Ha sido uno de los acontecimientos más importantes del año 2024 entre las celebridades europeas: la boda de la princesa Marta Luisa de Noruega –la hija mayor de los monarcas del país, Harald V y Sonia, aunque cuarta en la línea sucesoria por la precedencia de los varones al trono– con Durek Verrett, un californiano que es llamado habitualmente “chamán” por los medios de comunicación. Lo que podría parecer algo anecdótico se convierte, sin embargo, en un hecho sintomático de la sociedad actual, como veremos en este artículo.

 

Vestido de novia con símbolo chamánico

 

 

Basta con echar un vistazo a la popular revista Hello! (la reina indiscutible de las publicaciones de crónica social), que tuvo la exclusiva fotográfica del evento, para empezar a darnos cuenta de la faceta más espiritual del “chamán Durek”, como es conocido en los EE.UU. Cabe mencionar cómo en el texto que acompaña a las imágenes descubrimos que la ceremonia –correspondiente a la segunda unión nupcial de la princesa–, aunque tuvo lugar en una carpa instalada en un hotel, fue de carácter religioso, siendo oficiada por una sacerdotisa de la Iglesia Luterana de Noruega.

 

Según el relato de Sally Morgan, habría sido “la boda más emocionante y mágica del año”, y el segundo adjetivo no es inocente. La propia Marta Luisa revelaba a la periodista que llevaba bordado en el interior de su vestido de novia “el símbolo chamánico de Durek”. Y se refería al lugar elegido para el enlace como “asombroso y mágico”, lleno del “poder de la naturaleza”.

 

En cuanto a Durek, aunque en un momento confesaba estar “pidiendo a Dios que todo salga bien”, sus declaraciones dejan claro que tiene una visión mágica y esotérica de la vida. “El amor lo trasciende todo, porque es la energía original de la que formamos parte todos en este planeta”, explicaba también a la periodista, dejando traslucir un pensamiento panteísta –todo es Dios– con formulación propia de la New Age.

 

Se habrían conocido en una reencarnación anterior

 

 

Es muy interesante lo que comenta la propia redactora al resumir las convicciones que unen a los ahora recién casados: “la pareja, que comparte creencias espirituales, está convencida de que no sólo coincidieron en una vida anterior en el Antiguo Egipto, sino que también están destinados a estar juntos en ésta para siempre”. Él habría sido un faraón egipcio, y ella, su esposa. Como podemos ver, se trata de una asunción directa de la reencarnación, una doctrina totalmente ajena a la cosmovisión cristiana.

 

Y añade unas palabras del chamán Durek: “era un niño cuando mi madre y otros videntes me dijeron que de mayor me casaría con una princesa de Noruega”. Posteriormente, otros profesionales del ocultismo le habrían reiterado predicciones sobre su futuro que por fin se habrían cumplido con esta boda. Por tanto, estamos ante una defensa y legitimación total de la predicción del futuro, una práctica normalmente asociada a la astrología.

 

El corazón del gurú… y de su esposa

 

 

Durek Verrett (su verdadero nombre es Darek, pero se lo cambió hace una década) asegura ser un chamán de sexta generación y haber heredado la sabiduría oculta del vudú haitiano. Pero ha hecho su propia versión de la espiritualidad New Age, algo muy típico de las últimas décadas en el panorama holístico, donde cada gurú plantea su camino peculiar. Leyendo sus libros y entrevistas podemos hacernos una idea de cuáles son las convicciones del que ha sido denominado “un chamán para la Generación Z”, y desde dónde se enfoca “profesionalmente”.

 

El nuevo marido de la princesa de Noruega define la espiritualidad como “conectarse con la fuente o con un poder superior”, una afirmación del carácter impersonal de lo divino. Él mismo afirma que “el chamanismo no es una religión, sino una forma de vida que te conecta con tu tribu”.

 

Entonces, cabe preguntarse si la hija de los reyes noruegos ha sido adoctrinada por la persona con la que ahora se ha casado. Sin embargo, la realidad es otra: Marta Luisa ya llevaba tiempo inserta en el mundo esotérico y hasta ha fundado un “centro espiritual”. Afirma tener el don de la clarividencia y hablar con los ángeles, y su propósito es ayudar a sus discípulos a hallar su “fuente interna de la verdad” y contactar “con los ángeles y el universo divino”.

 

Sanador energético

 

 

Además, se presenta como sanador energético y exhibe su diploma de “Medicina Holística” obtenido en Berkeley. Por esta razón, en el año 2019 la Autoridad Noruega de Protección del Consumidor estuvo atenta a las conferencias que impartieron Verrett y su entonces novia Marta Luisa sobre la autorrealización, por los mensajes que pudieran darse en materia de salud. Había razones para la preocupación: el chamán ha llegado a decir que puede “convertir átomos” y “reducir la edad” de una persona, o que la leucemia se debería a “un desequilibrio en el esqueleto”. Afirmaciones muy comunes, por desgracia, en el universo de la Nueva Era, plagado de pseudoterapias.

 

Algunos reportajes periodísticos han aportado datos para desenmascarar al personaje que ha llegado a declarar que habría salvado del cáncer y del coma a algunos enfermos con sus técnicas chamánicas, convencido de que puede “conectarse con tus espíritus para aliviar síntomas como la adicción, la depresión, la ansiedad, así como dolencias y lesiones físicas”. Los precios de sus sesiones de sanación oscilan entre los 700 y 1000 dólares.

 

Sin embargo, el portal islandés Vantrú explicó hace años algunas de las falsedades proclamadas por Verrett, quien afirma haber sido instruido en el chamanismo por su abuela y por la princesa croata Suzanna von Radic, cuando la verdad es que “su abuela había fallecido antes de que él naciera y esta princesa de Croacia no es una princesa de Croacia, sino una impostora”. Y la conclusión de Vantrú sobre el chamán es clara: “sus métodos son inútiles y sin sentido”.

 

Se considera vidente… y vencedor de la muerte

 

 

También dice que tiene presentimientos que después se cumplen. Incluso afirma que entrando en estado de trance ha podido localizar a personas desaparecidas. En una entrevista llegó a declarar lo siguiente: “Sabía que las torres gemelas caerían dos años antes del 11 de septiembre, pero cada uno tiene su propio camino y uno debe aceptar su destino”.

 

Otra de sus afirmaciones sorprendentes y más recurrentes es que estuvo clínicamente muerto y, por una especie de milagro, recuperó la vida. Y algunos medios de comunicación lograron rescatar de su “borrado” en Internet una publicación de Instagram en la que Durek Verrett decía ser una “especie híbrida de reptiliano y Andrómeda”.

 

Siguiendo el rastro de sus polémicas, también podemos citar su comercialización de un medallón o talismán denominado “Spirit Optimizer”, que vende al precio de 222 euros (estas cifras de números iguales son muy apreciadas en algunas pseudoterapias y estafas mágicas de la Nueva Era). En su publicidad leemos que sirve para armonizar el espacio vital, energizar alimentos, neutralizar el miedo, proteger de la energía negativa… y “te ayudará a ser la mejor versión de tu yo superior”. El chamán Durek ha llegado a decir que superó el COVID-19 gracias a dicho amuleto.

 

¿Algo atractivo, estrafalario o peligroso?

 

 

Hay acercamientos al tema que se quedan en la superficialidad de las afirmaciones de la pareja, mostrando como curiosidades o rarezas unas creencias que se mueven entre lo místico y lo terapéutico. En un afán por desacreditar todo lo religioso institucionalizado –algo propio de la Nueva Era y muy habitual en las declaraciones públicas del chamán Durek– se ensalza a veces a los representantes de estas nuevas espiritualidades holísticas, que serían más cercanas al ser humano actual.

 

Sin embargo, si no nos quedamos en la epidermis y nos detenemos a analizar las propuestas del universo New Age, la postura debe volverse seria y crítica. El ejemplo de Verret es muy claro y concreto: todo un planteamiento comercial y de marketing que esconde un gran negocio revestido de autoayuda y autorrealización. Y un mensaje de divinidad interna que arroja a las víctimas a la soledad radical de la existencia sin Dios y sin una comunidad humana.

 

Quizás lo más visible para muchos sea la deriva pseudoterapéutica de estos gurús, que acaban afirmando la posibilidad de desaparición mágica de toda enfermedad, ya que ésta no sería más que el síntoma externo de un desequilibrio emocional o espiritual interno, o un deseo profundo del convaleciente (es decir, que el cáncer nos lo buscaríamos nosotros solos, resumiendo). Pero está también el lado espiritual de toda esta historia: el descenso a la oscuridad de la magia y la superstición, a espaldas de Cristo, lo que aleja al ser humano de su verdadera autorrealización, que es la salvación.

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