue duro encontrarme con él cara a cara, pero en el fondo de mi corazón lo había perdonado".

 

Y años después el reencuentro donde menos lo esperaba, en un retiro: "No podía ni acercarme, sentía miedo. Cuando salí de la cocina y lo encontré solo, me acerqué y le pregunté cómo se sentía cuando me miró y me dijo: 'madre' ... soltó las muletas y cayó de rodillas pidiéndome perdón. Me dijo que era el autor intelectual de la muerte de mi hijo. Entonces pensé en lo impactante de que el Señor me hubiese sacado antes de la cocina para hablar con él, porque solo así luego el pudo pedirme perdón".

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