Video testimonio: La estrecha relación entre el Padre Pío y las almas del purgatorio

23 de septiembre de 2021

El episodio tiene una importancia extraordinaria porque es el testimonio no de una sola persona…

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Si queremos entender dónde se originó la devoción del Padre Pío por las almas del purgatorio, diremos que estaba arraigada en su entorno familiar y en el de su pueblo. Baste decir que en Pietrelcina había una iglesia dedicada a las "Almas del Purgatorio" donde se celebraban liturgias en sufragio de los difuntos y, en particular, en el mes de noviembre, se celebraba el octavario de los difuntos, durante el cual había un sermón lleno de expresiones incisivas y cantos tan melancólicos y conmovedores que llegaban al corazón.
 
Leyendo la composición escolar El día de los muertos, que el padre Pío escribió a los 15 años, sólo unos meses antes de entrar en el noviciado, podemos ver la delicadeza de sus sentimientos y la religiosidad de su comportamiento. Porque cuando se ama de verdad, es decir, un amor libre de intereses humanos, también se puede llegar a las alturas del heroísmo. Es el caso, por ejemplo, del acto heroico con el que el Padre Pío quiso ofrecerse como víctima por las almas del Purgatorio.
 
Sin embargo, el Padre no tenía la intención de llevar a cabo el fortísimo deseo de ofrecerse como víctima sin el "mérito de la santa obediencia" y, en consecuencia, pidió permiso a su padre espiritual. La respuesta del padre Benedicto fue inmediata, y de hecho fue escrita dos días después: "Haz la ofrenda de la que me hablas, que será la más aceptable para el Señor. Extiende tus brazos en la cruz y, ofreciendo al Padre el sacrificio de ti mismo en unión del tierno Salvador, sufre, gime y reza por los injustos de la tierra y los miserables de la otra vida, tan dignos de nuestra compasión en su paciente e inefable angustia".
 
Almas agradecidas



Como prueba de ello, podemos relatar un episodio que ocurrió una noche después de la cena, cuando los hermanos, al salir del coro donde habían celebrado la oración de la tarde, oyeron un gran ruido al cruzar el pasillo, procedente de la entrada, que estaba cerrada desde hacía tiempo.
 
Entre esas voces se escuchó la expresión: "¡Viva el Padre Pío! Viva el Padre Pío". En medio del desconcierto de todos los frailes, el padre Superior llamó al portero, Fray Gerardo da Deliceto, ordenándole que sacara a toda esa gente del pasillo del claustro. El hermano Gerardo, aún más desconcertado que los demás porque estaba seguro de haber cerrado la puerta de entrada a tiempo y correctamente, obedeció sin responder, porque él también había oído las voces. Sin embargo, cuando entró en el claustro, no sólo no vio a nadie, sino que se dio cuenta de que la puerta estaba cerrada con llave, y que la barra de madera que había colocado ordenadamente, bloqueando de un lado a otro, también estaba allí. Sorprendido, volvió a subir al primer piso e informó al superior lo que había visto, o más bien de que no había visto a nadie y que todo estaba en orden.
 
¿Qué hacer? De acuerdo con el proverbio que dice que la noche trae consejo, el superior pospuso la solución del caso hasta la luz del día. A la mañana siguiente se dirigió directamente a la persona "sospechosa" e interrogó al Padre Pío sobre este acontecimiento, que tenía unas connotaciones tan inexplicables y extraordinarias.


 
El Padre, sin dar mucha importancia al suceso, como si fuera lo más ordinario de este mundo, explicó que las voces escuchadas la noche anterior eran almas del purgatorio de soldados muertos en la guerra, que habían venido a darle las gracias.
 
El episodio tiene una importancia extraordinaria porque es el testimonio no de una sola persona, de cuya veracidad se podría haber dudado, sino de un grupo de frailes que, sin dejarse influir por hechos externos, oyen palabras y no ven a nadie que las diga.
 

Fuente: Extraído de: "Il mistero del dolore in Padre Pio e gli angeli del comfort", de P. Marciano Morra, pp. 375-378

 

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