En el pensamiento kantiano, el máximo tensor ético es el deber, entendido como aquella acción que debe realizarse sin que comporte beneficio alguno. Si este existe, la acción carece de valor moral. Desde este punto de vista la recompensa cristiana carecería de valor moral. Para la concepción fundamental en occidente de raíz liberal, reformulada sobre todo por Rawls, la ética es una cuestión procedimental, la norma resultante válida es la que acuerda la mayoría, con más o menos garantías para el resto. Esto es un peligro y una fuente de contradicciones, como ejemplifica el aborto, pero es todo lo que hay cuando no existe un marco de razón objetiva en el que se parta de algunas afirmaciones objetivas. Raz que es un jurista de raíz positivista y liberal, pero que ha entendido la naturaleza del problema, introduce elementos que ayudan a superar parte de las contradicciones liberales al introducir la necesidad de la idea del bien sobre los actos, y sobre el fin de la libertad
El marco de referencia del cristianismo es otro. Es el del amor “Quien está en el amor está en Dios, y Dios en él” “Todo el que ama ha nacido de Dios. Quien no ama, no conoce a Dios porque Dios es amor” La primera epístola de Juan es contundente y clara. El amor es el gran tensor cristiano que ilustra la vida de Jesús, la naturaleza de Dios, y el sentido de la vida humana.
Dios se demuestra no tanto por aproximación racional, sino a través de los actos de amor, porque “a Dios nadie lo ha visto, pero si amamos Dios está en nuestro interior” Cuando el papa insiste una y otra vez en la misericordia está predicando exactamente esto, sobre todo en relación a los más necesitados.
Pero la dificultad de todo esto es la misma naturaleza del amor: ¿en qué consiste, y por tanto como se practica, y especialmente cómo se aprende?
No es un tema menor, al contrario, es el tema. Porque no se trata de un sentimiento, solo, y mucho menos de un sentimentalismo. ¿Cómo se articula amor y justicia, autoridad, castigo, defensa y, sobre todo, con el temor?
Otra vez la epístola de San Juan: “El amor cuando es completo expulsa el miedo” Ahí es nada, porque el miedo, pequeño o grande es el motor de muchos actos humanos. Hay un miedo que nos hace ser reactivos, otro que nos conduce a la violencia. El famoso Brexit, bien mirado, es, en parte, una manifestación de miedo.
Vivir en el amor pleno no es fácil, mejor dicho, es imposible sin la gracia y el aprendizaje humano. Y eso requiere saber cuáles son las manifestaciones del que ama; lo que concreta el amar. Y en esto es básica la referencia a la primera epístola a los Corintios (13,13): la paciencia que todo lo excusa, la fortaleza que todo lo soporta, la esperanza que todo lo espera, la bondad buscando el bien del otro -que no siempre es aceptado. La ausencia de envidia, de orgullo, quien no presume de sus aciertos aunque sean reales. Que no es egoísta y, por consiguiente, da más de lo que pide, que no se irrita y no es maleducado, que no quiere venganza, ni se alegra con la mentira, que goza con la verdad. Una vida personal y social regida por este canon cambiaría nuestras vidas y el mundo. Y si en lugar de dejar el amor limitado al ámbito de la retórica eclesiástica o a los necesarios actos de solidaridad, lo convirtiéramos en imperativo categórico de nuestras vidas, de la educación y de la vida en común, cambiaríamos el mundo.
Pero ¿es posible tal cambio sin la gracia de Dios? La respuesta, obvia conduce a otra cuestión central: la evangelización de los bautizados, porque si junto a una minoría creativa no se dan las condiciones necesarias en el seno de la sociedad, como la que significa una participación real de aquellos que también son Iglesia, la minoría solo generará testimonio, pero difícilmente transformará la realidad.
Fuente: Forum Libertas
El marco de referencia del cristianismo es otro. Es el del amor “Quien está en el amor está en Dios, y Dios en él” “Todo el que ama ha nacido de Dios. Quien no ama, no conoce a Dios porque Dios es amor” La primera epístola de Juan es contundente y clara. El amor es el gran tensor cristiano que ilustra la vida de Jesús, la naturaleza de Dios, y el sentido de la vida humana.
Dios se demuestra no tanto por aproximación racional, sino a través de los actos de amor, porque “a Dios nadie lo ha visto, pero si amamos Dios está en nuestro interior” Cuando el papa insiste una y otra vez en la misericordia está predicando exactamente esto, sobre todo en relación a los más necesitados.
Pero la dificultad de todo esto es la misma naturaleza del amor: ¿en qué consiste, y por tanto como se practica, y especialmente cómo se aprende?
No es un tema menor, al contrario, es el tema. Porque no se trata de un sentimiento, solo, y mucho menos de un sentimentalismo. ¿Cómo se articula amor y justicia, autoridad, castigo, defensa y, sobre todo, con el temor?
Otra vez la epístola de San Juan: “El amor cuando es completo expulsa el miedo” Ahí es nada, porque el miedo, pequeño o grande es el motor de muchos actos humanos. Hay un miedo que nos hace ser reactivos, otro que nos conduce a la violencia. El famoso Brexit, bien mirado, es, en parte, una manifestación de miedo.
Vivir en el amor pleno no es fácil, mejor dicho, es imposible sin la gracia y el aprendizaje humano. Y eso requiere saber cuáles son las manifestaciones del que ama; lo que concreta el amar. Y en esto es básica la referencia a la primera epístola a los Corintios (13,13): la paciencia que todo lo excusa, la fortaleza que todo lo soporta, la esperanza que todo lo espera, la bondad buscando el bien del otro -que no siempre es aceptado. La ausencia de envidia, de orgullo, quien no presume de sus aciertos aunque sean reales. Que no es egoísta y, por consiguiente, da más de lo que pide, que no se irrita y no es maleducado, que no quiere venganza, ni se alegra con la mentira, que goza con la verdad. Una vida personal y social regida por este canon cambiaría nuestras vidas y el mundo. Y si en lugar de dejar el amor limitado al ámbito de la retórica eclesiástica o a los necesarios actos de solidaridad, lo convirtiéramos en imperativo categórico de nuestras vidas, de la educación y de la vida en común, cambiaríamos el mundo.
Pero ¿es posible tal cambio sin la gracia de Dios? La respuesta, obvia conduce a otra cuestión central: la evangelización de los bautizados, porque si junto a una minoría creativa no se dan las condiciones necesarias en el seno de la sociedad, como la que significa una participación real de aquellos que también son Iglesia, la minoría solo generará testimonio, pero difícilmente transformará la realidad.
Fuente: Forum Libertas