Fe y Cultura

Las sectas avanzan: Mormones, adventistas y testigos de Jehová suman 15 millones de adeptos en Latinoamérica

El 2,32 % de la población latinoamericana pertenece a estas tres sectas de origen cristiano, las más importantes del mundo, tras más de un siglo en que han invertido millones de dólares para su intenso proselitismo.
Portaluz. Luis Santamaría del Río 10-01-2025
Imagen gentileza de Mfuente. Pixabay

"Los avances proselitistas de las sectas y de los nuevos grupos religiosos en América no pueden contemplarse con indiferencia". Lo escribió el papa Juan Pablo II en 1999, en su exhortación Ecclesia in America. En aquel documento también afirmaba que dichos avances "exigen de la Iglesia en este Continente un profundo estudio, que se ha de realizar en cada nación y también a nivel internacional". 

Sin embargo, más de un cuarto de siglo después, no sólo se han reducido notablemente las referencias de la jerarquía eclesiástica latinoamericana al fenómeno de las sectas, sino que apenas hay estudios que desde el ámbito católico contemplen esta realidad. La preocupación pastoral por el tema casi ha desaparecido, y algunos apuntan a que la secularización, entre otros problemas, habría desplazado en las últimas décadas a las sectas como objeto de atención.

Por ello, y en el marco de la misión asumida por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) para ayudar al conocimiento y discernimiento sobre dicha temática, presentamos en este artículo de Portaluz unos datos numéricos muy significativos, referentes exactamente al año 2023. Sin extremar comentarios, son cifras de escándalo.

Tres sectas principales

Estados Unidos, siglo XIX. Éste fue el caldo de cultivo para el surgimiento de las tres mayores sectas que existen ahora mismo en el mundo. Las tres de origen cristiano, pero muy distantes de las Iglesias y comunidades eclesiales en sus doctrinas y prácticas. Tanto, que ni la Iglesia católica ni el resto de confesiones históricas las reconocen como cristianas (sólo en algunos casos a una de ellas, el adventismo).

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros son popularmente conocidos como mormones, fue fundada en 1830 por Joseph Smith -a quien sus seguidores llaman "profeta"-. Los Adventistas del Séptimo Día tienen su origen primero en William Miller y, en su concreta forma institucional, en 1863 con la "profetisa" Ellen G. White. Y, en este caldo de cultivo milenarista, los Testigos de Jehová nacieron en 1870 de la mano de Charles T. Russell como "Estudiantes de la Biblia", pasando a denominarse con su nombre actual en 1931.

No sólo son las que más adeptos congregan a nivel mundial, sino que tienen un peso especial en los países latinoamericanos. Si hacemos caso a sus respectivas estadísticas oficiales del año 2023, los tres movimientos de origen estadounidense reúnen a 14.969.642 adeptos. Lo que significa, si comparamos esta cifra con la del total de población de estas naciones (utilizando la de 644 millones calculada por el Banco Mundial), que el 2,32 % de los habitantes de América Latina son mormones, adventistas o testigos de Jehová.

El peso latinoamericano en las sectas

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Pero también podría decirse que son estos países -los que hablan en español y portugués en el continente americano- los que tienen un peso determinante en dichas sectas. Si en lugar de mirar a cada territorio nos fijamos en estos tres grandes movimientos de origen cristiano, podemos cobrar conciencia del enorme impacto que ha tenido su acción en el continente, como primer lugar de irradiación proselitista.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días contabiliza 6.826.544 seguidores en los países latinoamericanos, lo que supone un 39,63 % del total de más de 17 millones que tienen en el planeta. Es decir, que 4 de cada 10 mormones que hay en el mundo habitan en América Latina.

En cuanto a los Adventistas del Séptimo Día, reúnen a 5.195.931 latinoamericanos. Habida cuenta de que son más de 23 millones en el mundo, el cálculo nos habla del 22,8 % de adventistas. De forma que casi 1 de cada 4 adventistas del mundo está en América Latina.

Los testigos de Jehová, por su parte, han logrado captar a 2.947.167 personas en esta área. Sabiendo que sus cifras se acercan a 9 millones de adeptos a nivel global, el cómputo proporcional es del 33,43 % del total. En resumen: 1 de cada 3 testigos de Jehová del mundo está en América Latina.

Vistas estas cifras, podemos concluir, entonces, que América Latina se ha convertido en la principal cantera de adeptos para mormones, Adventistas del Séptimo Día y Testigos de Jehová. Y esto, sin tener en cuenta a las personas originarias de estos países que han emigrado a otros lugares y pertenecen a la secta (un gran porcentaje de la membresía en muchas ocasiones), imposibles de contabilizar.

Algunos datos particulares

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Las cantidades más elevadas provienen, obviamente, de los países más poblados del continente. Brasil suma más de 4 millones de adeptos, mientras que México supera los 3 millones, seguidos de Perú, con más de 1 millón de habitantes dentro de las tres organizaciones.

Si hablamos de porcentajes, el país latinoamericano que destaca por encima de los demás es El Salvador, con un sorprendente 5,6 % de habitantes captados por estas sectas. Le sigue la República Dominicana, con el 4,52 % de su población en el interior de estos grupos de origen cristiano. Esto se debe, sobre todo, al abultado número de adventistas, que superaría los 320.000 según sus cifras oficiales.

También Panamá y Chile tienen a más de 4 de cada 100 habitantes entre las filas de mormones, adventistas y testigos de Jehová. Y Uruguay, Perú y Bolivia superan el 3 % de pertenencia. Por el contrario, los países con un menor porcentaje de población dentro de estas sectas son Cuba -recordemos que empezó a abrirse la libertad religiosa a partir de la visita de Juan Pablo II en 1998-, Colombia, Argentina y Paraguay, que se mueven entre el 1 y el 2 %.

¿Es posible la comparación con otras latitudes?

Es especialmente significativo comparar estas cifras con las que se ofrecen habitualmente sobre la importancia numérica de las sectas en la sociedad. En varios países europeos, los investigadores en el fenómeno sectario han hablado en los últimos años de una pertenencia a las sectas de aproximadamente el 1 % de la población. 

Si nos fijamos en los dos países europeos que forman parte de la galaxia cultural iberoamericana -España y Portugal-, quizás podríamos extraer datos de especial interés. ¿Cuál ha sido el impacto de mormones, adventistas y testigos de Jehová en las dos naciones que llevaron su lengua y su religión al otro lado del océano hace cinco siglos? ¿De qué números estamos hablando?

Teniendo siempre en cuenta las estadísticas oficiales de las sectas para el año 2023, descubrimos que en España los tres grupos aglutinan a algo más de 206.000 personas, mientras que en Portugal superan los 112.000 adeptos. Lo que supone, en cuanto al porcentaje de población, que en el segundo país se duplica la proporción con respecto al primero: el 0,43 % de los españoles pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a los Adventistas del Séptimo Día y a los Testigos de Jehová, mientras que los portugueses captados ascienden a 1,06 %.

Unos cálculos preocupantes

A primera vista, destaca que en los países latinoamericanos sólo tres grupos -los contemplados en este informe- sean capaces de aglutinar a un porcentaje superior a esa cifra citada del 1 %. En algunos casos, como hemos visto, mucho mayor (teniendo en cuenta, como ya se ha dicho, que se trata de las estadísticas oficiales de las propias sectas, muy interesadas en mostrar una imagen triunfante y de crecimiento perpetuo). 

Para tener una radiografía del fenómeno sectario en cada país, y en toda esta región del mundo, habría que sumar a estos números -repetimos, de sólo tres grupos concretos- los correspondientes al resto de sectas de origen cristiano (como la muy extendida Iglesia Universal del Reino de Dios o "Pare de Sufrir"), las de origen oriental (como los seguidores de Osho), las esotéricas (como los grupos gnósticos, Metafísica, Nueva Acrópolis...), y el amplio universo de la New Age

La realidad es muy preocupante. Y afirmarlo no es sensacionalismo ni una apreciación sesgada o parcial de lo que sucede. Las cifras hablan con claridad, y lo que sabemos no abarca el fenómeno sectario completo. Ante esto, la inacción y pasividad de las administraciones públicas de todos los países latinoamericanos es especialmente llamativa (excepción hecha de algunos legisladores particulares, preocupados por el tema). Y la falta de palabras por parte de los pastores de la Iglesia católica y de otras confesiones religiosas importantes, que sí hablaron en otras épocas, es al menos sorprendente.