Un nuevo informe publicado por el Instituto Barna, del Centro de Investigación Cultural de la Universidad Cristiana de Arizona, refleja la percepciones de fe que tiene la generación millennial. Ante todo, el estudio evidencia que millones de personas de esta generación rechazan casi por principio la religión organizada o miran con desconfianza a los líderes religiosos, a quienes llegan a percibir como hipócritas. “Sus experiencias, observaciones y suposiciones con respecto a la religión, las creencias espirituales y las prácticas de fe han producido una experiencia espiritual turbulenta”, refiere George Barna, responsable del informe.
Entre los datos que revela el informe está el que un poco más de la mitad de los millennials (59%) vea como al menos “un poco positivo” a Jesucristo mientras que un 39% lo ve “muy positivo”. Un 51% percibe la Biblia como “un poco positiva” y un 29% como “muy positiva”. Estos porcentajes decrecen a apenas la mitad de impresión “un poco positiva” cuando se circunscribe al cristianismo en general. No obstante, el 65% de los millennials se identifica aún como cristianos, aunque esto contraste con la visión bíblica de la sexualidad. De hecho, un 30% de los millennials, incluido casi un 40% de adultos entre 18 y 24 años, se identifican como LGBTQ. “La proporción de adultos jóvenes que se identifican como LGBTQ es aproximadamente tres veces más la proporción identificada entre los adultos mayores combinados de todos los Estados Unidos. Dadas las implicaciones morales y políticas de tal identidad, esa auto-caracterización por sí sola plantea una serie de desafíos emocionales”, escribe Barna.
Pero el ateísmo no tiene mejor acogida entre esta generación: apenas un 25% lo ve como “un poco positivo” y sólo el 8% lo ve “muy positivo”.
El informe “New Insights into the Generation of Growing Influence: Millennials In America”, de 62 páginas, proporciona un perfil detallado de una generación nacida entre 1984 y 2002, que está a la búsqueda de respuestas a sus problemas, aunque está “desvinculada de la enseñanza y la práctica espirituales, lo que resulta en una escasez de conocimiento, comprensión, experiencia y crecimiento en este ámbito». Se trata de una población de 78 millones tan solo en los Estados Unidos.
“El analfabetismo espiritual resultante prácticamente los resigna a una cosmovisión superficial en la que se aferran a ideas y prácticas que brindan consuelo inmediato en lugar de verdad y paz duraderas. El caos moral que caracteriza a la generación también puede atribuirse a una escasez de instrucción religiosa coherente y pragmática, instigada por la ausencia de una reflexión moral madura”, anota Barna en el informe.
“La confusión generalizada entre los adultos jóvenes con respecto a aspectos de su identidad, espirituales, sexuales y también relacionados con su sentido de propósito en la vida, son una consecuencia directa de ese vacío de sabiduría espiritual”, agregó. “Parece que a menudo los adultos jóvenes llenan el vacío creando una imagen de sí mismos que se basa en el egocentrismo, la autosuficiencia y la independencia. Eso puede ser percibido como arrogancia, pero más que nada también puede ser un mecanismo de defensa que cubre sus déficits personales con los que luchan».
George Barna sugiere que entre los desafíos que tiene esta generación está la falta de propósito de vida, la cual puede abordarse cambiando la visión de su mundo: “Tu cosmovisión es la base de tu toma de decisiones. Cada elección que haces surge de tu cosmovisión, que sirve como filtro a través del cual experimentas, observas, imaginas, interpretas y respondes a la realidad. Y cada una de las miles de decisiones que tomas todos los días tiene consecuencias. Eso significa que la cosmovisión está en el centro de todo lo que estamos considerando en relación con el bienestar y el desarrollo de la generación de adultos jóvenes”, anota.
Finalmente, “Dada la centralidad de la cosmovisión para la experiencia humana, no puede haber mejoras en la vida que llevan los millennials sin abordar el papel fundamental de la cosmovisión. Y debido a que la cosmovisión se desarrolla y se lleva a cabo en el mercado competitivo de creencias y comportamientos, piénsese en las consecuencias generalizadas para los millennials al rechazar la cosmovisión bíblica en favor de otras alternativas más populares”.