La fiesta del fútbol

12 de junio de 2014

Compartir en:



Me fascina el fútbol… me encanta el fútbol. Hay pocas cosas que hagan vibrar a tanta gente como el fútbol. Hombres y mujeres, niños que corren detrás de la pelota felices en medio de terruños abandonados. Amistades eternas que se han gestado en las canchas más diversas y desconocidas. Compañerismos que han nacido alentando al equipo. No pocos conocen la alegría profunda de vestir la camiseta del equipo que ellos no escogieron (es el equipo el que te escoge- decía un buen amigo).
 
No pocos saben lo que fue recibir una pelota nueva de regalo de cumpleaños. No pocos conocen ese extraño sentimiento de no haber jugado bien. El fútbol es un deporte, es verdad. El fútbol es mucho más que un deporte, es verdad también. La publicidad, el marketing y el mercado capitalista -sabios demonios que se han apropiado de tal secreto humano- han transformado el fútbol en otra cosa. En algo desechable y engañoso; en algo comercializable y encantador (engañador). Hoy el fútbol es algo difuso y ambiguo. Una pena. Una terrible pena.
 

 
Tras iniciarse la fiesta del fútbol, hoy no cabe duda de que esa fiesta está entre comillas. Desde Brasil nos llegan tristes noticias, reclamos, manifestaciones, críticas. Todo verdad. Uno de los países más injustos del mundo acostumbra a “limpiar” las idílicas ciudades antes de visitas ilustres. Se hizo para los Juegos Panamericanos (2008), se hizo cuando fue el Papa Francisco (2013), se hará para los Juegos Olímpicos (2016). Se hace.
 
Hay que sacar de las calles a los pobres, vagabundos, gente sucia que pide dinero; hay que encerrar a los favelados en sus pequeños laberintos como una plaga que mancha las playas de Rio de Janeiro, las costaneras de Salvador de Bahía, las postales de Sao Paulo. Hay que sacar del campo visual los borrachos, drogadictos, escoria que hay que soportar por presión de organismos que defienden sus derechos. Hay que mostrar lo que realmente se es: un maravilloso país digno de inversión, digno de turismo sin límites, un país alegre y festivo, un país seguro, un país que crece. Porque eso es Brasil. Eso es Chile. Eso es Francia. Eso es México. Eso es Sudáfrica. Eso es Rusia. Eso es Filipinas. Eso es Dubái. Eso es.
 
Si realmente se ha matado gente, se ha sacrificado algún -¡solo uno!- inocente para realizar esta “fiesta” del fútbol; habrá que suspenderlo todo, habrá que revisar las prácticas nacionales, habrá que hacer un paréntesis en el estatus quo deportivo (nacional, mundial) y de una vez por todas girar el timón de este barco suicida llamado humanidad. En el nombre del fútbol detengan esto ya.
 
Fuente: iglesia.cl

Compartir en: