Entre los pocos santos que tienen el privilegio de contar con una carta sobre su vida y mensaje, escrita por un Papa, encontramos a Santa Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz; la que todos conocemos e invocamos como Santa Teresita. En su mes y en el día de la fiesta de su Madre, Santa Teresa de Jesús, el Papa Francisco regala a toda la Iglesia una exhortación apostólica sobre la santa de Lisieux: C´est la confiance. Sobre la confianza en el amor misericordioso.

 

Con esta carta el Papa Francisco nos invita a seguir los pasos de la pequeña Teresa: mirar al cielo, crecer en esperanza, abrirnos a Dios en puro abandono, pasar por la noche, vivir en el amor, buscar la sencillez, entrar en el corazón de la Iglesia y confirmar la lluvia de rosas prometida. Todo esto nos prepara a descubrir un nuevo título para Santa Teresita, "doctora de la síntesis", que es lo que aporta de novedad este documento papal.

 

No por ello hay que dejar pasar la importancia de ir a lo esencial, al encuentro con Cristo, y con Él, meterse en el Evangelio. Hacer vida el Evangelio en sentido pleno.  Es lo que hace Teresita y lo que tenemos que vivir nosotros. Meternos en el Evangelio cada día, recorrer alguna escena y unirnos a los personajes que salen al paso de Jesús por los caminos de Nazaret, Betania o Jerusalén. ¡Es el Evangelio! ¡El Evangelio! ¡Sólo el Evangelio! Antes tenemos que enamorarnos de Jesús. Todo empieza con el nombre que escoge: "del Niño Jesús" y también "de la Santa Faz". Santa Teresita contempla la vida de Cristo de principio a fin, desde que nace en Belén hasta que muere en la cruz y resucita.

 

Ese recorrer la vida de Jesús en oración abre a la santa de Lisieux a un mundo nuevo que deja reflejado en sus escritos. No podemos quedarnos sólo con los manuscritos autobiográficos de Historia de un alma. Hay que leer y orar también con sus cartas, poemas, oraciones, … que el Papa Francisco sabe intercalar muy bien a lo largo de la exhortación. Son sólo unos pocos, los suficientes para que nos entren ganas de tomar las obras completas de Santa Teresita y empezar a leerlas hasta llegar a la última página. Es una tarea apasionante. Lo dice uno que lo ha comprobado a lo largo de este año leyendo, saboreando e interiorizando los escritos de Teresita.

 

Leer, orar y dejar que esas páginas pasen por el corazón de uno mismo ayuda muchísimo a crecer en la vida espiritual. Todo nos conduce a recorrer con la pequeña Teresa su caminito, un caminito totalmente nuevo que nos lleva al cielo. Así lo define ella misma: "quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto, muy corto, por un caminito totalmente nuevo" (Ms. C 2vº). Este caminito nos abre una puerta singular para rezar de corazón al Sagrado Corazón: "Jesús, te amo" o "Me has visto". Así sencillamente Teresita nos muestra la grandeza de la oración desde el Evangelio. Como dice el Papa Francisco, el amor a Jesús, "es su clave de lectura del Evangelio. Con ese amor se sumerge en todos los misterios de la vida de Cristo, de los cuales se hace contemporánea, habitando el Evangelio con María y José, María Magdalena y los apóstoles. Junto con ellos penetra en las profundidades del amor del Corazón de Jesús" (La confiance 34). Así llegamos hasta el corazón de la Iglesia donde descubrimos su vocación, la vocación de Teresita y la de todos los que amamos a Dios, ¡la vocación al amor!: "¡Jesús, amor mío… al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha dado… En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor" (Ms. B 3vº).

 

Y una vez dentro del corazón de la Iglesia, nos empapamos de una lluvia de rosas que nos hace ver que Teresita está viva y se cumple su deseo que nace en la tierra para cuando viva en el cielo, ¡trabajar por la Iglesia y las almas! ¡Teresita está viva! ¡Está en el cielo! ¡Intercede por nosotros! ¡Nos quiere! ¡Nos abre un camino nuevo! ¡Y nos enseña a ir a lo esencial! Al amor de Dios experimentado en este mundo para un día vivirlo en el cielo cara a cara. La síntesis que hace es perfecta. Nos lo muestra el Papa Francisco con el nuevo título que le concede, "doctora de la síntesis":

 

"Del cielo a la tierra, la actualidad de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz perdura en toda su ‘pequeña grandeza’.

En un tiempo que nos invita a encerrarnos en los propios intereses, Teresita nos muestra la belleza de hacer de la vida un regalo.

En un momento en que prevalecen las necesidades más superficiales, ella es testimonio de la radicalidad evangélica.

En un tiempo de individualismo, ella nos hace descubrir el valor del amor que se vuelve intercesión.

En un momento en el que el ser humano se obsesiona por la grandeza y por nuevas formas de poder, ella señala el camino de la pequeñez.

En un tiempo en el que se descarta a muchos seres humanos, ella nos enseña la belleza de cuidar, de hacerse cargo del otro.

En un momento de complicaciones, ella puede ayudarnos a redescubrir la sencillez, la primacía absoluta del amor, la confianza y el abandono, superando una lógica legalista o eticista que llena la vida cristiana de observancias o preceptos y congela la alegría del Evangelio.

En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio" (La confiance 52).

 

Ahora nos toca a nosotros. Tenemos que vivir como Santa Teresita nos propone. ¿Cómo? Es muy fácil: comencemos a amar, a rezar y a entrar en la confianza.

 

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