Chile es un hermoso país
Chile es un hermoso país, fruto del esfuerzo y sufrimiento de nuestros antepasados que trabajaron duro para construir la patria que somos. Hemos tenido episodios negros en nuestro existir como nación, historias de dolor y muerte; pero también hombres y mujeres brillantes que han dado cuerpo y consistencia a este país desde todos los frentes. Ellos pensaron en la patria y no en sus mezquinos intereses; trabajaron duro y llevaron el nombre de Chile muy alto.
Hoy parece que solo existiera un país polarizado entre opositores y gobernantes. Unos buscando descalificar a otros, preparándose para hacerle la vida difícil al que gobierne. ¿Verdaderamente nos importa Chile? Porque si así fuese es momento de trabajar para mejorar la situación a miles de chilenos que continúan al margen y solo son visibles en las votaciones.
Hemos cambiado como país, es cierto, pero destruyendo los valores que han sido la base de nuestra nación, los principios éticos como la honestidad y la verdad. Han iniciado la destrucción de la vida humana aprobando leyes de muerte con un discurso engañoso en nombre de derechos y salud. Y se sigue mintiendo a la población mostrando como bien el mal. Pero el demonio -¡no lo olviden porque tarde o temprano lo verán!-, ha sido derrotado para siempre por Cristo y en esta Cuaresma preparamos el alma para celebrar el triunfo de nuestro Dios, fundamento de todo bien común... también para Chile.
Y es que todo pueblo se merece superar la barbarie egoísta, maligna, de la teoría del “chorreo” e ir en su anhelo de bien común mucho más allá de lo material; tenemos los recursos en su gente, su cultura y valores, en su complejidad y diversidad. No necesitamos demagogia, sino hechos concretos que resuelvan los verdaderos problemas de la gente. Basta de grupos sectarios que azuzan a otros para destruir lo que ha costado tanto trabajo al pueblo.
A las cadenas de comunicación que amparan grupos sectarios anti vida les insto a ser fieles a la verdad. No le mientan a Chile; nuestro pueblo no se merece el trato que nos dan. A los grupos ideológicos que actúan protegidos por grupos económicos: no sigan destruyendo lo que nos queda de Chile y recuerden que de no convertirse, ustedes terminarán cosechando el fruto de su propia maldad.
Espero en Dios Todopoderoso que quienes han asumido esta nueva etapa de gobierno, en el Nombre de Dios puedan mantenerse firmes y no ser instrumentos de engaños.
Dios nos tenga misericordia y bendiga a quienes gobiernan nuestra patria. Mi compromiso es orar por ustedes, pidiendo siempre al Señor su bendición para que vuestra labor sea fructífera. Así el Santo Nombre de Dios sea respetado y amado en este Chile que -aunque ciertas minorías no lo quieran- es y seguirá siendo Cristiano.