Hace unos días me contaron la siguiente historieta. Se le pregunta a una mujer embarazada: “¿qué estás esperando, niño o niña?”. Y ella responde: “No lo sé, dejaré que decida cuando sea mayor”.
 
            A mí me lo contaron como un chiste, pero desgraciadamente llegué a la conclusión que era la respuesta que deben dar los partidarios de la ideología de género. ¿Y quiénes son los que defienden la ideología de género? Fundamentalmente las feministas radicales, el lobby LGTB, y nuestros parlamentarios de todos los Partidos Políticos. Es decir lo políticamente correcto es la ideología de género.
 
            No nos extrañe por ello que en el Parlamento Riojano, al igual que ha sucedido en otros Parlamentos, va a discutirse una Proposición de Ley de Igualdad Social y no Discriminación por motivos de Identidad de Género, que espera su próxima aprobación.
 
En la Exposición de motivos leemos: “En la persona imperan las características psicológicas que configuran su forma de ser y se ha de otorgar soberanía a la voluntad humana sobre cualquier otra consideración física. La libre autodeterminación del género de cada persona ha de ser afirmada como un derecho humano fundamental, parte imprescindible de su derecho al libre desarrollo de la personalidad”.
 
Y en el artículo 3.1 se dice: “Identidad sexual y/o de género, concepto relativo a la vivencia íntima y propia del género, de la persona que se identifica como hombre o mujer, siendo libre la decisión de cada persona, sin que deba ser definida por terceros. La identidad sexual se desarrolla de acuerdo a unos parámetros concretos a partir de la aceptación interna, pudiendo coincidir o no con el sexo asignado en el momento del nacimiento, y pudiendo involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal, mediante procesos farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido”.
 
En pocas palabras esta Ley afirma y además lo considera derecho humano fundamental, que cada cual puede decidir libremente cuál es su sexo o género, pudiendo definirnos como hombres, mujeres u otras variantes. ¿Es esto verdad?
 
Según el relato bíblico de la Creación (Gén 1,26-27), el haber sido creado por Dios como hombre o mujer pertenece a la esencia humana. A mí me parece como un dato indiscutible que el ser humano ha sido creado como hombre o como mujer. En cambio, en la ideología de género el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, sino que somos nosotros, prescindiendo de nuestra naturaleza, quienes hemos de decidir sobre esto.
 
Creo que la mejor manera de combatir la ideología de género es mostrar lo absurda, ridícula y disparatada que es. Por eso se ha hecho muy famosa la intervención de un parlamentario regional alemán, Steffen Körniger que el pasado mes de Junio, en el Parlamento de Brandeburgo, cuando se discutía una Ley sobre ideología de género, empezó su intervención, tras el saludo al Presidente de la Cámara, así: “Señoras y señores, estimados homosexuales, estimadas lesbianas, estimados andróginos, estimados géneros fluidos, estimados transgénero…”, y así continuó hasta sesenta modalidades diversas, con gran juerga de los adversarios de la ideología de género y supongo que parecida confusión entre sus partidarios. Por cierto, luego declaró que la lista posible llegaba a más cien.
 
Por cierto no estaría mal que nuestros políticos recuerden que son los hechos, y no la ideología, los que determinan la realidad, y que ya los filósofos medievales decían “contra el hecho no valen argumentos”. También les recuerdo que no se puede pretender tener prestigio, defendiendo estupideces. Resumiendo, el que uno pueda decidir libremente su sexo, es una tontería, no un derecho humano fundamental. Y como me acaban de operar de próstata, por muchos tratamientos hormonales y quirúrgicos que den a un chico para que sea chica, no creo que de mayor le operen de cáncer de matriz, sino de próstata, y al revés.
 
Hoy me he detenido en los aspectos ridículos y absurdos de la ideología de género, pero lo peor son sus aspectos malvados y perversos, de los que hablaré otro día.

 
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