Entre los fenómenos que se observan en Internet, uno ha sido objeto de atención por diversos analistas: la creación de grupos que tienen ideas afines, cuyos miembros se alimentan continuamente de todo aquello que confirma tales ideas.

Bastaría con entrar en redes sociales donde interactúan quienes prefieren el mismo equipo de fútbol, o la misma ideología política, o la misma pasión por los gatos, o el mismo miedo ante la pandemia (o ante las vacunas).

Estos fenómenos, sin embargo, no ocurren solo entre grupos más o menos minoritarios, sino que en cierto modo se producen a un nivel “macro”: entre una gran mayoría dentro de un país, o incluso a nivel internacional entre millones y millones de personas.

Así, mientras causan sorpresa, y suelen ser criticados, grupos pequeños de personas que hablan una y otra vez de conspiraciones, agendas secretas, planes para controlar el mundo, los que critican a tales grupos suelen entrar, de modo consciente o inconsciente, en grandes grupos que critican a los grupos pequeños.

Este tipo de fenómenos tiene una sencilla explicación: la gente suele rechazar a los que ponen en duda las propias convicciones y modos de vivir, y suele buscar a aquellos que piensan de un modo semejante, con lo que se sienten confirmados en sus propias opciones.

En otras palabras, nos gusta sentirnos rodeados por quienes piensan lo mismo que nosotros, y nos causa cierta incomodidad el encuentro con quienes tienen una posición diferente, incluso hostil, hacia nuestras ideas.

Sin embargo, en muchas ocasiones los seres humanos recibimos un sano estímulo a repensar lo que no es seguro (aunque nos lo parezca), y a abrirnos a nuevos horizontes, cuando nos confrontamos serenamente con quienes tienen otros puntos de vista.

Para evitar el peligro de grupos encerrados en posiciones estrechas, casi sectarias, o en grupos grandes que siguen, de modo acrítico, incluso borreguil, las ideas dominantes a nivel mundial, vale la pena un sano espíritu de apertura para escuchar a quienes, honestamente, buscan como nosotros la verdad y llegan a conclusiones diferentes de las nuestras.

De este modo, aprenderemos a convivir con personas con ideas diferentes y, sobre todo, adquiriremos un modo de pensar y afrontar temas que resultan complejos con una mayor apertura mental y un estimulante sentido crítico.
 
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