El palestino custodio de la tumba de David en Jerusalén: “Si no trabajamos por la paz, nuestro futuro será la guerra”
La historia del connotado académico palestino Mohammed Dajani Daoudi y la de su familia, está entrelazada con la de Jerusalén. Nació Mohammed en marzo de 1946 y desde pequeño supo que su familia fue la elegida por el sultán otomano Solimán el Magnífico para ser los custodios de la tumba del rey David en el Monte Sión. Durante generaciones han custodiado la tumba de David en esta ciudad sagrada para tres religiones.
Dajani asistió a la escuela Friends Quaker en Ramallah (1952-64) para la educación primaria y secundaria. Se unió a la Universidad Americana de Beirut (1964-75). Obtuvo una maestría de Eastern Michigan University (1976) en ciencias sociales, un doctorado en gobierno de la Universidad de Carolina del Sur (1981) y otro doctorado en economía política en la Universidad de Texas en Austin (1983). Estableció el Departamento de Ciencias Políticas y Estudios Diplomáticos en la Universidad de Ciencias Aplicadas en Amman, Jordania (1990-95).
Mohammed Dajani Daoudi alguna vez fue también un extremista palestino. Pero al paso de los años vivió una conversión que le ha llevado a ser hoy un referente de la paz.
A través de la ventana de su oficina se puede ver Beit-Hanina, un barrio de la Nueva Jerusalén, y el puesto de control. "Aquí", dice, "estaba mi salida definitiva de la cueva". Así llama al camino que inició hace 20 años y que le llevó a abandonar las posiciones extremistas de su juventud hasta fundar en 2007 “Wasatia”, (palabra en árabe que significa “Moderación”), movimiento que ha conseguido romper algunos de los tabúes más resistentes para palestinos e israelíes. "El de la Shoah (el Holocausto), en primer lugar. Los palestinos no quieren saber nada de la persecución nazi contra el Estado judío. Sin embargo, sin conocer su historia de sufrimiento, es imposible comprender a los israelíes. Por eso llevé a Auschwitz a un grupo de mis estudiantes palestinos de la Universidad al-Quds. Y por eso acompañé a un grupo de jóvenes israelíes a los campos de refugiados de Belén", señala al portal Avvenire de Italia en una entrevista en la que -como muchas de las ofrecidas por este hombre en la última década- no se cansa de sembrar esperanza.
Pulsa sobre la imagen para ir a los datos que refiere (Gentileza de Aljazeera)
Profesor Dajani, ¿qué vio desde esa ventana de su oficina que ha sido tan importante?
Era un viernes de Ramadán de 2006. Una multitud de palestinos esperaba en el puesto de control para ir a rezar a la mezquita de al-Aqsa. Los soldados no querían dejarles pasar por miedo a que fueran terroristas. Unos los empujaban y otros los hacían retroceder. Pensé: 'Ahora los militares abrirán fuego'. Pero no fue así. Al contrario, llamaron a los autobuses y dejaron subir a los creyentes tras comprobar sus documentos. Ambos habían logrado su objetivo: el ejército la seguridad, los palestinos la posibilidad de rezar. Era el ejemplo concreto del "camino del medio" o Wasatia -un camino de tolerancia, mansedumbre, compasión, aceptación del otro- del que habla el Corán.
Sin embargo, hay tantos que justifican sus opiniones extremistas con el Corán....
Porque no lo conocen. O manipulan sus versículos para que digan lo que ellos quieren. Como escribí en el libro "Wasatia", de lo que se trata es de interpretar el Corán según su espíritu, que es inclusivo y no excluyente. Sólo con leerlo y estudiarlo, me di cuenta de que mi religión me obliga a creer en el judaísmo y el cristianismo porque Abraham, Moisés y Jesús son padres también para el islam. Dios -lo dice el Corán, no Mohammed Dajani- creó a todos los seres humanos, así que la vida de cada uno es sagrada.
De joven, usted era radical. ¿Cómo descubrió la Wasatia?
Cuando estudiaba en la Universidad de Beirut, entre los años 60 y 70, militaba en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y formaba parte de una franja intransigente, hostil a cualquier forma de negociación. Después, durante los años que pasé en Estados Unidos y Gran Bretaña, descubrí el valor de la democracia. Así que, de vuelta a Jerusalén en 1993, decidí conocer a los israelíes. Por eso empecé a estudiar la Shoah (el Holocausto).
¿Qué aprendió de la Shoah (el Holocausto)?
Fue una tragedia para toda la humanidad, no sólo para los judíos. En estos últimos, sin embargo, dejó una herida irremediable. Comprender su sufrimiento hasta el punto de sentirlo en nuestra piel es el primer paso para darnos una oportunidad de vivir juntos. Auschwitz me enseñó mucho. Por eso quise llevar allí a los estudiantes en 2014. E intenté que los jóvenes israelíes conocieran nuestro dolor acompañándolos al campo de refugiados de Do Eshi, en las afueras de Belén.
¿Sigue creyendo que es posible vivir juntos?
Más que nunca. Condeno firmemente la horrible masacre del 7 de octubre perpetrada por Hamás. Pero también condeno la venganza en Gaza. Si no trabajamos por la paz, los dos, si no cultivamos la Wasatia, nuestro futuro será la guerra.