No solo consecuencias en dinero acarrea su conducta patológica al ludópata, sino que además puede provocar un proceso donde se arriesga la propia vida. Esta es la radiografía de una batalla sigilosa en contra de un mal que padecen a diario millones de personas en el mundo.
Habían transcurrido seis meses desde que Marcela Villarroel Rozas, de 53 años se volcó de lleno a jugar en el Casino Monticello, ubicado en San Francisco de Mostazal (VI Región de Chile) y las millonarias deudas que contrajo con diversos bancos por su adicción al juego se incrementaban cada día. Marcela entonces se recluyó en la habitación 201 del hotel que el mismo Casino mantiene en el lugar para sus clientes y se ahorcó con el cordón de la ducha. Días después, el personal, alertado por los familiares, irrumpió en la habitación de Marcela, donde la encontraron muerta. Los expertos de la policía, luego de interrogar a sus familiares y amigos, concluyó que Marcela padecía de una depresión y era víctima también de ludopatía. Siete años habían transcurrido desde que separada de su marido, su obsesión por el juego había dado inicio en las máquinas de apuesta.
Esta no es la primera muerte de personas en los casinos de Chile y el mundo, cuyo deceso se atribuye a la ludopatía. Durante 2012, Fabián Vera, de 26 años, se lanzó desde el noveno piso del Hotel del Valle, perteneciente al casino Enjoy en Rinconada, provincia de Los Andes (Chile). Y en abril de 2013, en Valdivia (Chile), tendido en la cama de la habitación del Hotel del casino Dreams, fue encontrado muerto por un disparo en la boca Daniel Valentín Ebert, un joven de 25 años.
Un mal invisible
Fue reconocida recién en 1980 por la American Psychological Association. El Manual Diagnóstico de Desórdenes Mentales DSM5 (2013) identifica a la ludopatía como un trastorno del control de los impulsos, que se manifiesta en recurrentes y mal adaptativas conductas de juego. También la Organización Mundial de la Salud la incluye en su clasificación Internacional de las enfermedades mentales.
Entre las características de esta adicción, las personas pierden su capacidad para resistir el impulso de jugar, de tal manera que el juego llega a alterar significativamente su funcionamiento a nivel personal, familiar, financiero, ocupacional y social (Diagnóstico y tratamiento del juego patológico, de los especialistas Sood E, Pallanti, S MD, Hollander E. Curr Psychiatry Reporter, Mayo 2003)
Los costos en salud mental, economía familiar, desarrollo de los hijos, en el quiebre de las relaciones afectivas, en vidas humanas y en alma de los ludópatas son indesmentibles.
Según el organismo norteamericano
National Council on Problem Gambling, dos millones de adultos en los Estados Unidos cumplen con los criterios de "jugadores patológicos", y cuatro a seis millones se consideran "jugadores con problemas". Sólo en el Estado de Maryland se estima que sus decenas de miles de ludópatas causan al año pérdidas valoradas en 1.500 millones de dólares por la baja productividad, la evasión fiscal y por malversación de fondos, entre otros motivos.
¿Cómo ayudar a personas que parecen carecer de los mecanismos necesarios para regular su comportamiento con respecto a los juegos de azar y son esclavos de una o varias adicciones?
La medicina pastoral que involucra resolver el alma del problema de la adicción, recurre a la experiencia de Dios como plataforma primordial de la intervención terapéutica. Las Comunidades del Cenáculo en diversos países, las Fazendas de la Esperanza, Fraternidad Veniforas o las Comunidades Papa Juan XIII, por nombrar algunas, vienen entregando por décadas este servicio que sana y libera al adicto.
Sus indicadores de éxito son mejores, respecto de intervenciones sustentadas sólo en el control con fármacos y la intervención psicoterapéutica… Así lo narran en Portaluz sus protagonistas:
Comunidades Cenacolo
Comunidades Papa Juan XXIII
Fazendas de la Esperanza
Fraternidad Veniforas
Ludopatía y cultura de la muerte
Que la ludopatía destruye gradualmente la vida es una evidencia indesmentible. Denunciando y desafiando a resolver la raíz de este mal Papa Francisco señaló el pasado 28 de febrero de 2014:
“Es el problema de la cultura del descarte. Hoy día, por la economía que se ha implantado en el mundo, bueno, en el centro está el dios dinero y no la persona humana, y todo lo demás se ordena, y lo que no cabe en ese orden, se descarta (…) Y dentro de este ítem de material de descarte está la proliferación de las adicciones, ¿no? La ludopatía que ha llegado a niveles sumamente altos”.
Así el negocio, leyes y políticas que la promueven parecen inmorales. Sobre ello han puesto el acento también algunos obispos como Monseñor Joaquín María López de Andújar (Getafe. España) al advertir que la industria del juego persigue “intereses económicos que sin ningún escrúpulo pueden arruinar a muchas personas y familias”.
Sorprende entonces que entidades benéficas establezcan vínculos con esta industria. Casinos ‘Enjoy’ de Chile en su “Reporte de sostenibilidad” señala que realiza “compras con sentido” y reconoce que “en 2013 se adquirieron siete mil unidades de alfajores” a una entidad de beneficencia chilena (
ver doc).Lo propio hacen Monticello y otros de esta industria.
Pero las donaciones no logran evitar ni ocultar que existe una directa relación entre el crecimiento de esta industria y el de los adictos… que podrían arriesgar finalmente la propia vida. Es precisamente el foco de la denuncia informada por los obispos del estado de Nueva York...
Que
al inaugurarse un casino aumenta al doble la cantidad de jugadores patológicos, sólo en los primeros cuarenta kilómetros a la redonda. También advirtieron –apoyándose nuevamente en cifras oficiales de la División de Impuestos Especiales del Estado de Connecticut y la policía- que
el 62% de los jugadores "problemáticos" juegan hasta gastar su último dólar. Además que aumenta el número de detenciones por crímenes de apropiación indebida (un 400%), por conducir embriagado (200%) y la asociación con otras adicciones. (
ver comunicado completo).
Categórico es, finalmente, el magisterio de la iglesia que en el número 2414 del Catecismo señala: “El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio…”.