Dios mío ven a ayudarnos
Dios mío ven a ayudarme;
Apresúrate a defenderme Señor.
No tardes Dios mío (del Salmo 70)
Ayúdanos Dios mío por todo lo que nos viene encima, una inmensa ola que todo lo sumerge y arrastra, mientras la Iglesia calla en exceso y se refugia en la seguridad del interior de sus templos o en las palabras políticamente correctas. Parece que no queda espacio para la denuncia profética, pero sin profetas, Señor, corremos el riesgo de la acomodación a lo establecido prescindiendo de si es acorde o no con tu Palabra.
Nos hemos especializado en bombear el agua que penetra en la nave para paliar los estragos de la inundación a quienes viven en los pisos inferiores, incluso tapamos algunas de las brechas, pero continuamente se abren de nuevas, porque es todo el casco, todo el diseño, que está desajustado.
Los viajeros de las primeras cubiertas disfrutan de la travesía, pero los que se ven obligado a permanecer o descender a las cubiertas inferiores se amotinan, y en su desesperación cada vez hay más dispuestos a escuchar a quienes diga defenderlos y grite con contundencia algunas de las causas de los males. Aparecen presuntos tribunos de la plebe, en lugar de pastores y profetas de la comunidad.
Es necesario bombear el agua, pero no basta con ello. Son necesarios los hospitales de campaña para atender a los heridos por la sociedad desvinculada, pero si solo hacemos esto terminamos siendo cómplices de las causas que los hieren, del mal. De las estructuras de pecado, tan importantes y tan olvidadas por tus fieles, Señor. (Nº 36 y 37)
Necesitamos tu ayuda, Señor. Danos pastores profetas que establezcan con claridad y sin temor, con continuidad, tu horizonte de sentido, y pastores ejecutivos prácticos, que sepan impulsar las respuestas de tu pueblo en lo concreto.
Ayúdanos Señor a disponer del carisma de los primeros cristianos, que de una minoría marginal en un rincón del Imperio pasaron a constituir su mayoría hasta que el poder no tuvo más remedio que reconocerlos y valorarlos.
Fuente: Forum Libertas