El 20 de octubre de 2024, en la Plaza de San Pedro en Roma, en el marco de la Jornada Mundial de Las Misiones (DOMUND), será canonizado el beato Giuseppe Allamano, fundador de los Institutos Misioneros de la Consolata (ver a continuación en ilustración).

 

 

El feliz suceso es motivo de fiesta en el cielo y también en el corazón de la Amazonía, pues el milagro gracias al cual Giuseppe se convertirá en santo ocurrió en la selva amazónica brasileña, en Roraima…

 

Sorino (abajo en imagen), un indígena yanomami, fue atacado por un jaguar que le hirió gravemente en la cabeza el 7 de febrero de 1996, primer día de la novena del Beato Allamano. Trasladado al hospital de Boa Vista, fue atendido por los Misioneros de la Consolata, que pidieron por su recuperación rogando al Beato Allamano. Sorino recuperó milagrosamente la salud en pocos meses y sigue viviendo en su comunidad indígena con su mujer y sus tres hijos.

 

 

«El hecho de que el milagro sea la curación extraordinaria de un yanomami en el Amazonas ayuda a poner en el punto de mira la situación de los pueblos indígenas. Es una señal que Dios envía a la Iglesia, una llamada a mirar la vida de estos pueblos», comenta al Sir el padre Corrado Dalmonego, misionero de la Consolata que lleva 20 años evangelizando a estas comunidades.

 

Padre Corrado es el vocero de la lucha de los Yanomami desde hace años y es firme en denunciar la dramática situación de empobrecimiento y degradación provocada por la explotación minera. Este desafío lo asume, dice, porque la misión "es diálogo, es evangelización y proclamamos con nuestra vida, con nuestras luchas, con la denuncia y defensa de los oprimidos, con el trabajo en el campo social y de la salud".

 

 

El territorio yanomami en Brasil abarca 9 millones de hectáreas. Alberga unas 360 comunidades que hablan 6 lenguas de la misma familia lingüística, además de la lengua ye'kwana. La población estimada es de 30.000 habitantes, pero existe una elevada mortalidad infantil en los primeros años de vida, a pesar de que les afectan enfermedades que son curables, como la malaria. “Y esto sucede por la violencia que ejercen los mineros ilegales (garimpeiros), la cual impide la presencia de equipos sanitarios”, afirma el misionero.

 

En el territorio de los Yanomami los garimpeiros con violencia controlan también el tráfico de armas, drogas y personas según denuncia el padre Corrado. “El crimen organizado ya contrata presos en cárceles venezolanas y colombianas que, cuando salgan, vendrán a trabajar como agentes de ‘seguridad’ en los garimpos, amenazando, matando y sembrando la muerte. Hay violencia contra las mujeres, los jóvenes se vuelven alcohólicos, la presencia de mercurio en los ríos causará enormes problemas neurológicos a la población en los próximos años. En algunas comunidades los niveles de mercurio alcanzan el 80/90%, límites inaceptables según la OMS”.

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