Días de dolor y muerte en Dallas, Niza y Bagdad. Estas frecuentes tragedias nos obligan a revisar por qué nuestra visión del ser humano no contiene la fuerza para detener esta violencia.
 
1. Semana de tragedias. El pasado 8 de julio, en Dallas (EUA), una manifestación contra la violencia racial se convirtió en un tiroteo contra agentes de la policía local, que dejó un saldo de cinco agentes muertos y siete heridos.

El 14 de julio, durante la célebre conmemoración francesa de la Toma de la Bastilla, un terrorista atropelló a decenas de personas en Niza, dejando más de ochenta muertos y más de ciento cincuenta heridos, incluidos muchos niños entre las víctimas.

El 13 de julio, en la capital de Bélgica, se reportaron dos explosiones sin víctimas. Y, el 12 de julio, un coche bomba en un concurrido mercado de Bagdad (Irak) causó la muerte a 11 personas y dejó a 32 personas heridos.
 
2. Tragedias que se repiten. Desafortunadamente, noticias como las anteriores se han repetido con frecuencia desde hace años. Y, a pesar de las condenas internacionales, siguen ocurriendo la balaceras en Estados Unidos y los atentados terroristas en Europa y Medio Oriente.

Estas reiteraciones no son casuales. Responden a algo más que meros “lobos solitarios” o “fanáticos religiosos”. Detrás de estos trágicos sucesos, hay una visión errada sobre el hombre y la sociedad, que es necesario enfrentar y corregir, pues con solo medidas militares no se logrará combatir a fondo esta violencia que hoy nos aflige.
 
3. Muchos factores… Sin duda, al hablar del terrorismo islámico hay que acudir a varias disciplinas, como los estudios de geopolítica, pues desde la Primera Guerra Mundial la zona arábiga ha sido fuente de conflictos suscitados por la salida de Inglaterra; y lo mismo ha ocurrido desde la guerra de Estados Unidos contra Irak y Afganistán, o desde la caída de los regímenes totalitarios en la zona como el de Gadafi en Libia.

Además, detrás de las balaceras en Estados Unidos –cuya noticia suele tener repercusión mediática mundial– se encuentra una visión muy particular de la libertad y del comercio, que conlleva que la compra y la venta de armas casi sin restricciones, “sin importar el riesgo” de que caigan en manos equivocadas.
 
4. …y una raíz común. Aunque los factores de la violencia son muy complejos y variados, remiten a una visión sobre el hombre y la vida. Cuando la visión que tenemos del hombre no parte de lo que se suele llamar “dignidad”, se dificulta hablar de igualdad y respeto, pues, para sostener esa igualdad, debemos afirmar que “hay algo” en el ser humano que lo hace sujeto de derechos y que implica que sea respetado en todas sus dimensiones (corporal, psíquica, social, laboral, etc.).

Pero las ideología contemporáneas anteponen a la dignidad humana motivos económicos, estratégicos, políticos, etc. Por eso, en la práctica las personas son consideradas como “piezas” en el mundo laboral, como “daños colaterales” en los atentados y balaceras; y, de igual manera, la destrucción de la naturaleza se justifica a nombre del progreso o de la tecnología.
 
¿Qué hicimos mal? Hemos fallado en dejar de lado el tema de “eso intangible” del hombre, en considerar que eso es un asunto meramente académico o –si acaso– religioso. Y quizá sea más grave no retomar y defender la dignidad humana, esa “realidad invisible” presente en cada individuo, que nos permite defender al hombre por sí mismo y no por los beneficios económicos o políticos.


 @FeyRazon   lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com


 
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