Hace varios años, una colega mía sufrió una decepción aplastante. Su tentación instintiva era la de enojarse, cerrar una serie de puertas y retirarse. Sin embargo, con el espíritu herido, se preguntó: ¿Qué me pide ahora el amor? Al responder a esa pregunta, descubrió que, a pesar de todos sus instintos en contra, el amor le pedía que se alejara de la amargura y el retraimiento, y le pedía que estirara su corazón de un modo que nunca antes había sido estirado.
 
¿Qué me pide ahora el amor? Es la pregunta que debemos hacernos cada vez que las circunstancias de nuestra vida se ven sacudidas (por la herida o por la gracia) hasta un punto en el que ya no queremos responder con gracia y amor porque todo lo que llevamos dentro quiere cerrarse y retirarse.
 
Así...
 
 
Sin embargo, no sólo las cosas negativas nos perturban de esta manera, nos tientan hacia el odio y el retraimiento, y nos dejan en un espacio que nos obliga a responder de una manera nueva, la enorme gracia puede hacer lo mismo.
 
Así...
 
No podemos protegernos de los sentimientos espontáneos que nos acosan, tanto cuando las cosas van bien como cuando van mal, y la mayoría de esos sentimientos nos tientan a alejarnos del amor. Por eso, cuando una depresión o una inflación nos tienta a alejarnos de lo mejor y más noble, la pregunta es: ¿qué me pide ahora el amor?

 
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