El ayuno es la práctica de limitar el consumo de comida y bebida para imitar los sufrimientos de Cristo durante su pasión y a través de toda su vida terrenal.
El derecho canónico en el canon 1252 dice: La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido 14 años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.
Y el Canon 1253 dice: La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.
La ley de ayuno requiere que el católico desde los 18 hasta los 59 años reduzca la cantidad de comida usual. La Iglesia define esto como una comida más dos comidas pequeñas que sumadas no sobrepasen la comida principal en cantidad.
Este ayuno es obligatorio el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. El ayuno se rompe si se come entre comidas o se toma algún líquido que es considerado comida (batidos, pero no leche)…
El ayuno total.
Que en todo el día solamente se tome agua. No se debe tomar ni jugos, ni leche ni bebidas azucaradas ni café.
El ayuno parcial.
Puedes hacer solamente una comida fuerte al medio día, pero sin carnes rojas, de cerdo o aves. En la mañana y en la noche puedes comer solamente una rebanada de pan con agua o té.
Las personas cristianas católicas están obligadas a vivir el ayuno el miércoles de ceniza y el viernes santo, solamente las enfermas, las embarazadas, que estén amamantando, ancianas, o niños NO están obligados a vivir el ayuno.
La abstinencia todos los viernes se debe vivir y con mayor razón los de cuaresma. Abstenerse es privarse, apartarse de ciertas cosas con la finalidad de fortalecer la voluntad, pero también la de ofrecer a Dios un sacrificio o mortificación.
Los viernes podemos dejar de comer carnes rojas. de cerdo y de aves, digo podemos ya que las conferencias episcopales pueden determinar otra cosa en su territorio. También Abstenernos de comer golosinas, refrescos o de los vicios como cigarro y alcohol.
Hay algunas personas suponen que el ayuno tiene una especie de “poder” por el cual Dios otorga cierta petición que le hagamos. Estas personas piensan que el ayuno es el “precio” que Dios demanda para conceder las peticiones. Pero ¿es eso cierto? ¿Es verdad que con el ayuno logramos la atención de Dios para que nos conceda aquello que pedimos? Por supuesto que NO. El ayuno no es el precio que hay que pagar a cambio de los favores de Dios.
Si usted necesita que Dios le conceda algo, solo vaya ante Dios, en nombre de Jesús y pida. Dice la Biblia: «Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre» (Mt. 7, 7-8).
A veces pareciera que Dios no responde a nuestras oraciones de una manera satisfactoria, sin embargo, él conoce todas las cosas y nos brinda, a su tiempo, todo lo que nos es necesario.
Esto no significa que el ayuno no tenga importancia. El ayuno es un complemento de la oración, es más una entrega que una petición.
El ayuno es un complemento valioso de la oración, también una expresión de arrepentimiento y súplica, como una ofrenda no negociable. Por ejemplo, es muy bueno ayunar cuando vamos ante Dios arrepentidos de haber estado cometiendo pecados. Pero no para que en base a nuestro ayuno él nos perdone, sino como muestra de arrepentimiento.
El ayuno permite llevar más fácilmente una vida interior unida a Dios y al mundo celestial; el ayuno libera de la pesantez de la materia. Los santos recomiendan el ayuno a todo aquel que quiere llegar a una mayor interioridad. El ayuno apaga poco a poco la concupiscencia…
San Juan Crisóstomo dice: “El valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, pero en renunciar a todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos. Quien limita el ayuno simplemente a la comida, está minimizando el gran valor que el ayuno posee” … San Agustín dice: “Las privaciones son cristianas si nos hacen crecer en santidad, en caridad y generosidad”.
El ayuno tiene como objetivo vaciar nuestro corazón para llenarlo de algo más valioso. Es una necesaria limpieza del alma para atener la grandeza para la que Dios nos ha creado. Si no puedes ayunar alimentos por enfermedad o por tu edad muy bien podemos ayunar lo siguiente:
Ayuna de juzgar a otros; descubre a Cristo que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases sanadoras.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de esperanza cristiana.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte; llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.
Ayuna de las presiones que no cesan; llénate de una oración que no cesa.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de darte importancia a ti mismo; llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad sobre tus cosas; comprométete en la propagación del Reino.
Ayuna de desaliento; llénate del entusiasmo de la fe.
Ayuna de pensamientos mundanos; llénate de las verdades que fundamentan la santidad.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo que a Él te acerque.