El 16 de enero de 2014, la Pontificia Comisión Teológica Internacional publicó un extenso documento: «La Trinidad de Dios, unidad entre los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia», presentado como el resultado de cinco años de trabajo y como un texto específicamente aprobado y revisado por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el próximo cardenal Gerhard Müller. Temo ser un profeta simple si prevengo que este documento, de largo y complejo trabajo, que será leído por unos pocos, tendrá poca cobertura en los medios y terminará rápidamente en el olvido. Mal: porque esta gran obra , querida y requerida por Benedicto XVI y ahora terminada bajo el pontificado de Papa Francisco, y de una calidad realmente notable, denuncia la agresión sin precedentes a la Iglesia que está ejecutando la cultura secular dominante.
"La Iglesia es el obstáculo que debe ser eliminado". Así describe el documento el actual clima cultural, donde los poderes feroces marcan la pauta no sólo a la cultura dominante en las universidades, sino también a la mayoría de los medios de comunicación. ¿Cómo intentan derrocar a la Iglesia? Atribuyéndole la responsabilidad de toda la violencia más grave de la historia. Esto, afirman, deriva de la fe en la existencia de verdades absolutas garantizadas por Dios, Creador de una naturaleza que la razón puede conocer y descifrar como verdad. Derivada, entonces, del rechazo católico al relativismo: y del monoteísmo, que es fanático e intolerante.
Lo cierto es que hay un "diseño totalitario del pensamiento único", fundado sobre una "sensación relativista en todo”: es la dictadura del relativismo, que ataca a cualquier persona que piense que existe la verdad. De hecho, la verdad “se menciona explícitamente como una amenaza radical a la autonomía del sujeto y para la apertura de la libertad. Sobre todo porque plantear la verdad objetiva y universal, como referencia para todos que puede ser accesible para el espíritu humano, se asocia inmediatamente como un reclamo de posesión exclusiva de una persona o grupo de personas”...
Para la dictadura del relativismo, de esta violencia sería responsable la Iglesia porque enseña el monoteísmo. Si sólo hay un Dios, sólo hay una verdad. Si hay más dioses, entonces hay varias verdades posibles. Sólo el politeísmo garantiza al relativismo. Se trata de una auténtica inversión respecto de la historia tradicional de las religiones, que aunque secular, consideraba al monoteísmo un avance respecto del politeísmo. Esta “inversión del contexto moderno es inesperada: el monoteísmo es ahora arcaico y despótico, el politeísmo es creativo y tolerante"...
Hoy la agresión contra la Iglesia católica y los cristianos continúa, fundada en el “prejuicio -típico del modelo racionalista- según el cual en el plano existencial y social, existe sólo una manera para afirmar la verdad: negar la libertad o eliminar al antagonista". El horizonte es la eliminación de Dios y la imposición -sea persuasiva o violenta - del ateísmo, lo que resulta en la negación de la libertad. "La eliminación de Dios, establecida sobre la base de la razón "natural", se asocia hoy con frecuencia a la conquista "biológica" de la libertad humana. Para esta perspectiva, en nuestro cerebro se construye el pensamiento de Dios por razones relacionadas con una determinada etapa de la evolución: dependiendo de la complejidad del propio gobierno, para compensar la inevitabilidad de la frustración, como dispositivo para neutralizar la muerte".
Por lo tanto, la religión es una enfermedad que debe ser eliminada. El futuro que la ideología prepara a la humanidad es un futuro de violencia y muerte. Ya hoy vivimos - concluye el documento - "en el tiempo de la persecución "… "debemos sostenernos, en la espera de la conversión anhelada para todos. Por esta paciencia, este soportar, por esta tenacidad de los "santos" que sobrellevan en tribulación la espera, estamos en deuda de gratitud con muchos hermanos y hermanas perseguidos por su fidelidad cristiana. Honramos su testimonio como la respuesta decisiva a la pregunta sobre el sentido de la misión cristiana en favor de todos. El tiempo de un nuevo testimonio sobre la relación entre religión y violencia en los hombres ha sido abierto por su valentía. Debemos reconocer el mérito. En el advenimiento de este nuevo tiempo, y los frutos del Espíritu que vendrán, la Madre del Señor debe ser considerada la cuidadora insustituible. La conciencia y la invocación de su intercesión particular, debe ser primordial en nuestra conversión y nuestra oración".