Movida porque ha sido ir de La Serna a Gascones y de Gascones a La Serna. Afotunadamente en Braojos un sacerdote se hizo cargo de todo. Dios se lo pague.

Dos triduos pascuales. Es decir, dos celebraciones de la cena, dos de la pasión, dos vigilias pascuales. ¿Mucha gente, poca gente? Pues depende… que en un pueblo de setenta empadronados tengas en la vigilia treinta personas no es moco de pavo. Incluso en Gascones, algo mayor, otros treinta, es muy de agradecer.

Cuento como nota curiosa el que después de muchos años hemos recuperado el lavatorio de los pies de jueves santo en La Serna y en Gascones. No han sido doce, pero sí algunos que enerosamente se han ofrecido para el ritual. Dios se lo pague.


Intensidad en las celebraciones. Uno se da cuenta de cuándo la gente está y cuándo entra de verdad en la celebración. Y entramos todos. Con emoción, con alegría, con gozo, sabiendo que llegaba el día de nuestra salvación. Hemos procurado cuidar la liturgia con todos los medios a nuestro alcance, muy pocos en lo humano y en lo material, pero creo que hemos cumplido como los buenos. 

Intensas porque no son pascuas anónimas, de masas. Pascua de las hermana Hermila, que me ha acompañado con sus buenos oficios en todas las celebraciones. Pascua con gente de la que conoces nombe, apellidos, historia, gozos y llantos. Pascua que ha sacado de cada pueblo sus buenos oficios para el monumento, la vigilia… 

He querido pasar algún rato por Braojos para rezar y estar con la gente. Es la Pascua y uno quisiera poder celebrarla íntegra en cada una de sus parroquias. Con tres se hace imposible. Lo saben, lo comprenden y lo disculpan. 

Anoche, tras las dos vigilias pascuales, llegaron, un año más, las rosquillas de la señora Juana, que cada año me dice que es que ya no puede para sorrpendernos siempre con la sonrisa y la bandeja. ¡Cuánto cariño, cuánta generosidad también en esto!

He conocido esas magníficas vigilias pascuales en la basílica del Monasterio del Escorial, la  abarrotada parroquia de Santa María de la Esperanza, la muy buena afluencia en Santa Ángela de la Cruz y la Beata Mogas, así como las vigilias de Guadalix, con sus procesiones previa y luego del encuentro y de Navalafuente, más similar a lo de ahora. Ahora toca la pascua de Braojos, Gascones y la Serna y anunciar en cada rinconcito la alegría de la resurrección.

Anoche, en la homilía, les decía que la vida siempre triunfa, que somos, no por naturaleza, sino por fe, optimistas, alegres, esperanzados y confiados en un futuro de vida, y que nuestros pueblos, en los que solo escuchamos lamentos y añoranzas de lo que fuimos, están llamados a la esperanza y a la fe. Y que todo eso es solo por una cosa: porque ha resucitado, y si ha resucitado, se han terminado los lamentos, los lloros y la resignación. Es hora de mirar al futuro y entregarse a Jesucristo.

Lo digo también para todos mis lectores en esta hora en que tantos parece que sucumben al pesimismo: Cristo está vivo y eso quiere decir que la vida, el bien siempre triunfan, aunque sea de forma callada. 

Feliz Pascua. Seguimos con la intensidad Gascones, La Serna, Braojos… y llenos de alegría y paz porque está vivo. Ha resucitado. ALELUYA.  
 
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