Hace mucho que no les escribía, y les confieso que tuve que mirar las fotos para recordar bien lo que deseo contarles. Me imagino que la primer sorpresa para ustedes será leer que estoy escribiendo desde Italia. En este momento me encuentro participando del VII Capítulo General de mi congregación, y esta es además la razón de mi demora para ponerme en contacto por este medio, ya que estamos con mucho trabajo entre reuniones y comisiones. También podré contarles más delante sobre de esta actividad, pero cada cosa a su tiempo, porque hay cosas de la misión que se me han quedado en el tintero, y sé que los que leen estas crónicas, están ávidos de noticias de nuestro querido Ushetu.
Esta devoción me imagino que se ha difundido mucho gracias a la acción de los Padres Blancos, misioneros de origen francés principalmente. Sumado a esto la connaturalidad del africano a esta devoción, como nos lo enseñan los misioneros, y lo vemos nosotros corroborado en los hechos. Lo que sucede es que en la mayoría de las parroquias este grupo es pequeño, y en su normalmente formados por ancianos.
Gracias a la acción de nuestro tan conocido catequista Filipo, muy devoto del Sagrado Corazón, la devoción en nuestra parroquia ha crecido mucho, y sigue en notable aumento. Yo trato de apoyarlo lo más posible, porque es una devoción importantísima, y esta devoción irá elevando el nivel espiritual de los fieles. Lo que pudimos insistir es que en cada aldea de la parroquia comience a funcionar este grupo.
Principalmente se deben reunir todos los viernes para rezar, cantar, y seguir un libro de devoción que está muy simple y bien desarrollado a la vez. Luego, los primeros viernes de cada mes hacen un día de retiro en nuestro centro, con adoración, rosario, misa, y meditaciones. Lo admirable es que en algunas aldeas a prendido muy bien la devoción, luego de que Filipo fuera para reunirlos y explicarles, inmediatamente comenzaron. Así fue que este año ingresaron oficialmente más de cincuenta personas, en la fiesta del Sagrado Corazón.
Esta vez eran más de cien, y la misa de la fiesta y oficialización estuvo hermosa, vestida de color rojo y mucha alegría. Los padres Emanuel y Sergio estaban sorprendidos y muy contentos de participar. Al final de la misa repetimos lo que comenzamos a hacer el año anterior: consagramos la parroquia al Sagrado Corazón. Yo leí la fórmula en nombre de la parroquia entera, por ser el párroco, pero se arrodillaron junto a mí el líder de la parroquia, el de la aldea, y luego un representante de cada grupo: de las hermanas, los jóvenes, niños, monaguillos, el coro, los hombres, las mujeres, el coro, Legión de María y los empleados… un acto muy sencillo pero a la vez muy solemne. El Sagrado Corazón nos está bendiciendo.