El Año Santo de 1950 fue el primero de los grandes jubileos en el que la radio desempeñó un papel protagonista. Radio Vaticana había sido creada en 1931 y había prestado un valioso servicio durante la Segunda Guerra Mundial y después de la Primera, transmitiendo información a los países del Este de Europa. Pero fue ese Jubileo el que subrayó su papel universal, convirtiendo por primera vez un Año Santo en un fenómeno globalizado. Pío XII quiso que todas las ofrendas de su jubileo sacerdotal celebrado en 1949 se destinaran a la modernización de las instalaciones radiofónicas.
Las palabras de Montini
"Por una feliz disposición de Su Santidad -escribió el entonces Sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Battista Montini-, la generosidad que los católicos quisieron espontáneamente manifestar para solemnizar el jubileo sacerdotal del Santo Padre, tuvo un destino destinado a hacerla fluir hacia los propios hijos. El don que los hijos harían al Padre no sería menos providencial para el ministerio del Pastor Supremo que para las necesidades y deseos de toda su grey. Y por eso el Comité Central del Año Santo... interpretando fielmente la humildad personal y la caridad pastoral del Papa, sugirió no hacerle regalos especiales, sino destinar a las nuevas instalaciones de la Radio Vaticana la ofrenda que la gente quisiera libremente ofrecer con ocasión del auspicioso cincuentenario de la ordenación sacerdotal de Eugenio Pacelli. Y así se creó un fondo para dar al Papa el instrumento, la trompeta, capaz de hacer oír su voz a todos sus hijos, incluso a los lejanos, es más, preferiblemente a los lejanos que tienen menos oportunidades de acercarse materialmente al centro de la catolicidad, donde Él reside".
Conexiones con el mundo entero
La ceremonia de apertura de la Puerta Santa, leemos en el Acta Apostolicae Sedis relativa a aquel Jubileo, se oyó en todo el mundo gracias a las conexiones: "Alemania, Austria, Bélgica, España, Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Mónaco, Portugal, Suiza, y fuera de Europa, Brasil, Estados Unidos y otros países latinoamericanos. La tecnología radiofónica resultó indispensable para esas audiencias espectaculares que a partir de marzo se celebraron puntualmente al menos todos los miércoles y sábados".
Las ofrendas de los holandeses
Entre las ofrendas más sustanciosas estaban las de Holanda y Francia. El periódico católico holandés De Tijd había lanzado una iniciativa para ofrecer al Papa un potente transmisor construido por Philips. Se promovió una campaña de recogida en todas las parroquias de los Países Bajos, con el lema: "Un millón de florines para el radiotransmisor del Papa". El 3 de abril de 1949, día del jubileo sacerdotal de Pío XII, se recaudaron 600.000 florines. Las ofrendas siguieron llegando. El 19 de mayo de 1950, se donó al Papa un transmisor de onda corta Philips de 100 Kw. Varios ministros holandeses asistieron a la audiencia. En su discurso de presentación, recogido en la crónica de L'Osservatore Romano, el Presidente del Comité dijo: "De los más ancianos a los más jóvenes, de los ricos a los pobres, todos los fieles de Holanda han contribuido en proporción a sus posibilidades, suscitando la admiración de sus compatriotas no católicos". El transmisor se destinó inmediatamente al Centro de Transmisión de Ponte Galeria, que se estaba proyectando.
180 emisiones semanales
Los rezos del Rosario dirigidos por Pío XII suscitaron una gran participación. "Es difícil hacerse una idea exacta del espectáculo de un rosario rezado junto al Papa y junto a la cristiandad el 8 de diciembre, el más universal. Hasta ocho cadenas nacionales se conectaron al micrófono del Papa, pero tampoco se puede pasar por alto la actividad ordinaria de Radio Vaticana, que en el año santo gravitó de modo muy especial sobre este tema, actividad que se desarrolló semanalmente en 180 emisiones de un cuarto de hora cada una y en 25 idiomas distintos: italiano, inglés, francés, español, alemán, polaco, portugués, checo, eslovaco, húngaro, lituano, letón, estonio, ruso, bielorruso, ucraniano, rumano, búlgaro, croata, esloveno, árabe, amárico, latín, neerlandés y, por último, chino".
L'Osservatore en francés y 100.000 fotos
Junto a la radio y el diario de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, que aumentó su difusión al comenzar la edición en francés en 1949. La Oficina de Prensa preparó películas que ilustraban el Jubileo. "Un amplio servicio fotográfico proporcionó a los numerosos solicitantes una adecuada ilustración de prensa de los principales acontecimientos. Durante el Año Santo se distribuyeron más de 100.000 fotos a periódicos y agencias".
Un canal de televisión
Pocos recuerdan que también en 1950 se hizo otro regalo al Pontífice: "S.E. el conde Vladimir d'Ormesson, embajador de Francia ante la Santa Sede, le hizo entrega de un televisor en nombre del Comité especial de la Ofrenda Nacional Francesa. Este Comité, constituido bajo la presidencia de honor del Presidente del Consejo, Sr. Bidault, tomó la iniciativa de obsequiar al Sumo Pontífice, con ocasión del Año Santo, con la generosa contribución de los católicos de Francia, esta innovación técnica puesta al servicio de la Fe y del Sagrado Ministerio Apostólico". La instalación, proyectada y construida por ingenieros y técnicos franceses, y puesta en marcha con la ayuda de técnicos de la RAI y de Radio Vaticano, "quiere ser un nuevo testimonio de las iniciativas que, en noble competencia, los fieles de todo el mundo saben poner en práctica por la gran causa de la verdad y del bien" (L'Osservatore Romano, 15 de marzo de 1950).
Pero el regalo de los franceses, aunque técnicamente perfecto, no pasó de la fase experimental. "La difusión de la televisión italiana, escribe el padre Francesco Farusi, la dimensión todavía limitada de la difusión de imágenes y la vasta red de equipos necesarios para las necesidades internacionales características del Vaticano, hicieron prácticamente imposible la creación de una emisora de televisión”. Hubo que esperar hasta 1983, es decir, otros 33 años, para que el Vaticano tuviera su propia televisión, con el nacimiento del Centro Televisivo Vaticano, hoy Vatican Media.
La carta desde un convento
En los relatos oficiales de aquel Jubileo, "qué mejor condición para apreciar el milagro de Marconi", se presenta "una humilde carta recibida de un pequeño convento de monjas de clausura". En ella leemos: "Afortunadamente nos regalaron un aparato de radio. En primer lugar, les agradecemos de todo corazón las continuas transmisiones realizadas durante el pasado Año Santo, las escuchamos todas con transporte y devoción; aunque estábamos recluidas nos sentíamos como si estuviéramos presentes, más aún, como si las viéramos con nuestros propios ojos tan bien y con tanta claridad. Entonces, ¿la radio sólo era capaz de darnos sensaciones? No. Algo más que sensaciones. Si por casualidad se acercan al Santo Padre, díganle que todas nosotros, solteras, le queremos mucho; cuando escuchamos su palabra de rodillas, lágrimas de ternura salpican nuestras mejillas; rezamos siempre por él con gran afecto, hablamos siempre de su santidad, y hay algunas hermanas, en realidad varias, que se ofrecen como víctimas por su prosperidad espiritual y temporal, y que viva largos años".