Opinión

La Bestia solo quiere esclavizarnos

“Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: he aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis.” (...) Entonces me dijo: «Hijo de Hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros (...) Júntalos el uno con el otro de suerte que formen un solo leño, que sean una sola cosa en mi mano» ...” (Ezequiel, 37)

El anterior fragmento proviene de un largo texto del profeta Ezequiel, escrito en pleno exilio, cuando este hombre de Dios experimentó en carne propia el dolor que padecía todo el pueblo de Israel. Ello, a consecuencia de su división, como por la posterior invasión de los egipcios y la de los babilonios; fuerzas imperiales que les sometían quitándoles libertades, exiliándolos a tierras extrañas; destruyendo las bases morales de la nación y dividiéndoles entre ellos.

El aprovechamiento político de los líderes del pueblo los llevó a vivir esa dolorosa coyuntura histórica. Muchos descendientes de Israel fueron sometidos al enfrentarse a otras culturas, como inmigrantes forzados, doblegados, sin esperanza. Así, padecieron por décadas la muerte; tal como hoy lo sufren millones de seres humanos que mueren al cruzar fronteras, arriesgándolo todo, dejando su corazón en sus patrias, buscando su utopía en tierras extrañas.

Ese texto de Ezequiel es tan actual, que basta encender cada día el noticiero o mirar lo que sucede en las calles de nuestras ciudades o en nuestras familias para reconocer a tantos que han muerto aferrados a una esperanza. Víctimas, con sus huesos resecos, de líderes ciegos en su soberbia y egoísmo.

Como en tiempos de Ezequiel, también hoy los dirigentes del pueblo tranzan con los poderosos, sin dudar en poner como moneda de cambio al propio pueblo que representan. Así las grandes organizaciones internacionales tejen su telaraña para someter a los pueblos. Por cierto, para cumplir su objetivo tanto ayer como hoy, esos líderes del Mal, intentan hacer desaparecer el Templo, todo aquello que vincule al pueblo con Dios y las leyes del Creador. Solo arrasando con la fe podrán lograr devorar al rebaño.

¿Se los vamos a permitir?

Hoy como ayer, debemos levantar los ojos clamando al cielo, por la justicia de Dios. Yahveh es fiel. Envía su paternal aliento amoroso de vida en el Espíritu Santo que regenera la vida en su pueblo fiel, que hoy pudiere parecer apenas un montón de huesos secos. ¡Para Dios no hay imposible!

Hoy, en medio de la pandemia no teman a tantos lobos -los líderes del Mal- que acechan sobre el pueblo, babeando como fieras hambrientas, intentando fortalecer su poder. Ayer como hoy, la bestia seduce con mentiras... “Ustedes serán como dioses si me adoran” balbucea, con hambre de poder esclavizar a todos.

¿Se los vamos a permitir?

Yahveh es fiel. Hoy como ayer, debemos levantar los ojos clamando al cielo, por la justicia de Dios, unidos a diario en la Eucaristía.

Sí. No olviden jamás que la bestia tiembla y revive la eterna derrota que Cristo le infligió, cada vez que -mediante nuestro celular o cualquier otro medio tecnológico y mejor aún de manera presencial- acudimos a Adorar en la Eucaristía a Dios y a comulgarlo apropiadamente con amor. Es así como nuestro Dios genera vida y forma a su pueblo.

Sí. La bestia tiembla, porque precisamente en este tiempo de pandemia no pudo derrotar la fe... pues son miles las personas que se han vinculado para Adoración Eucarística, participación en la Santa Misa, cruzadas de oración con el Rosario. Como también manifestando la fe en cientos de signos concretos de solidaridad que el pueblo fiel manifiesta hacia sus hermanos más necesitados.

Yahveh es fiel. Hoy como ayer, debemos levantar los ojos clamando al cielo, por la justicia de Dios, unidos a diario en la Eucaristía.