Es una distopía realista. Los fantasiosos creían que el problema del futuro podían ser los robots o los extraterrestres o imaginativas cosas parecidas. ¿Quién se imaginó a una oscura cúpula de un Partido moviendo subterráneamente los hilos en todo el mundo?
 
Los diez, veinte, hombres fuertes del Partido Comunista de China, su vértice supremo, tienen un poder ante el cual cualquier otro poder de este planeta es claramente menor. De momento, mantienen en un estado de libertad limitada a 1.300 millones de seres humanos, una séptima parte de la población mundial. De los cuales una parte de ellos viven en una situación de libertad muy restringida a causa de las condiciones de trabajo a causa de la miseria, a causa de la pura ley de la oferta y la demanda.
 
Esa cúpula ha dejado claro que está dispuesta a todo con tal de no dejar el monopolio del poder más grande de la tierra. Cuando uno de esos mandarines se gasta mil euros en una botella de vino o 50.000 euros en una joya sin darle ninguna importancia no piensa en la gigantesca cantidad de sufrimiento que ha sido necesaria para lograr esa botella: jornadas inacabables, problemas de salud con productos químicos en sus industrias, turnos de noche. Hay individuos que son vampiros de otros seres humanos sin necesidad de chuparles la sangre físicamente, sin necesidad de vivir en un ataúd. Aunque algunos, realmente, tienen a su alma en un verdadero ataúd.

Occidente, el Pueblo, debería reaccionar ante un problema que, lejos de solucionarse, se está reforzando y acorazando. El Poder de esa cúpula oscura (que no sale en los medios) cada año es más grande, como el poder de Mordor. Pero según nuestros gobernantes el único problema es que hay que ser más competitivos. No, la visión social de la Iglesia (descrita en encíclicas como Rerum Novarum) era grandiosa y realista. Pero los "modernos" decidieron mirar a otro lado y ahora siguen mirando a otro lado.

 
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