En un programa matinal de un canal de televisión chileno  el día 24 de septiembre del 2013 pude ver con estupor cómo se mostraba a una médium haciendo una sesión de espiritismo, para que una pobre joven que sufría por la pérdida de su hermano que había muerto en un trágico accidente, pudiera comunicarse con él a través de esa sesión (!!!).
 
San Pablo nos advierte que, “nuestra lucha no es contra la carne y la sangre sino contra dominaciones, potestades y espíritus impuros que están en el espacio…” (Ef. 6, 12)  y San Pedro confirma que “el demonio anda como león rugiente buscando a quien devorar” (1Pe, 8); pero además nos da la clave: “resistirles firmes en la fe” (1Pe, 9) y ahí está, para algunos, el problema.
 
La descristianización de la sociedad nos lleva a un auge de la superstición y a la búsqueda de experiencias esotéricas, tan de moda hoy. La New Age a través de los medios de comunicación masiva, presenta experiencias de tipo esotéricas que terminan desquiciando a las personas. Ya en Chile tenemos el caso de “Antares de la Luz”, quien hace unos meses atrás culminó su trayecto con el sacrificio de un bebé en la quinta región del país. También son comunes en toda Hispanoamérica y España estafas provocadas por  chamanes y cartomances que se aprovechan de la ingenuidad y miseria de muchos seres humanos, desesperados y perdidos, negociando con ellos altas sumas de dinero que hacen parte de su negocio.
 
Como sacerdote he tenido que acompañar a muchas personas afectadas por estos fenómenos; especialmente jóvenes que han jugado a la Ouija, que ha sido incluso promovida por medios de comunicación que luego no se responsabilizan de lo que hacen.
 
Algunos ejemplos que he conocido y atendido directamente…
 

Recordemos lo que dice el libro del Deuteronomio… “Que nadie consulte a las ánimas o a los espíritus, ni evoque a los muertos. Quien hace esto es detestable ante el Señor” (Deut.18, 11).
 
No estoy hablando de ficción ni de cosas leídas, sino de experiencias que me ha tocado tratar y ver. En todos estos casos hemos tenido que hacer oraciones de liberación muy fuertes y exorcismos, pues la experiencia con el demonio no deja a las personas incólumes…
Por cierto que los afectados  por estos fenómenos han cambiado su actitud, pero vemos como los medios de comunicación masivos siguen insistiendo en el tema. Lo grave además es que si alguna persona con desequilibrio mental o depresión accede a invocar espíritus con la Ouija puede terminar aún más complicado…
 
Es curioso que los medios nieguen las verdades fundamentales del cristianismo y sin embargo fomenten este tipo de prácticas espiritistas confundiendo a la gente, particularmente a los jóvenes.  En el documento pontificio “Jesucristo portador de agua viva”, la Iglesia nos advierte con respecto al tema: “Si bien siempre ha habido intentos de establecer contacto con los espíritus de los muertos, se considera que el espiritismo del siglo XIX es una de las corrientes que desembocan en la Nueva Era. Se desarrolló en el ambiente de las ideas de Swedenborg y Mesmer, y llegó a convertirse en una nueva religión. Madame Blavatsky era una médium, por lo que el espiritismo ejerció gran influjo en la Sociedad Teosófica, aunque en este caso el acento recaía en el contacto con entidades del pasado remoto más que con personas que habían muerto recientemente. Allan Kardec influyó en la difusión del espiritismo en las religiones afro-brasileñas. En algunos nuevos movimientos religiosos de Japón se dan también elementos espiritistas.”
 
 
En algunos lugares del mundo hay obispos que han condenado explícitamente la práctica de la Ouija por los efectos nocivos que provoca en las personas. La Ouija está muy relacionada con el satanismo y su culto. No es de extrañarse entonces que en algunos lugares del mundo ha habido hasta asesinatos por esta práctica. Entonces ¿cómo prevenir? San Pablo nos da la respuesta: “Revístanse de las armas que les ofrece Dios para que puedan resistir a las asechanzas del diablo” (Ef. 6, 11)… “La noche está muy avanzada y el día se acerca; despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz” (Rom. 13, 12).
 
La primera carta a los Tesalonicenses nos advierte: “Por tanto, anímense mutuamente y contribuyan al bien de unos para con otros como ya lo están haciendo” (1Tes. 5,11).
 
¡Bendiciones!

 
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