De una persona que está acabando un trabajo académico, recibí la petición de escribir algo acerca de la responsabilidad moral de las personas posesas. La respuesta es muy sencilla. Aunque podría parecer que es un asunto complejo, no es así.
Toda acción del demonio tanto en un poseso, como en un individuo que padece una influencia demoniaca de cualquier tipo, al final se reduce a que eso es una tentación. Unas personas son tentadas de un modo extraordinariamente insistente. Otras de un modo muy vehemente. El demonio puede estar alrededor de la persona o, incluso, dentro de ella. Pero esa acción solo implica mayor o menor tentación. Mayor o menor presión sobre la inteligencia, la imaginación, la memoria. La persona puede sentir ciertos sentimientos (por ejemplo, de odio) o venirle continuamente ciertos recuerdos o razonamientos contra la fe, etc.
El poseso únicamente en la fase de trance no es responsable de lo que hace. Únicamente en esa fase. De hecho, lo normal es que no se acuerde de nada de lo dicho o hecho.
Pero el resto del tiempo, el individuo puede resistir la tentación en mayor o menor medida. Por supuesto que, en la mayor medida en que puede resistir la tentación, en esa misma medida es más responsable. En la medida en que la tentación sea más vehemente y más continua, la responsabilidad encontrará atenuantes. Pero solo son atenuantes, porque no perderá la libertad. Solo durante el trance, no puede ejercer la menor resistencia, porque, de hecho, se pierde la consciencia.
Ahora bien, es cierto que algunas personas están tan debilitadas para resistir ante ciertas pulsiones (sea sexo, alcohol, juego o drogas), que su responsabilidad a veces se reduce al mínimo. Ven que algo está mal, pero existe en ellos un vicio, es decir, una facilidad para caer que consigue que caigan con facilidad y frecuencia. Qué parte haya del demonio en estas tentaciones, no se puede saber. Ciertamente, en esos casos de personas encadenadas a un vicio hay una parte del demonio. Pero resulta imposible saber cuánta parte se debe a la acción del demonio y cuánta parte a la acción de la propia naturaleza caída.
Los endemoniados, por lo tanto, no caen en una categoría moral especial, ni se requiere de criterios específicos para aconsejarles. Los consejos serán los mismos que se aplicarían a personas muy tentadas o muy debilitadas ante ciertos vicios o muy obsesionadas con ciertos temas.