Un sacerdote después de morir regresó para agradecer las oraciones que le llevaron al cielo

10 de septiembre de 2022

"Las almas que ascienden del purgatorio al paraíso no carecen de gratitud hacia quienes les obtienen esta anhelada gracia".

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Muchos que no creen en la vida después de la muerte, encontrarán en este sencillo testimonio de padre Pío una fuente de esperanza si leen lo que narra con un corazón humilde.

 

Los hechos ocurrieron el 30 de diciembre de 1936. San Pío de Pietrelcina fue informado de que el estado de salud de uno de sus queridos cohermanos, el padre Giuseppe Antonio, había empeorado. Le pidieron al padre Pío que rezara por él porque sólo con la ayuda divina podría aliviarse el sufrimiento y hacer que el pobre padre volviera a estar bien. El padre Pío no se hizo repetir la petición dos veces, pero el padre Giuseppe desgraciadamente murió esa misma noche.

 

San Pío -ignorante de lo ocurrido- seguía rezando por su amigo en su celda y de pronto oyó que llamaban a la puerta: "¡Entra!", respondió San Pío al oír el toque en la puerta. Entonces esta se abrió y, para su gran sorpresa, vio al padre Giuseppe en el umbral.

 

Se alegró mucho de volver a verlo y sin saber aún que su cohermano había muerto, el Santo le dijo: "¿Cómo estás? Me dijeron que estabas gravemente enfermo y muy sufriente y ahora estás aquí...".

 

La franqueza del santo fraile era realmente hermosa y genuina.

 

"Estoy bien", respondió el padre Giuseppe. “Todo mi sufrimiento ha terminado y he venido a agradecerle sus oraciones”.

 

El Padre Pío obviamente creía que había sido curado por Jesús, pero inmediatamente después, el Padre Giuseppe continuó diciendo: "Las almas que ascienden del purgatorio al paraíso no carecen de gratitud hacia quienes les obtienen esta anhelada gracia".

 

Al oír esto, el Padre Pío se dio cuenta de que su amigo fraile también había estado en el purgatorio durante ese corto tiempo y había venido del más allá para agradecerle sus oraciones. En la práctica, las oraciones del Padre Pío no sirvieron para obtener la curación física, sino para que permaneciera sólo unas horas en el purgatorio y pudiera entrar inmediatamente en el cielo.

 

 

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