Hace algunas semanas fuimos testigos de un doloroso episodio que desde Chile mostraron al mundo los medios de comunicación. Una secta, liderada por el autodenominado “Antares de la Luz”, había sacrificado un bebé recién nacido en una aislada propiedad situada en la zona central de este país latinoamericano. Lo amordazaron, acuchillaron y luego lo lanzaron al fuego, mientras danzaban embriagados de una sustancia alucinógena –al parecer Ayahuasca- que potenciaba la dependencia absoluta a su líder... Así lo exigía el ritual.
¿Cómo es posible qué esto ocurra con personas que por sus ingresos e historia familiar suelen tener en Chile acceso a la cultura y a una educación de excelencia? ¡No se puede alegar ignorancia!… Algo mayor sucede para que personas con educación y recursos económicos se someten a semejantes aberraciones…
El Padre Gabriele Amorth, reconocido exorcista de Roma, dice que cuando una sociedad se aleja de la fe comienza en ella la superstición. Sí, es la pérdida de sentido del ser humano en nuestros días. ¡Tantos jóvenes confundidos, formando parte de grupos extremos: violentistas, anárquicos, drogadictos, con una propaganda mediática que busca validar la droga porque un personaje importante de la farándula está afectado por ella, mientras que miles se pierden en las cárceles sin que nadie se acuerde de ellos!
La secta de Antares de la Luz es un signo de esa errática búsqueda de sentido, donde Dios es el gran ausente. El Papa Francisco decía hace pocos días que el Demonio es una creatura inteligente que no quiso someterse al plan de Dios y por cierto, si observamos estos fenómenos que nacen de la soberbia del hombre que quiere prescindir de Dios, no resulta incongruente el final que pudimos ver y escuchar en los medios. En dicho grupo se pueden observar tres signos que nos hablan de una evidente orientación satánica.
Uno, su contenido apocalíptico: había que salvar el mundo y para eso calmar a los dioses ofreciendo algo importante. Dos, el elemento claramente esotérico: la creencia y vínculo con ‘energías’, uso de marihuana, las formas de ciertos elementos usados en sus rituales, el lugar donde se encontraba la secta… solitario, con amplia vista a las estrellas, con mucha espacio para vincularse con las ‘energías del cosmos´. Y por último, como tercer signo, el sacrifico de seres vivos, empezando por animales pequeños como gatos para finalizar en el más atroz: un ser humano inocente, virgen y puro. No es de extrañar que este tipo de secta terminara en un ritual de sacrificio humano pues estaban todos los elementos para culminar en ello.
Uno, su contenido apocalíptico: había que salvar el mundo y para eso calmar a los dioses ofreciendo algo importante. Dos, el elemento claramente esotérico: la creencia y vínculo con ‘energías’, uso de marihuana, las formas de ciertos elementos usados en sus rituales, el lugar donde se encontraba la secta… solitario, con amplia vista a las estrellas, con mucha espacio para vincularse con las ‘energías del cosmos´. Y por último, como tercer signo, el sacrifico de seres vivos, empezando por animales pequeños como gatos para finalizar en el más atroz: un ser humano inocente, virgen y puro. No es de extrañar que este tipo de secta terminara en un ritual de sacrificio humano pues estaban todos los elementos para culminar en ello.
El Papa Francisco nos advierte que dos grandes herejías amenazan hoy la vida de los cristianos católicos: el Pelagianismo y el Panteísmo. Este último está presente en todo movimiento esotérico, cuyo fin principal es captar grandes sumas de dinero y hacer lucrativos negocios con la ignorancia, debilidades y superstición de las personas. Todo aquél sin una formación cristiana sólida es fácil presa de estos grupos que buscan adeptos entre quienes propenden a la dependencia, tienen poca voluntad, emocionalmente heridos, con necesidad de ser validados y solitarios. Las herejías que promueven las sectas y lo esotérico amenazan así el alma de nuestra sociedad.
Dios tenga compasión, misericordia y aprendamos de esta amarga lección a volver nuestros ojos a Jesucristo, nuestro Salvador.
Dios tenga compasión, misericordia y aprendamos de esta amarga lección a volver nuestros ojos a Jesucristo, nuestro Salvador.