El Papa Francisco intervino en la apertura del Sínodo sobre la sinodalidad, insistiendo en lo que diferencia una asamblea eclesial de una reunión política y subrayando la centralidad de la escucha del Espíritu Santo. El que se inauguró el 4 de octubre es un Sínodo peculiar, sólo parecido al Sínodo sobre la Comunión de 1986. De hecho, la comunión en la Iglesia y la sinodalidad como modo de vivir y expresar esta comunión representan aspectos fundamentales y no están ligados a temas específicos.


El Obispo de Roma indicó también un método a los miembros del Sínodo, con una petición que hizo extensiva, pidiendo comprensión, también a los periodistas llamados a informar sobre lo que está sucediendo en el Vaticano este mes de octubre.

 

Francisco ha explicado que en el Sínodo debe darse prioridad a la escucha, a la escucha del Espíritu Santo por encima de todo. Escuchar lo que tienen que decir los demás, escuchar lo que tienen que decir los que están lejos de mí, compartir su experiencia. Hacer esto requiere ascesis. Requiere custodiar un espacio protegido, para evitar que las posiciones individuales y los protagonismos prevalezcan sobre la armonía sinfónica del conjunto. El Papa pide explícitamente "un cierto ayuno de la palabra pública para custodiarlo". También pide que lo que se publique consiga transmitirlo de alguna manera. Francisco añade: "Algunos dirán -lo están diciendo- que los obispos tienen miedo y por eso no quieren que los periodistas digan...". Expresando así la actitud y el discernimiento que se exige a los miembros del sínodo en primer lugar.

 

En la tarde del primer día de la asamblea, se dio a conocer el reglamento de estos días de trabajo, en el que se establece que "cada uno de los participantes está obligado a la confidencialidad y a la privacidad tanto de sus propias intervenciones como de las intervenciones de los demás participantes".

 

Cuidar de este espacio no significa que no se sepa lo que ocurre. De hecho, éste es el Sínodo con más retransmisiones en directo de la historia: desde las meditaciones del retiro espiritual hasta los saludos, desde los informes introductorios de cada módulo hasta los briefings diarios sobre los contenidos del debate. Hay obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas de todas las partes del mundo que juntos, en un clima de oración y no de oposición o polarización, buscan en las próximas semanas comprender los caminos que el Espíritu indica para un anuncio evangélico capaz de llegar a todos y para una Iglesia cada vez más fiel a su origen, una Iglesia de puertas abiertas, "la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su propia laboriosa vida".

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