"La idea de una 'fuga hacia la doctrina pura' me parece completamente irreal". El teólogo Joseph Ratzinger, Papa emérito, responde por escrito a las preguntas de la revista mensual alemana Herder Korrespondenz, y una vez más parece querer distanciarse de los tópicos interesados que se han cosido sobre él. En un fragmento de la entrevista, en el que casi nadie se detuvo en la filmación y en los comentarios, Benedicto XVI dice: "Ante todo, pues, el creyente es una persona que se interroga a sí misma, una persona que debe encontrar continuamente la realidad de esta fe detrás y en contra de las realidades opresivas de la vida cotidiana. En este sentido, la idea de una "fuga hacia la doctrina pura" me parece absolutamente irreal. Una doctrina que sólo existe como una especie de reserva natural, separada del mundo cotidiano de la fe y sus exigencias, representaría en cierto modo una renuncia a la propia fe. La doctrina debe desarrollarse en y a partir de la fe, no junto a ella".
Las palabras del Papa emérito, como se puede ver también en la siguiente entrevista, revelan el rostro de una Iglesia que habla con el corazón y con el espíritu, porque una Iglesia que habla sólo con su oficialidad doctrinal o con el funcionalismo de sus estructuras acaba alejando más que atrayendo.
Ya en 2001, en el libro-entrevista con Peter Seewald "Dios y el mundo", el entonces cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmaba: "La naturaleza de la fe no es tal que a partir de un momento determinado se pueda decir: yo la tengo, otros no... La fe sigue siendo un camino. A lo largo de nuestra vida sigue siendo un viaje y, por tanto, la fe siempre está amenazada y en peligro. Y también es saludable que de esta manera se escape del riesgo de convertirse en una ideología manipulable. El riesgo de endurecernos y hacernos incapaces de compartir la reflexión y el sufrimiento con nuestros hermanos que dudan y se cuestionan. La fe sólo puede madurar en la medida en que soporta y asume, en cada etapa de la existencia, la angustia y la fuerza de la incredulidad y finalmente cruza para hacerse viable de nuevo en una nueva era".
Son palabras que Benedicto XVI, el Papa del Patio de los Gentiles, también reiteró en su diálogo con los periodistas en el vuelo a Praga el 26 de septiembre de 2009, recordando que el no creyente y el creyente se necesitan mutuamente. Y que "el católico no puede conformarse con tener fe, sino que debe estar en búsqueda de Dios, aún más, y en diálogo con los demás re-aprender a Dios de manera más profunda".
El creyente que no lo sabe ya todo, sino que se pregunta ante la realidad de la vida cotidiana, la fe que no es una posesión adquirida de una vez por todas, sino un camino y un desarrollo, lejos de toda huida hacia la doctrina reducida a una reserva natural separada del mundo. El creyente que necesita las preguntas y dudas del no creyente, para no reducir su fe a una ideología, a un esquema: son temas que Benedicto XVI exploró varias veces como teólogo, cardenal y luego Papa. Y es una opinión que encontramos varias veces en las palabras de su sucesor Francisco. Por ejemplo, en el diálogo que mantuvo con sacerdotes, religiosos y religiosas en la catedral de Milán el 25 de marzo de 2017, cuando había invitado a los que evangelizan a estar libres de resultados y a no entristecerse por los desafíos que la Iglesia afronta hoy, advirtiendo precisamente del riesgo de convertir la fe en ideología.
"Es bueno -dijo Francisco- que haya desafíos porque nos hacen crecer. Son signo de una fe viva, de una comunidad viva que busca a su Señor y mantiene los ojos y el corazón abiertos. Más bien deberíamos temer una fe sin desafíos, una fe que se considera completa, toda completa: no necesito otras cosas, todo está hecho... Y se considera completa como si todo estuviera dicho y hecho". "Los desafíos -había añadido el Papa Bergoglio en aquella ocasión- nos ayudan a que nuestra fe no se convierta en ideológica. Los peligros de las ideologías existen, siempre. Las ideologías crecen, brotan y crecen cuando uno cree tener una fe completa, y se convierte en ideología. Los retos nos salvan del pensamiento cerrado y definido y nos abren a una comprensión más amplia del dato revelado".