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Por la pandemia, ha sido muy complicado el proceso educativo en las escuelas, en todos los niveles. Se han hecho muchos esfuerzos privados y públicos, y hay que reconocerlos, pero han sido insuficientes. Los pobres han quedado prácticamente al margen, por falta de recursos tecnológicos. El regreso presencial a clases, mientras no haya garantía de protección a la salud, es un riesgo al que la mayoría de los padres de familia han decidido no exponer a sus hijos.

La educación depende de muchos factores; pero el aporte de la escuela es muy importante. Pedí a mis sobrinas nietas que me consiguieran algunos libros oficiales de texto y encontré elementos muy valiosos para vivir en sociedad. Por ejemplo, en el libro de Formación Ética y Cívica, correspondiente al sexto grado de Primaria, con niños en torno a 12 años, en la página 17 se inculca esto: “Los principios éticos son reglas o normas que orientan la acción de las personas y contemplan valores como el respeto, la solidaridad, la honestidad, la lealtad, la empatía, la fraternidad, la sinceridad y la gratitud. Con los principios, buscamos la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace”.

En las páginas 22 y 23 se enumeran derechos humanos: “Todos tenemos derecho a: organizarnos y reunirnos con otros, gozar de un ambiente sano, pensar y hablar libremente, al amor y a la familia, tener cosas propias, leyes justas, la privacidad, la libertad, una vida digna y segura, descansar, divertirnos y acceder al arte, la igualdad, ser protegidos, ir donde se quiera, la salud física y mental, acceder a la información, recibir educación”. ¿Quién puede no estar de acuerdo con estos valores? Si todos los pusiéramos en práctica, tendríamos otro país. No se enumeran el derecho a la vida, a practicar la propia religión y otros, pero los enunciados son sumamente valiosos.

En la página 34, se afirma: “Ser conscientes de nuestras acciones es reconocer las consecuencias constructivas o destructivas que pueden ocasionar; por ello, es fundamental que reflexionemos antes de actuar y dirijamos nuestras decisiones de forma honesta y solidaria con los demás”. En la página 40: “Reflexionar con base en principios éticos permite tomar decisiones que promueven la convivencia armónica, el bien común y una cultura de paz”.

Hay otros puntos discutibles e incompletos, sobre todo lo relacionado con la educación sexual. Como está prescrito que la educación oficial es laica, se prescinde de lo religioso, y no lo toman en cuenta ni desde el punto de vista antropológico, histórico, cultural y social. Sin embargo, los párrafos que transcribí son muy útiles y convenientes. Lamentablemente, a veces en la familia, en el ambiente social y en los medios de comunicación se manifiestan actitudes que los contradicen. La educación escolar es fundamental para construir otro país, aunque, como decía, la educación depende de muchos otros factores.

Pensar

El Papa Francisco, en su exhortación Amoris laetitia, dice: “aunque los padres necesitan de la escuela para asegurar una instrucción básica de sus hijos, nunca pueden delegar completamente su formación moral” (263). “Es necesario desarrollar hábitos. También las costumbres adquiridas desde niños tienen una función positiva, ayudando a que los grandes valores interiorizados se traduzcan en comportamientos externos sanos y estables” (266).

Actuar

Apreciemos el valor de la educación en la escuela y no dejemos solos a los maestros en su trascendente labor educativa.
 
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