Denuncian a Luzio Camacho, “Mi amado Lucifer”. ‘Teresa’ narra el infierno que vivió durante un año en una secta

22 de junio de 2023

Este líder sectario español, ha convencido a un grupo de mujeres de ser Dios encarnado y las tiene totalmente sometidas. Una exadepta que ha logrado escapar de su influencia nos cuenta el horror que ha vivido, y cómo estuvo a punto de perder a su familia.

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"Se presenta como un Dios encarnado". Éste es el resumen que hace ‘Teresa’ –nombre que utilizamos para referirnos a una mujer española que por seguridad debe permanecer en el anonimato– cuando se le pregunta por Luzio Camacho, el líder sectario que la captó, aprovechándose de sus problemas y dificultades, y la manipuló durante todo un año.

 

Sobre la devastadora experiencia de este, el año más largo de su vida, comparte su testimonio con Portaluz, para desenmascarar a un gurú que continúa pisoteando la dignidad de sus víctimas en España.

 

Se presenta como Lucifer

 

 

"Luzio Camacho se vende como un Dios encarnado, como Luzbel, Lucifer, el Portador de la Luz, el Lucero del Alba", explica Teresa. "Capta a mujeres a través de Facebook", a través de grupos virtuales de contenido esotérico. Algunos de los nombres que ha utilizado en dichos grupos son ‘Lucifer en las Puertas de Agartha’, ‘Escuela Lucero del Alba’, o ‘Escuela Esotérica, Hermética y Arcana Gran Maestro’.

 

El gurú -denuncia Teresa- asegura ser "la Luz contra toda oscuridad, y dice que pone luz en este mundo, que es la única Verdad, la Llama eterna y la Fuerza y el Poder en todo tiempo, que es la infinita Sabiduría y conocimiento, la primera Palabra, el único y verdadero Amor, la Belleza, la Bondad, la Generosidad y la Nobleza infinita". Además, afirma que "él es la Justicia del mundo, la Fe y la Esperanza, el Dador de vida, el que da la única libertad… El que está a su lado tendrá su luz, una luz que sana y salva el alma", señala la joven denunciante española.

 

Estos delirios mesiánicos los comparte con su esposa, Carmen Álvarez, "a la que todos llamábamos ‘mi Dama Blanca’, porque ambos eran Guías de luz y del alma", explica Teresa, quien por primera vez rompe el silencio.

 

Así fue captada

 

La joven víctima española recuerda como todo empezó con una serie de problemas familiares que habían desembocado en un divorcio. "Yo estaba en un momento de mi vida muy vulnerable", comenta. Entonces, una mujer cercana que ya seguía a Luzio –pues había sido captada por Facebook– le recomendó hablar con él. Y la conversación partió en un punto de interés común: el amor a los animales. "Yo tengo una mascota y ese fue su gancho para captarme, porque yo estoy ‘enamorada’, al igual que ellos [los miembros de la secta], de los perros. No podía imaginar que aquella conversación sería el comienzo de la vivencia más aterradora de mi vida", afirma a Portaluz Teresa.

 

Esa conocida que le presentó al gurú Luzio -afirma- la sorprendió cuando aseguró que "aquel hombre era Dios. Yo me eché a reír. Pero ella me lo fue repitiendo día tras día". Sin ser consciente de las implicancias, las conversaciones telefónicas con el gurú se convirtieron en una rutina diaria. Y Teresa se sorprendió -dice- al ver que, siguiendo sus consejos, comprando los remedios naturales que le pautó, mejoró su situación vital. "Yo no podía creerlo. Pensé que nadie podía hacer un milagro como ese… sólo Dios. Me captó en aquel momento de debilidad y de sufrimiento; y yo caí en el engaño. Hablaba con él todos los días y le daba gracias por lo que hacía por nosotros. Le decía que no sabía cómo agradecérselo".

 

Hasta entonces, él se presentaba como Luzio, simplemente Luzio. Sin embargo, todo cambió una noche, cuando le dijo: "A partir de ahora debes llamarme ‘mi Señor’ o Lucifer, como tú prefieras". Fue el comienzo de un control creciente sobre la vida de Teresa. "No me hubiese imaginado nunca que empezaría a dirigirlo todo. Vinieron la persuasión, la extorsión y el maltrato, comenzó a privarme de mi libertad, a infundirme miedo y terror, a anular mi voluntad. A partir de entonces, todo giraría en torno a él, por él y para él", lamenta la joven denunciante española.

 

La espiral destructiva del gurú

 

 

Al mirar en retrospectiva Teresa comenta que inmediatamente sus relaciones familiares se fueron resintiendo. "Poco a poco yo iba cambiando y me alejé de mi familia. Luzio empezó a decirme que él era el único y verdadero Amor, que nadie me amaba como él. Me aseguraba que yo era suya en cuerpo y alma, y que todo lo que yo tenía era suyo. Ahora tenía el inmenso ‘privilegio’ –como él decía– de estar a su lado".

 

Cuando las redes del gurú -analiza Teresa- la tenían bajo su dominio, le permitió "entrar en su círculo sagrado de Facebook. Yo no sabía hacia dónde iba ni dónde me metía", reconoce hoy. "Al principio estás de prueba y, si no cumples las reglas, eres expulsada. Antes de entrar debes prometer unas normas para poder formar parte de ese círculo". Un pequeño grupo selecto -explica la joven española- que "estaba formado de mujeres, a excepción de algunos hombres importantes de su confianza. Todas eran mujeres de una posición económica muy elevada, con mucho dinero".

 

Un líder que reclama adoración

 

 

Todo en la secta giraba en torno al líder. En sus redes sociales, Luzio Camacho -denuncia Teresa- "colgaba imágenes suyas constantemente, y todas sus seguidoras lo adoraban en sus comentarios. Había que adorarlo, había que decirle lo que él era y representaba. A cambio, él prometía darte su luz para sanarte y salvarte, su amor y su libertad. Aseguraba que sin él no había vida, sólo muerte".

 

Ésta era la teoría en la que él adoctrinaba a sus adeptos. Pero la realidad era justamente la contraria, como explica ahora Teresa: "La verdad era que con él no había vida ni libertad. Cuando nos extorsionaba de esta manera, yo temblaba. Medía mucho mis palabras para no equivocarme, para que no me reprendiese. Yo me equivocaba a menudo y me humillaba delante de todas las del círculo, y tenía que pedirle disculpas".

 

Por el relato de Teresa, se concluye que el peligroso egocentrismo narcisista del gurú no conoce límites... "Nos decía que lo que él nos daba no era gratis, que era una deuda del alma. Por eso debíamos escribirle por WhatsApp, por Messenger; quería llamadas de teléfono para que él supiese lo que sentíamos cada día, y debíamos decírselo. Yo seguía viviendo con mi familia, pero cada vez estaba más alejada de lo que era mi vida normal".

 

El matrimonio y la familia, el enemigo a abatir

 

Como otros líderes sectarios, también este vive al parecer convencido de que "todas éramos sus mujeres, y debíamos ser suyas como las vestales griegas, con voto de castidad para el resto de los hombres, pero no para él", denuncia Teresa. Para algunas de sus seguidoras femeninas -revela la joven española-, esto supuso romper su matrimonio. Y, en general, había una ruptura con la familia.

 

"Me dijo que para amarlo y estar a su lado había que hacer un sacrificio, y que yo debía amarlo con sacrificio y honor a su esencia, que era lo que él era y representaba. Estuve días sin dormir, con miedo, con terror. Yo no quería romper con mi familia". Pero la presión emocional era tan fuerte que el gurú venció, por encima de los vínculos de la sangre, y Teresa abandonó a su propia familia.

 

"Ya estaba abducida y sometida por él. Ya no tenía voluntad. Aún ahora me pregunto cómo fui capaz de hacer tantísimo daño a las personas que más quiero. Nunca olvidaré sus lágrimas… Fue terrible para mí. Es indescriptible explicar el dolor que sentí. No logro olvidarlo, y espero que algún día todos a cuantos les hice tanto daño puedan perdonarme", explica.

 

Un control total de los adeptos

 

 

El testimonio de esta exadepta coincide, en líneas generales, con lo que cuentan quienes han abandonado las sectas más "duras", con unas técnicas de persuasión coercitiva más refinadas. Debían hacerle regalos continuamente al gurú, no podían hablar entre ellas fuera del círculo ni mantener relaciones de amistad… "y todo lo material que tenías era suyo", puntualiza Teresa. Llegaban -dice- a darle los datos y claves de sus cuentas bancarias, los documentos de sus propiedades. "Si tienes un piso le debes pedir permiso para venderlo, y lo mismo si quieres irte de viaje. Desde que te levantas hasta que te acuestas debes vivir por y para él", resume Teresa.

 

En suma, una devoción y dedicación absolutas. Una verdadera idolatría. "Debes darle los buenos días y las buenas noches. A mí la Dama Blanca me dijo: ‘Si vuelves con tu marido, hará daño a tus hijos’. Yo no podía dormir, pensando en sus palabras". Incluso en una ocasión -añade Teresa- Luzio Camacho la forzó a que extorsionara a otra seguidora, diciéndole que todo lo que tenía ella le pertenecía a él. El pretexto para apropiarse de los bienes de sus adeptas no era otro que una Fundación "que él y su mujer vendían como el acontecimiento más maravilloso para el mundo", explica.

 

Logró huir de la secta

 

La insistencia del líder sectario en que "él podía coger lo que era suyo cuando él quisiese" iba en aumento. "Me decía que yo debía darle placer sexual, que no se lo negase nunca. Yo tenía muchísimo miedo. Pensaba en si llegaría a obligarme algún día”. Sin embargo, Teresa cuenta cómo “no llegó ese momento, pues cuando fui consciente de lo que había y de lo que estaba haciendo, empecé a despertar del horror en el que me tenía abducida".

 

"Sabía que se acostaba con muchas mujeres del círculo. No sabía si las obligaba, ni tampoco cómo ellas llegaban a aquello, pero no quería saberlo. Sólo sabía que tenía que escapar, pero no sabía cómo hacerlo, porque tenía miedo de que me hiciese daño a mí o a mi familia. Él siempre te amenazaba con ‘darte un bocado’, como él decía cuando te equivocabas en algo, y eso significaba que te haría daño a ti o a los tuyos… que te quitaría su luz y que sufrirías las consecuencias".

 

Finalmente, tomó la decisión de abandonarlo. Una decisión dura y difícil, tras un año entero de manipulación y adoctrinamiento. "Su poder llegaba a tal extremo que todas las mujeres se desvivían por hacerle los mejores regalos en agradecimiento a la Luz que iluminaba tu alma y que curaba toda dolencia o enfermedad", según aquello que les inculcaba. Por eso, dejar el grupo suponía la condena a una vida de oscuridad e infelicidad.

 

Hoy, Teresa se siente libre. Pero aún le cuesta conciliar el sueño, los efectos sobre su salud mental y espiritual continúan, además del daño realizado a su familia, que ha vuelto a acogerla. El camino de restauración personal y familiar será largo. "Confío en Dios, que nunca me ha abandonado, y me refugio en la oración… pero sé que la recuperación es complicada", reconoce.

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